22.12.05

UN AÑO CON GOHONZON

Experiencia de Elizabeth Ryske

El 5 de diciembre de 2004 recibí Gohonzon.
Comencé a practicar a fines del 2003, de manera discontinua y con escasa convicción, pero el 7 de julio de 2004 llegué a este han, al día siguiente fui al algarrobo, y desde allí hasta hoy sólo he sentido cómo se fortalecía mi fe y cómo surge día a día el agradecimiento.
¿Obstáculos? Muchos. Problemas para conseguir trabajo, problemas de pareja, algún susto con mi salud, y las dificultades económicas a la orden del día.
O sea … lo de siempre.
Pero diferente!!!
¿Por qué? Porque ante situaciones que parecían ser las mismas lo que estaba cambiando era YO, el cambio está en la manera de enfrentar el problema, incrementando el daimoku cuando no encuentro la solución y poniendo en la oración al Gohonzon una fe profunda, que a veces me cuesta más y otras menos, pero entendiendo que cada día es una nueva oportunidad de crecer y de hacer mi revolución humana.
A través del daimoku empecé a verme de otra manera, empecé a identificar mis tendencias y a aceptarme tal como soy, con todos los defectos que tengo que corregir y con todas las cosas buenas que también hay en mí, comprendí que no apreciaba el valor de mi propia vida, y estoy aprendiendo “que la victoria no es llegar sino hacer el camino, cueste lo que costare, sin traicionarse, sin hacerse concesiones, sin renunciar a los principios ni a los sueños” , como alguien me escribió hace unos meses.
Agradezco los seres especiales que fueron apareciendo, los nuevos amigos, los compañeros de lucha, la posibilidad de compartir este tramo del camino con la presencia de todos ustedes, con Diana y Luis que más allá de haber sido los responsables que apoyaran el algarrobo al que concurrí son, junto a su hija Georgina, quienes me brindan el afecto de familia que tanto necesitaba . Agradezco haber tenido un lujo de hancho como Sebastián, que creció tanto en este tiempo y que ahora empieza su nuevo camino en otra zona pero que tanto hizo por sacar adelante y levantar este grupo, agradezco su confianza durante todo el tiempo que me dio las llaves de su casa para hacer la hora completa de daimoku que propuse. Agradezco la solidaridad de Susana, que siempre está dispuesta a compartir las tareas del Seikyo más allá de lo estrictamente necesario, agradezco el desafío de Carolina que abrió su casa para nuestras reuniones, el apoyo de Marcela , la sabiduría y la ternura que Charo y Nelva regalan a manos llenas y su constante aliento , agradezco la claridad, serenidad y calidez que aporta Gabriela, el aporte reflexivo e inteligente de Luis, la presencia esporádica pero valiosa de Martín , que me acompaña tanto en los momentos tristes como en los alegres y que es sin dudas el hijo que me hubiera gustado tener. Agradezco el regreso de Javier que espero se quede otra vez con nosotros ahora que volvió al barrio, agradezco a mis responsables de algarrobo, que me acompañaron en las crisis previas a la decisión de recibir Gohonzon, alentándome desde la fe, y especialmente a Teddy y Osky que siempre están ahí cuando los necesito, con su fuerza, su sincera amistad y su amor de hermanos. A mis compañeras de los daimoku domingueros de los que me quedó la valiosísima amistad de Mónica, ahora integrante de nuestro grupo, de Fabiana con su frescura y su espontaneidad, de Fedora que comparte conmigo la música y los proyectos y tantas horas de daimoku para concretarlos. Agradezco a los amigos venezolanos de las listas, como Yosmir que siempre acerca un mensaje lleno de ternura, Ricardo que confió en mí para las traducciones de experiencias y artículos, el uruguayo Ariel que desde Brasil nos da coraje a todos con su maravillosa postura, su desopilante humor y su pelea contra el cáncer.
Agradezco la “causalidad” que a través de Internet me regaló la inefable amistad de Eduardo, que no sólo acerca los muy valiosos materiales con los cuales hemos armado tantas reuniones de diálogo y de algarrobo, sino que constantemente me ayuda a entender, fundamentalmente a entenderme, a corregir el timón del daimoku , y que una vez me escribiera que “el sólo hecho de que un ser humano pueda decidir que va a cumplir su misión, es prueba de la posesión mutua de los diez estados y es prueba de que el corazón de la Budeidad palpita en nosotros ; abrir el corazón ante el Gohonzon es abrir el corazón para la lucha hacia la gente ; la postura de una persona es invisible pero se manifiesta en el momento crucial” , frases que pertenecen a un largo e-mail que tengo pegado en la pared debajo de mi butsudan y que releo cada día cuando me siento a invocar.
Agradezco la buena fortuna de que Lidia esté en la zona y de tener los jueves de daimoku en su casa, agradezco su sabiduría y su confianza en mí, sus orientaciones, su capacidad de llegar a lo más profundo del corazón con sus palabras cálidas y sinceras.
Agradezco a Nelva por los viernes de daimoku y por ese lazo maravilloso de amistad que estamos creando junto a su hija Erika y la pequeña Maite, por las largas charlas que tenemos y por todo lo que aprendo a través de su ejemplo de vida.

Todo esto es mi primer año con Gohonzon.
Un agradecimiento inmenso e intenso a la Vida, a la Música que es el pilar que me sostiene, al amor de mi hermano, a la salud que me permite trabajar en la escuela y aprender cada día más de de mis chicos, disfrutando de la enseñanza y teniendo además la buena fortuna de los excelentes compañeros de trabajo que tengo en San Andrés, agradecimiento por las puertas que se abren continuamente para hacer trabajos de filmación, espectáculos, nuevos cursos de arte, por el libro que editaré en el 2006 y que obviamente estará dedicado a Sensei, agradecimiento por mi participación en la última ceremonia de ingreso, por estar en la comisión de algarrobo y por ser colaboradora del Seikyo, por mi reciente ingreso al grupo Fortaleza, por poder devolver a través de estas actividades apenas un poco de lo mucho que recibo de la hermosa gente que entró durante este año a mi vida.
“No por azar” es el título de mi unipersonal de poemas y cuentos, y no por azar llegué enferma y casi sin esperanzas a un han que se llamaba “Gratitud” . Ahora nuestro grupo se llama “Bambú”, y está echando raíces que sostienen y afirman la tierra del Buda, para que podamos crecer en ella y convertirnos en un bosque donde semana a semana nos seguiremos fortaleciendo en la fe, con alegría y en auténtico itai doshin.
Gracias, a todos ustedes, queridos bodhisattvas!!!

LIZZIE

20.8.05

HE SORPRENDIDO HASTA LOS MEDICOS

Experiencia de Giulio Poggiolini Tredozio
Publicada en El Nuovo Rinascimento de Diciembre de 1985
Traducida por: Alessandro Cattani. SGIV

Vivo en un pequeño pueblo de Emilia Romagna, Italia, que cuenta con 1200 habitantes, donde soy el único a practicar, junto con mis dos niños.
Hasta dos años atrás conducía una vida normal y tranquila como tanta gente. De repente, pero, mi esposa empezó a sufrir dolores fortísimos a la cabeza. Los médicos no lograban entender de que se tratara y ella, no obstante el dolor, continuaba a trabajar y hacer las sólitas cosas. Muy pronto murió de una hemorragia cerebral. De aquel entonces, además del gran dolor por su fallecimiento, empecé yo también a sufrir unos violentos dolores de cabeza, mientras mi vista disminuía con una rapidez impresionante. Preocupado, aunque según los médicos no tenía nada, dejé de trabajar y de manejar. Luego me fui en Siena para someterme a unos exámenes: los resultados revelaron que era afectado por una inexplicable disgregación de los nervios ópticos que me habría llevado muy pronto a la ceguera.
Empecé así, era el mes de Octubre de 1983, un largo período de curas hospitalarias que, excepto muy breves interrupciones, se habría prolongado hasta julio de 1984. Fui internado antes en Roma, en donde me hicieron inclusive una operación sin ningún efecto, y luego en Siena. Una vez regresado a casa las cosas no mejoraron. Para parar el inexorable calo de la vista tuve que que someterme a una cura a base de cortisona. Se trataba de inyecciones de 25mg. que después pasaron a 50mg., tanto que había llegado a pesar 110 kilos.
Parecía propio una lenta agonía. Pasaba todo el día en la casa, sobretodo en la cama. No quería ver a nadie y la asistente social que había tomado en encargo de seguir mis hijos empezó a decir que por mi incapacidad en brindarle afecto y una educación adecuada, era necesario empezar las prácticas para su cuidado social. Era como si alrededor de mi se estuviera inexorablemente estrechando un círculo. Después de perder mi esposa y de renunciar al trabajo, estaba perdiendo la vista y lo que tenía más caro: mis niños. Fue así que maduró en mi la idea de suicidarme.
Había programado todo y desde hace muchos meses había guardado 40 píldoras de una poderosa medicina que me habían prescribido los médicos romanos. En aquellas condiciones físicas y mentales, en los comienzos de Abril de este año llamé a Antonella Iemma, una señorita que había conocido el año anterior durante mi estadía en el hospital de Siena y que estaba afectada, también ella, por una grave enfermedad de los ojos. Vine así a conocimiento de su inesperado mejoramiento y pronto le revelé mi desesperación. Ella, que mientras tanto había empezado a practicar, me rogó entonces, sin explicarme nada, que fuera en Florencia para visitarla. Llegado en Florencia, fui llevado a una reunión y conocí el Budismo de Nichiren Daishonin y la razón del mejoramiento de Antonella. Cuando regresé a la casa empecé a practicar solo, aunque en manera no de todo correcta dado que no tuve el tiempo para hacerme explicar bien la practica. Recuerdo que, dado que mi visión estaba gravemente comprometida, empleaba dos horas para leer una vez todo el librito de Gonguio. Uno de mis ojos, pues, estaba ya ciego, mientras la capacidad visiva del otro estaba reducida a la mitad.
Después de solo ocho días la asistente social vino a visitarme. El objetivo de su visita debería ser el de definir el asunto del futuro cuidado de mis hijos. Pero las cosas estaban marchando distintamente. Sus ideas eran completamente cambiadas y me dijo que habría podido tener mis hijos, aunque la situación no hubiera aparentemente mejorado. Esto me fue de gran aliento por seguir practicando, pero esta vez en manera correcta.
A costa de grandes sacrificios, participaba en reuniones semanales, a veces viajando hasta Florencia, otras veces hasta Ravenna. Mi pueblo, en efecto, se encuentra bastante aislado y para llegar a las ciudades en donde se tienen semanalmente las reuniones tenía que parir de mi casa antes del mediodía, para luego regresar la mañana siguiente a las siete, después de viajar toda la noche en el tren, dado que no podía manejar.
En aquellos días, no obstante el cansancio, sentía una gran alegría. Por toda la semana, mientras practicaba sólo, esperaba con impaciencia el jueves. Las reuniones representaban para mi una ocasión para encontrar otras personas, conocer sus experiencias y aprender su espíritu.
Gracias a estos esfuerzos, hoy mi vida se ha mejorado de verdad. No sufro más de dolores de cabeza y, habiendo dejado de tomar el cortisona, he recuperado mi peso forma. Además, he recuperado casi completamente mi vista: en el ojo izquierdo tengo diez décimos, en el derecho tengo ocho. Veinte días atrás he ido al último control junto con Antonella. Cuando el médico, ya sorprendido de los mejoramientos anteriores, constató que ambos yo y ella hemos recuperado completamente la vista, pensó que hubiéramos cambiado de médico y cambiado de cura. Entonces le hemos hablado del Budismo Verdadero y del gran poder del Gojonzon y sea el que una doctora del mismo ambulatorio decidieron intentar practicar.
La noticia de mi inesperada sanación dio la vuelta por todo Tredozio (mi pueblo. N.d.t.), donde un año atrás era considerado un hombre desafortunado y un hombre acabado. Inútil decir que todos me preguntan en que manera he vuelto a recobrar mi salud, y yo le cuento mi experiencia alentandolos a practicar.
Gracias a todo esto he vuelto a encontrar mi equilibrio interior y una gran gana de vivir, pudiendo así volver al trabajo y a manejar el carro. Ahora puedo participar en todas las reuniones que se tienen en Ravenna, acompañado, de hace tres meses, por mi hija menor, de nueve años, que ha empezado a practicar.

6.8.05

Experiencia de Violencia Familiar de George Stapchuk

Traducción tentativa de Violeta Antonetti.
Tomado del folleto Pionners for Peace Our Stories
Recopilación de Experiencias durante los años 1960-1975 de los miembros de la SGI-USA Orange County California.
George Stapchuk vivió junto a su esposa Mariko en Santa Ana, California. Ellos tienen tres hijos, un varón y dos hembras. Su maravillosa buena fortuna fue haber podido practicar junto a su familia. Esta experiencia fue narrada por él seis años atrás cuando expresó su gratitud al Gojonzon, a la SGI y al Presidente Ikeda. El Sr. Stapchuk falleció apaciblemente el 28 de Abril del 2005, rodeado de sus familiares y de aquellos que lo amaban.

Soy de Orange County California donde se concluirá la construcción del nuevo campus de la Universidad Soka en el 2001. He practicado por 26 años. Tengo una hermosa esposa y tres maravillosos hijos. Todos practicamos. Gracias al Gojonzon, a la SGI y al Presidente Ikeda he podido transformar mi vida en un 100%.

Primero me gustaría contarles acerca de mí antes de comenzar a practicar. Mi esposa, Mariko, se hizo miembro de la SGI siete años antes que yo. Antes de pertenecer a la SGI ella practicaba otro tipo de Budismo. Yo la apoyaba totalmente. La acompañaba al templo e incluso oraba a su Dios. Aunque yo era Católico en ese momento, no me importaba acompañarla porque sabía que eso la hacía feliz. Cuando nació mi primer hijo y mi esposa estaba aún en el hospital me fui al templo, yo solo, y oré por ella y por la salud de mi hijo..

Para ese momento yo pertenecía a la Marina y estaba asignado en Iwakuni, Japón. Tenía un empleo nocturno de tiempo parcial como gerente del club de los reclutas. Una de las mujeres que trabajaba allí me hablo de la Soka Gakkai. Le dije que no me interesaba ya que yo era Católico pero que se lo comentaría a mi esposa. Cuando le comenté a Mariko acerca de la Soka Gakkai, ella replico: “Estas loco? Las únicas personas que se unen a la Soka Gakkai son los pobres y los enfermos y yo no quiero tener nada que ver con ese tipo de personas.”

Para ese entonces, yo no era ni buen esposo ni buen padre. Debido a mi trabajo en el Club, me dedicaba a tomar mucho y jugar con mis amigos de parranda. Había muchas mujeres que frecuentaban el club, por tanto tenía muchas novias en Iwakuni. Muchas noches me quedaba de farra en la calle y ni siquiera iba a mi casa. La relación con mi esposa e hijos se distanciaba cada vez más. Cada vez iba menos a la casa y cuando iba no le dirigía la palabra a mi esposa ni tampoco le daba dinero alguno. Mientras esto transcurría, una amiga de mi esposa vino de visita y le habló acerca del Gojonzon. Mi esposa se encontraba tan infeliz y desesperada por cambiar su vida que estaba dispuesta a hacer lo que fuese, de tal manera que recibió Gojonzon sin decirme nada a mí. Llegué a la casa un día y mi esposa me dijo que había ingresado a la SGI y que había entronizado el Gojonzon en nuestra casa. No se que ocurrió, pero en lo que vi el Gojonzon me volví loco. Comencé a gritarle a ella. La tiré al piso y comencé a patearla, pero ella todo lo que hizo fue quedarse tirada en el piso mientras entonaba Nam-miojo-rengue-kio. Eso me enfureció aún más así que comencé a patearla de nuevo. Mientras más la pateaba, ella más entonaba daimoku. Le dije que no quería ver más al Gojonzon en mi casa y que más valía que lo sacase antes de que yo volviese a la casa. Me fui y regresé al cabo de una semana. Cuando llegué mi esposa no estaba en casa. Fui a buscarla a casa de sus amigas donde la encontré entonando daimoku junto con ellas. Me puse furioso, la tome de los cabellos y la arrastré por toda la calle hasta nuestra casa. Cuando llegamos estaba completamente enfurecido, comencé a golpearla mientras ella yacía en el suelo y lo único que ella hacía era entonar daimoku. Para ese momento no lograba comprender porque estaba tan opuesto a su práctica si en el pasado, cuando ella pertenecía a otra secta budista, incluso había orado junto a ella. Hoy se que es debido a la grandiosidad y al poder del Gojonzon y que la otra secta no tenía ningún significado. Aunque le había advertido a mi esposa que dejará de practicar sabía que ella lo seguía haciendo, por ello me aparecía más temprano o a la hora del almuerzo para capturarla entonando daimoku. Llegaba a la casa y percibía el olor del incienso y esto me enloquecía. Destrozaba la casa tratando de encontrar al Gojonzon.

En una ocasión, por trabajo, tuve que ir a los Estados Unidos por dos semanas. A propósito retorné al Japón tres días antes de lo previsto y encontré a mi esposa entonando daimoku frente al Gojonzon; estaba tan enfurecido que perdí la razón. La tiré al piso y comencé a golpearla y a patearla. Encendí un cigarrillo y se lo puse en la cara y comencé a quemarle los cachetes mientras le decía que si el Gojonzon era tan poderoso eso no le dolería. Mientras le quemaba la cara ella continuaba entonando Nam-miojo-rengue-kio. Yo me enfurecí aún más. No me podía controlar. Puse mis manos alrededor de su cuello mientras la ahorcaba sin control. Aun así ella continuaba entonando daimoku y yo no soportaba escucharla más. Su cara comenzó a tornarse morada y ya no podía respirar. De repente la solté y deje de ahorcarla. Salí huyendo de la casa y me dirigí al hospital militar donde ellos me admitieron y dijeron que era presa de un colapso nervioso. Estuve allí por una semana.

Cuando salí del hospital me veía y me sentía horrible. Tuve que ponerme anteojos oscuros para ocultar mis ojos que lucían muy mal. Llegue a la casa y mi esposa se veía espectacular como si nada hubiese ocurrido, ni siquiera tenía huellas de las quemaduras en la cara; yo era el único que me veía enfermo. La primera cosa que ella me dijo fue: “Observa la diferencia entre tu aspecto y el mío. Ves, el Gojonzon es grandioso”

Entonces noté el altar que mi esposa había comprado mientras yo estaba en el hospital. Lo agarré y me lo lleve afuera y lo pique en pedacitos e incluso lo utilicé como leña para calentar mi baño. Mi esposa se fue y compró otro mejor y más grande. Luego de que ella compró el cuarto altar, el cual fue realmente costoso, me di cuenta que no había caso que solo estaba desperdiciando más y más dinero cada vez. Así que deje de destruir los altares.

Dejé la Marina en 1967 y conseguí un trabajo en New Jersey. Un año más tarde mi esposa Mariko, mi hijo George y mi hija mayor Kathy se reunieron conmigo. En 1969 nos mudamos a California. Yo todavía era una terrible persona. Creo que mi esposa decidió que había llegado el momento de que yo me transformara en una persona diferente. Con mucha convicción ella me dijo que si yo no cambiaba ella se divorciaría de mí. Para ese momento yo acababa de comprar una casa nueva, un carro ultimo modelo y estaba ganando muy bien en mi trabajo. En California, cuando alguien se divorcia, la esposa se lleva, mínimo, la mitad de todo, y por ello pensé: si ella se divorcia de mi perderé la mitad de todo….

Yo sabía que mi esposa realmente quería que yo practicara. Entonces le dije que comenzaría a practicar si ella se olvidaba de la idea del divorcio. El 31 de Mayo de 1971 recibí Gollukai. Mi esposa estaba muy feliz. Yo todavía no creía en el Gojonzon; y solo le dije a ella que practicaría para que olvidara la idea del divorcio. Cuando comencé a practicar solo entonaba Nam-miojo-rengue-kio tres veces en la mañana, antes de irme al trabajo y luego otra vez al regresar a casa. Mi esposa me insistía que debía aprender gonguio y entonar más daimoku, pero le replicaba que había prometido practicar pero que jamás dije con que intensidad lo haría.

Aunque estaba entonado poco daimoku, comencé a ver cambios en mi mismo y en la forma que me sentía con respecto a mi familia. Al principio pensé que era coincidencia o que era yo mismo que estaba realizando cambios pero finalmente ya no pude negar más el poder del Gojonzon. Tres meses después de haber recibido Gollukai, decidí que si iba a practicar, debería hacerlo correctamente para así poder ver cuanto realmente funcionaba la práctica. Aprendí Gonguio, entoné daimoku y asistí a las reuniones. Comencé a practicar con mucha intensidad.

En Mayo de 1972, Presidente Ikeda vino a Los Angeles para participar de una asamblea. Durante el tiempo previo a la asamblea, asistí todas las noches y ayudé a construir el escenario para el show, y entone montones de daimoku para el éxito del evento. Durante ese tiempo, Sensei nos animó con un verso del Kaimoku Sho (La Apertura de los Ojos) el cual yo recitaba cada mañana después del Gonguio y todavía hoy por hoy lo repito cada mañana. (Nota: Aunque yo y mis discípulos encontremos diversas dificultades, si no albergamos dudas en nuestros corazones, lograremos en consecuencia la budeidad. No duden simplemente porque el cielo no les brinda su protección. No desistan simplemente porque no disfrutan de una vida fácil y segura en esta existencia. Esto es lo que he enseñado a mis discípulos mañana y noche y aún así ellos comienzan a albergar dudas y abandonan su fe)

En la mañana que Sensei estaría en Los Angeles Sport Arena para la convención, mi familia y yo estábamos entonando daimoku. De repente mi hija Kathy comenzó a llorar. Le pregunté porque lloraba y me dijo que se sentía muy mal porque no podría ver a Presidente Ikeda. Mi hijo iba a llevarle flores en representación del grupo de niños y niñas y mi esposa y yo participaríamos de la reunión, pero Kathy era muy pequeña. Le dije: “No te preocupes que todo saldrá bien” continuamos entonando daimoku media hora más. Terminamos de entonar daimoku alrededor de las 10 a.m. Al concluir les pedí a mi hijo y a mi hija que se alistaran porque íbamos a ver a Sensei. Mi esposa me dijo: “Estas loco? Como esperas ver a Sensei, solo has estado practicando por un , año y además has hecho muy malas causas? ”

Por alguna razón, realmente sentía en mi corazón que veríamos a Sensei. Lleve a mis hijos al Sport Arena, lugar de la convención. Llegamos allá a las 11 a.m. y entonamos daimoku y esperamos para ver a Sensei. Estaba programado que el estuviese para la apertura de la exhibición de arte a la 1 p.m.Dieron las 2 p.m. y nos enteramos que él ya había estado allí. Estábamos muy tristes, pero le dije a mis hijos que no se preocuparan y continuamos entonando daimoku. Lo veremos cuando regrese a las 6 p.m. Esperamos hasta las 5 p.m. El grupo Soka comenzó a impartir instrucciones para que todos entraran al Sports Arena, yo tomé a mis hijos y comencé a retroceder hacia las afueras del lugar. El grupo Soka no trato de detenernos, así que continuamos caminando. Para ese momento todos se encontraban dentro excepto el grupo Soka y nosotros. Permanecimos afuera por otra hora más, justo hasta las 6 p.m. En ese entonces, mi hijo George tenía solo 10 año s y mi hija Kathy 5. Ya habíamos esperado cerca de siete horas, sin embargo nadie se quejo o dijo tener hambre o ganas de ir al baño. Aproximadamente a las 6:15 p.m. un gran carro negro se estaciono frente a la arena. Presidente Ikeda se bajó del carro: cargué a mi hija para que esta pudiese verlo. Era difícil verlo porque se encontraba lejos, sin embargo les dije a mi hija e hijo que al menos podríamos verlo aunque fuese en la distancia.

En ese momento, justo cuando Presidente Ikeda iba a entrar al lugar, se volteo y nos miró y comenzó a caminar hacia nosotros. Cuando llego adonde estábamos, tomó a Kathy en sus brazos y estrecho la mano de mi hijo y la mía. Se disculpo por habernos hecho esperar tanto tiempo. Jamás olvidaré ese momento ni el tremendo agradecimiento que sentí hacia Presidente Ikeda! Aún cuando era un miembro nuevo, sentí una tremenda conexión con él. Me conmovió profundamente su calidez y su misericordia. Ese día supe que deseaba dedicar mi vida a Kosen Rufo junto a Sensei. A partir de ese momento jamás he perdido ese sentimiento y desde entonces he dedicado mi vida a la felicidad de mi familia y de los miembros.

En 1990, Presidente Ikeda vino a los Estados Unidos, y tuve la oportunidad de asistir a reuniones con él y escuchar sus orientaciones. Esto consolido mi determinación de hacer todo lo que pudiese aún con mayor intensidad. Sentí que era el momento de que la División de Caballeros creciese y desarrollará su fe, por ello decidí llevar a cabo reuniones de caballeros todos los sábados a las 8:00 a.m. La mayor parte de las veces éramos dos o tres caballeros en la reunión y muchas veces yo era el único asistente, pero sin vacilar yo realizaba las reuniones todos los sábados en la mañana, sabía que debía hacer algo para que estas reuniones fuesen un éxito. Comencé a entonar daimoku mínimo una hora al día y visité a tanto caballeros como me fue posible. Esta fue mi campaña para dar respuesta a Presidente Ikeda.

Ahora los sábados, tenemos entre 60 y70 caballeros en nuestras reuniones. Estudiamos los escritos de Nichiren Daishonin (Gosho), la Nueva Revolución Humana y las orientaciones del Presidente Ikeda. Nuestra división de caballeros es muy afortunada porque casi todos los sábados contamos con la presencia de un encargado mayor de la SGI-USA en nuestra reunión. Lo más grandioso es que la división de caballeros no solo crece en número sino también en la fe.

Al final de 1990, nos enteramos de que Nikken le informó a Presidente Ikeda que ya los miembros no podríamos asistir al templo. Yo estaba sorprendido: no podía creer que el sumo prelado hubiese hecho eso. Me enfurecí mucho y me sentí muy triste por Sensei. Me di cuenta que no había otra cosa que hacer sino entonar daimoku para apoyar a Sensei. Comencé a tener sesiones de daimoku en mi casa luego de las actividades de 9 a10 p.m. de lunes a viernes. Esto lo inicié en 1991 y hoy por hoy todavía continuo. Presidente Ikeda siempre ha dicho que desea que nos convirtamos en verdaderos líderes del Kosen Rufu dando prueba real de la grandeza del Gojonzon en nuestra vida diaria, y nos convirtamos en maravillosos ejemplos de una feliz familia Gakkai. Mi familia y yo entonamos daimoku diariamente para convertirnos en esa clase de miembros de los que habla Sensei.

Me siento muy orgulloso de mi familia. Todo ellos luchan fuertemente por Kosen Rufu. Mi hijo George esta casado y tiene una hija. Tiene su propia empresa de importación y exportación y le va muy bien. Kathy y Kimie, mis dos hijas, desde muy jóvenes tuvieron la fuerte determinación de algún día trabajar junto a Presidente Ikeda por Kosen Rufu. Ambas han hecho sus sueños realidad. Mi hija Kathy ha estado trabajando para la Universidad Soka de America en Aliso Viejo y Kim comenzó a trabajar en las oficinas de la SGI-USA.

He recibido muchos beneficios de esta práctica y mi vida ha cambiado enormemente. Me tomaría muchos días compartir mis beneficios y experiencias con ustedes. Me gustaría concluir expresando cuanto agradezco a mi esposa por su fe firme y por no haberse rendido ni por un momento. También agradezco a mis hijos por haber entonado daimoku para que yo me convirtiese en un buen padre y haberme ayudado en mi práctica. Especialmente le agradezco a Presidente Ikeda por legarnos esta maravillosa organización y por siempre alentarme con sus orientaciones las cuales me han ayudado a practicar correctamente y a convertirme en la persona que soy hoy.

25.7.05

Música del corazón: Un tesoro y un arma para la paz


Por Néstor Torres, SGI Estados Unidos.

"De modo que ocurrió lo impensable", pensé mientras veía caer las torres ese día.
Era un hermoso día en Beverly Hills, apenas comenzando lo que se suponía sería un gran día (y noche). Esa noche era el espectáculo de los Premios GRAMMY latinos, y yo estaba nominado en la categoría de Mejor CD Instrumental Pop.
Si bien por lo general no me entusiasmo con los premios, la nominación de ese año significaba mucho para mí. Verás, "This Side of Paradise"
(Este lado del paraíso), el disco compacto por el que estaba nominado, incluía "Paz Pa' Vieques" (Paz para Vieques), una canción que escribí y cuyo tema se refiere al uso de esa isla por la Armada estadounidense para ejercicios militares. [Vieques –con una población de 8.000 habitantes– es una pequeña isla a poca distancia de la costa este de la isla caribeña de Puerto Rico, mi tierra natal. Por 60 años la Armada ocupó la isla, causando grandes sufrimientos al pueblo y dañando gravemente el medio ambiente. Finalmente salieron en mayo de 2003].
La disquera no estaba interesada en la canción, así es que yo mismo pagué para que sea incluida, de modo que me sentía algo reivindicado con la nominación. Está de más decir que los GRAMMYs latinos no se realizaron esa noche.
Cuando golpea un desastre cambian las prioridades.
Lo que posiblemente hubiese sido una de las noches más importantes de mi carrera se convirtió en una fecha trágica que ha definido el comienzo del siglo XXI. Por esa razón, ganar el GRAMMY latino o cualquier otro premio se convirtió en algo sin sentido, sin significado. ¿Qué importaba si ganaba el más grande honor de la industria musical si mi trabajo no podía ayudar a detener esa barbaridad, esa crueldad? Yo estaba indignado, angustiado, pero había una horrible sensación de reconocimiento.
Es una triste verdad que vivir en un mundo donde la dignidad de la vida humana se viola como un hecho cotidiano nos hace a todos vulnerables a la desesperanza, la ira y la violencia que esto engendra. También engendra apatía e indiferencia, los sutiles pero letales males nacidos de esa crueldad.

Momento crucial
Y así fue que el día en que iba a ser un ganador, se convirtió en un dramático y crucial momento de la historia humana y de la historia de mis amados Estados Unidos de América. Personalmente, yo decidí que no tenía otra opción que descartar mi identidad superficial o transitoria como músico y revelar mi aspecto más profundo y verdadero como un "Guerrero de la paz". El 11 de setiembre repicó la campana de la revolución; de mi "revolución humana".
"Una gran revolución de carácter en una sola persona ayudará a alcanzar un cambio en el destino de una nación, y, más, originará un cambio en el destino de toda la humanidad".
Del prólogo de la épica novela del presidente de la SGI Daisaku Ikeda, La revolución humana, estas son palabras que resuenan eternamente como un llamado a las armas espirituales para muchos practicantes del Budismo de Nichiren en todo el mundo.
Yo he venido invocando Nam-myoho-renge-kyo por más de 20 años, y estas palabras funcionan como un importante factor motivador en mi vida y mi fe budista.
Antes de practicar el Budismo, mi visión respecto a mi propia vida y a mi rol como músico era muy diferente. Al comienzo, yo estaba buscando respuestas a preguntas fuertes: la vida y la muerte, la desigualdad, el sufrimiento... . Nunca pude encontrarlas. Simplemente no había alegría alguna en mi vida. Conforme desarrollaba mi talento musical, en todas partes me sentía fuera de lugar y me mantenía solo la mayor parte del tiempo. Después, cuando me mudé a la ciudad de Nueva York y comencé a tocar profesionalmente, la actitud de mis amigos músicos, especialmente algunos a quienes consideraba mis ídolos musicales, desacreditaron cualquier sensación de asombro por hacer música.
El descubrimiento y la práctica del Budismo de Nichiren cambió todo eso dramáticamente. Conseguí respuestas, la felicidad se hizo una experiencia más familiar y comencé a apreciar y a disfrutar haciendo música. Lo más importante es que desarrollé un sentido de propósito, un significado más profundo para mi música.
Poder recordar el ilimitado potencial de la vida individual; poder extraer, una y otra vez, las verdades más fundamentales: el poder absoluto e infinito de la vida de un ser humano –la mía incluida– para transformar el futuro de la humanidad, cada persona en su propia y peculiar manera. Esa es la razón por la que practico el Budismo de Nichiren. Y fue mi práctica budista la que me posibilitó superar mi frustración y consternación por los ataques terroristas del 11 de setiembre. Ese día decidí que mi obra, a partir de ese momento, tendría que hacer una mayor diferencia. Desde entonces, he utilizado mi música como una "arma para la paz".
Hablando francamente, esto no es fácil de hacer. Por eso las palabras y orientaciones del señor Ikeda son tan importantes para mí:
"Si, como creo, la mayor tarea de la humanidad conforme avanza del siglo XX al siglo XXI es eliminar de una vez por todas la hostilidad y el derramamiento de sangre que desfigura la Tierra hoy, entonces la música, que permite a las personas comunicar mutuamente sus más profundos sentimientos, con seguridad está destinada a jugar un importante rol. Ofrece los medios más poderosos y efectivos con los cuales atacar la búsqueda de esa tarea".
La música tiene poder –no, la música ES poder. La música es vida.
¿Pueden imaginar un mundo sin ella? Sin canciones, sin melodías, sin ritmo. Verdaderamente, donde no hay música, no hay vida, no hay humanidad.
Yo creo firmemente que el propósito de uno, su corazón, se expresa por todo el proceso creativo, está destinado a afectar los corazones e intenciones de la gente que está expuesta a la obra; en mi caso, la música que escribo y ejecuto.

De corazón a corazón
Mi disco compacto "Tesoros del corazón" fue inspirado por una declaración en uno de los escritos de Nichiren: "Más valiosos que los tesoros de los cofres son los tesoros del cuerpo, y los tesoros del corazón son los más valiosos de todos".
Con esto en mente, todos mis conciertos y grabaciones están basados en asegurar que cada persona involucrada –audiencia, músicos, técnicos, acomodadores y recaderos– sean tratados y se sientan como los participantes valiosos y dignos de respeto que son.
Además, mis actividades como disertante y educador tienen ahora una mayor prioridad, así como mi compromiso con los niños y las actividades de promoción de la paz con el ICAP (siglas en inglés de Comité de Artistas para la Paz), el GRAMMY en las escuelas, Artes para el aprendizaje, y otras.
El Sutra del Loto contiene la verdad clave de la enseñanza de Shakyamuni –que cada vida, todos los seres vivientes, son dignos de respeto. Transformar, crear y vivir en una sociedad donde el respeto y la reverencia por la santidad de la vida son primordiales es la única alternativa para nuestra especie, y en verdad, para nuestro planeta, si no sólo queremos sobrevivir sino prosperar.
Por lo tanto, he decidido que mi misión como artista, como artista y como ser humano, será tocar, revitalizar y rehumanizar el corazón de cada persona, uno a la vez.
En cuanto al GRAMMY latino...
Lo recibí en Los Ángeles, California, el 30 de octubre de 2001, en una modesta y sincera ceremonia, donde acepté este gran honor no como un reconocimiento por la obra ya realizada, sino más bien como un punto de partida y referencia desde la cual mi música y obra pudiera inspirar esperanza y humanidad en el corazón de cada oyente.

8.6.05

Mostrando mi Verdadera Identidad

EXPERIENCIA de GABRIEL MAZZEI
Miembro de SGIV. 04-2005
¡Cuán difícil resulta describir los instantes de nuestra vida que conmueven hasta las fibras más escondidas de nuestro ser! Mi nombre es Gabriel Mazzei, tengo diez años de práctica Budista y es tanto lo que me ha ofrecido mi fe que sería muy extensa la descripción de todos los beneficios recibidos.

Conocí el Budismo de Nichiren Daishonin por medio de un amigo el año 1981, hace ya 24 años, pero esa fue apenas la siembra de la semilla en mi vida ya que comencé a practicar de manera constante el 1º de Junio del año 1994, mi momento tuvo que esperar casi 13 años. Fue mi esposa quien me hizo Shakubuku el día de su cumpleaños y desde entonces no he dejado de entonar la Ley.

¿Qué había sido mi vida? Tendría que definirla como un tren repleto de vicios y conductas equivocadas, no dudo en aseverar que mi tendencia de vida eran los cuatro mundos más bajos (Infierno, Hambre, Animalidad, Ira).

La felicidad que creía poseer se alimentaba de superficialidades e ilusiones, ¡Qué efímera resultaba mi alegría!, ¡Qué duros los momentos de tristeza que agobiaban mi vida que perdía su rumbo con cada segundo que pasaba! Comencé a fumar cigarrillos a la edad de 14 años, ¡Qué torcido el concepto de moralidad que tenía! El humo que despedían mis pulmones nublaban mi visión de futuro. ¡Qué débil se hacia mi vida en sus comienzos frente a lo que significaba respetar mi existencia! Me encontraba en franca rebeldía contra lo que había en mi entorno: el divorcio de mis padres, mis relaciones personales que no eran muchas y una soledad que me agobiaba. Cuando me gradúo de bachiller, consigo ir al exterior a realizar mis estudios de arquitectura. En ese país me dediqué, entre otras cosas, a reafirmar mis vicios y mis tendencias. Esta vez le tocó a las drogas y vaya que las conocí: tuve siete años de adicción, hipnotizado en un mundo que apenas me hacía notar mis responsabilidades.

Dejé las drogas gracias a un esfuerzo personal por mejorar mi futuro y un miedo inmenso a una sobredosis de cocaína, pero seguía fumando y bebiendo con regularidad, así fueron pasando los años, con los altibajos con los que me conectaba casi siempre, huyendo de mis responsabilidades y dándole la espalda a mi realidad.

En el año 94, cuando comienzo a practicar el Budismo de Nichiren Daishonin, mi vida comienza a cambiar. No obstante, mis vicios seguían atacando el aprecio por mi vida y sin darme cuenta, fui destruyendo lo poco de arterias que tenía mi corazón. La alimentación desbalanceada, plena de grasas y desordenada, el cigarrillo, el licor y una terquedad que torcía los mensajes que me enviaba mi entorno, fueron poco a poco obstruyendo el amor que tenía por mi mismo. Participaba activamente en las actividades de la SGIV, al tiempo que me nombraron encargado de Grupo y asistente de Distrito. A pesar de muchos cambios en mis hábitos y transformaciones de mis venenos, que bastante me hicieron sufrir, había aspectos de mi mismo que no quería ver. Aspectos en los que mi oscuridad fundamental tomaba ventaja frente a mi Budeidad. Mis tendencias me dirigían hacia una muerte segura y mi práctica me protegía de mi mismo.

Mis fuertes problemas de salud comenzaron a manifestarse hacia el año 2000. La cúspide de todo este proceso de causa y efecto fue en septiembre de 2003, cuando me dio un infarto estando a solas con mi hija en nuestro apartamento de San Antonio de los Altos, fue en ese instante cuando comprendí el verdadero valor que tenía mi vida y decidí vivir. “Una vida vale mas que todos los tesoros del universo”, dice Nichiren, y “un día de vida tiene más valor que cualquier posesión en la tierra”, ¡Cómo retumban aún esas palabras en mi corazón! ¡Quiero vivir!, pero ¿qué estaba haciendo para vivir, para mantenerme con vida? Francamente, no me estaba ayudando mucho, a pesar de ciertos cambios en mi actitud hacia las reglas que manejan la vida, algunos aspectos que sabes que has mejorado y te hacen sentir mejor contigo mismo, seguía fumando y bebiendo y aún no entendía las palabras de respeto que transmite nuestro mentor Daisaku Ikeda sobre la vida y la salud.

Acudí al médico para saber cómo me encontraba, el cardiólogo me mandó a hacer un sinnúmero de exámenes antes de tomar cualquier decisión. Hacia el mes de Octubre de 2003, me hacen un cateterismo, diagnosticándome una fuerte obstrucción en la arteria ilíaca inferior izquierda (95%) y varias obstrucciones en las coronarias, la derecha con dos obstrucciones del 70% y la izquierda con una obstrucción del 25% y otra del 40%. La conclusión del Doctor fue la de colocarme al menos dos stents (una especie de tubo con malla que abre las obstrucciones), uno en la ilíaca y otro en la coronaria derecha. Para ese entonces, comenzaba esa carrera entre la existencia y la no existencia, comenzó para mí el proceso para entender qué tenia en mi vena de practicante de Budismo y cómo entendía mi práctica, si estaba en lo correcto o mi equivocación me llevaba a la muerte; comprendí que el Budismo tiene una sola interpretación, que las palabras de Nichiren sólo poseen una dirección, el respeto a la dignidad de la vida, el aceptar nuestra Budeidad y estar convencido de la eternidad de nuestras existencias.

La empresa de Seguro a la que estoy afiliado me negó en ese momento, las intervenciones futuras, por clasificar mi enfermedad arterial como preexistente. Llegó a tal punto, que, estando en la sala de operaciones, afeitado y presto a ser intervenido, me pararon de la mesa de hemodinamia y me dijeron que me fuera para la casa. La lucha encabezada por mi fe y mi entonación de Daimoku, comprendiendo que tenía que cumplir con la misión de apoyar el crecimiento de la SGIV en el distrito donde era asistente, el han donde era responsable y mi futura lucha en los Altos Mirandinos, con el entendimiento de que mi vida es valiosa y es digna de respeto, todo ello fue motivo suficiente para que aprobaran la colocación de un stent en la ilíaca izquierda ya que si no se efectuaba esa intervención tenía un alto riesgo de perder la pierna a corto plazo. Fui a la clínica el día pautado y otra vez a punto de ser intervenido fui parado de la mesa de intervención porque al médico se le había olvidado pedir el stent correspondiente. No fue sino una semana después (el 11 de Noviembre) que me colocaron la pieza correspondiente en la arteria. ¡Qué bueno!, me dije a mi mismo, la práctica me protegió de perder una pierna y me dio aliento para seguir adelante. Pero.... ¡qué cosas!, la vida no es un juego, y yo seguía fumando y bebiendo. Aprendí a darle valor a mis esfuerzos, pero todavía no comprendía del todo lo que era respetar mi existencia, parecía que cierta parte de mi no quería vivir, habían aspectos a los que parecía temerle y no abría los ojos frente a ello.

Cuando hacía mis oraciones, tenía la convicción de seguir adelante, hasta que un día, esos en los que comienzas a analizarte frente al Gojonzon, me di cuenta de lo perdido que estaba. Oraba sin saber qué quería, oraba por un futuro mejor sin saber cómo sería mi vida en 5, 10, 15 ó 20 años. Había perdido la visión de mi futuro, sentí que había perdido mis sueños, ¡qué duro golpe me di!, ¡Cómo estrellé mi percepción de mi mismo!, ¡No sabía quién era ni qué quería! A pesar de justificarme, mi enfermedad me cegó y por un momento me dejé arrastrar. ¡Qué Karma!, me decía, me aferré al Gojonzon y decidí vivir...

Mi vida tenía una fuerte lucha, mi estado de Buda contra mis tendencias negativas, abrir los ojos o seguir ciego, asumir la responsabilidad de mi vida o terminar de destruirla, intentaba reafirmar que “el Gojonzon existe sólo en nuestra carne mortal de gente ordinaria que abraza el Sutra del Loto y entona Nam Myojo Rengue Kyo”.

A medida que pasaban los días mi salud se iba deteriorando, al punto de sufrir anginas de pecho (mal llamadas pre-infartos) casi a diario. De nuevo los exámenes y las pruebas: me hicieron un eco doppler con dobutamina en el que me diagnosticaron isquemia miocárdica y fallas en el ventrículo derecho. El médico decidió hacerme otro cateterismo y colocarme entre dos y tres stents. Otra vez comenzaba una lucha aparentemente económica contra las limitaciones que nos ponía, entre otros, la empresa de seguros, ya que sólo aprobaba la colocación de un stent, costando cada uno entre tres y cuatro mil dólares. Mientras pasaban los días mi salud se deterioraba debido a las obstrucciones coronarias que tenía, y aunque ustedes no lo crean, yo todavía fumaba y bebía y ya lo hacía a espaldas de mi esposa, a sabiendas del daño que me estaba haciendo. Las mentiritas “blancas” que uno cree no le hacen daño a nadie.

Cuando mi futuro comenzó a vislumbrarse, las llaves del corazón abrieron las puertas de mi vida. Cuando desperté a mi misión, mi contacto con el mundo exterior tuvo sus frutos: el seguro aprobó un stent, la empresa que suple los stent a las clínicas y hospitales me donó el segundo, y el tercero lo conseguí gracias a una gran amiga (ex esposa de mi Papá), quien me regaló 2500 dólares, y mi esposa que disponía del dinero faltante para completar la adquisición de ese tercer stent. Todo parecía bien encaminado a intervenirme el 28 de Febrero de este año.

Me sentí muy animado por el gran apoyo de mi esposa, de mi familia, amigos y por supuesto, los miembros de la SGIV y mis responsables, así que me tracé la meta de que el 23 de Febrero tendría definido lo que tenía que hacerse. El 22 me dieron dos fuertes anginas de pecho, fui hospitalizado el 23, entrando por emergencia, haciéndose el cateterismo ese mismo día, tal como lo había decidido, definí mi vida ese día. No me pudieron colocar los stents debido a un aumento bastante fuerte de las obstrucciones que antes tenía. Lo cierto es que descubrieron que la coronaria derecha estaba amputada (100% obstruida), la coronaria izquierda estaba tan deteriorada que tenía todos los ramales con obstrucciones superiores al 50%, el tronco de las coronarias igualmente se encontraba obstruido. El médico no podía creer lo que veía, se preguntaba cómo seguía con vida y justamente en ese milagro que es vivir surgieron dos ramales de la coronaria que estaba totalmente obstruida (la derecha). La solución entonces era colocar unos Bypass y la operación tendría que esperar una semana debido a que estaba tomando un anticoagulante. Teníamos, entonces, la disyuntiva entre el irme a casa o quedarme hospitalizado, pero por lo delicado de mi salud y por lo inestable que me encontraba, tuve que quedarme esa semana de espera, hospitalizado. Fui visitado por mis compañeros de fe, ¡Qué hermosa es nuestra Organización!, ¡Cómo el apoyo de todos mi compañeros de fe lo sentía correr por mis venas!, ¡Qué sensación tan bella es saber que cuentas con todos los amigos del mundo! Un verdadero ejército de Bodisatvas de la Tierra que te abrigan y protegen, ¡qué orgulloso me siento de la Soka Gakkai y qué compromiso tan grande me puso la vida!, ¡No me permitiría quedarle mal a ninguno de los miembros de mi Organización!, ¡No haría sufrir mas a los que amo!, ¡Tenía que vencer sobre mi mismo, sobre mis temores!, ¡Tenía que triunfar para demostrar mi amor por las personas que dependen de mi y de mis luchas (mis hijos, mi esposa, mis padres, mis amigos, tanta gente...)! Esta vez la decisión de vivir iba acompañada de la firme determinación de no fumar y de no beber, como lo he hecho desde entonces, y con la convicción de luchar por cumplir con mi misión de vida, luchar junto a Ikeda Sensei por alcanzar los objetivos de Kosen Rufu.

Mi esposa me alentaba constantemente, me daba fuerzas para seguir adelante. Imagino su lucha y mi corazón se infla de orgullo al saber que la tengo a mi lado, luchando codo a codo junto a mí.

El jueves 3 de marzo salí de la operación. Me colocaron un bypass, sustituyendo la coronaria izquierda casi en su totalidad desde el tronco, por la arteria mamaria izquierda. La arteria coronaria derecha no se sustituyó por ninguna otra, ya que su obstrucción venía desde el tronco. Comenzaba una vez más otra batalla: ahora contra el dolor, contra la desesperación y la impotencia. Las primeras 16 horas post operatorias fueron muy duras, de hecho hice 14 horas consecutivas de Daimoku para no enloquecer. A mi lado en la Unidad de Cuidados Intensivos, tenía a dos personas que fueron operadas del corazón al igual que a mi, recuerdo el sufrimiento de esos dos seres humanos y su desesperación, en mi Daimoku los incluí y en mi dolor los comprendía.
Poco a poco fui dando síntomas de mejoría a tal punto que el domingo me querían dar de alta, yo solicité quedarme hasta el martes cosa que aceptaron, el asombro del personal de la clínica era inmenso frente a mi actitud y mi mejoría.

Nuestra Misión, he ahí el sentido de nuestras vidas, es ahí donde mi existencia en este mundo comenzó de nuevo, en descubrir mi Misión, convencerme de ella y tener el coraje de luchar por alcanzarla y hacerla parte de mi. Ahora comienza una nueva etapa, una lucha que casi termina con mi vida hace que me determine a conseguir mi futuro con mis luchas del presente, asumir mi responsabilidad como miembro de la Soka Gakkai luchando codo a codo con Ikeda Sensei, responsabilizarme por mis seres queridos y todos los miembros de la organización, culminar el libro que escribo desde hace 12 años, organizar el grupo de traducciones de la SGIV, apoyar para la creación de la Biblioteca de la SGIV, apoyar a mis encargados y miembros de la División de Caballeros y Grupo Alborada, hacer que nuestro país sea la tierra del Buda. Si continúo irán a decir que lo quiero hacer todo a la vez, no se equivocan… Cuando creí que no había nada… encontré al final de ese túnel, que representa mi actual existencia, una luz que reafirmó mi fe, que hizo que viviera de nuevo.

Hoy, una vez más, la SGIV me ofrece otra oportunidad, ofreciéndome una hermosa responsabilidad en los Altos Mirandinos, aprovecharé al máximo esta oportunidad, definitivamente. ¡Gracias Gojonzon!, ¡Gracias a mi esposa!, ¡A todos y absolutamente todos los miembros de la Organización!, ¡A mi familia y amigos! El agradecimiento que siente mi corazón tendrá sus frutos en la medida en que todos comprendamos la importancia de nuestras vidas y el valor que le damos a ellas. Mi deuda con el Universo es inmensa y mi lucha será saldarla... una vez más:
¡¡¡Gracias!!!

30.5.05

Experiencia Mi Cáncer, Mi Victoria

Autor: Ariel Ricci SGIB

Al final del día 05 de Abril de 2005, algo extraño comenzó a manifestarse en mi organismo. Simplemente, no conseguía orinar y como consecuencia, sentía la vejiga hinchar.
La mañana siguiente, mi esposa Marly conversó con una doctora, que trabaja en la misma clínica, y ella le dijo para que yo fuese a una consulta con su padre, uno de los más reconocidos especialistas en vías urinarias de la ciudad y marcó la consulta con su padre para esa misma mañana, en su clínica particular.
Cuando llegamos, supimos que era su cumpleaños y que no iría trabajar ese día. Estaba yendo sólo para atenderme, y gratuitamente.
Luego de una breve consulta, el médico indicó la colocación de una sonda.
Al ser colocada, expelí tres litros de un líquido del color de Coca-Cola.
El doctor pidió una serie de exámenes a ser realizados en su propia clínica, sin ningún gasto para nosotros, ya que no tenemos planes de salud.
El día 11, retiré la sonda y, nuevamente, no conseguía orinar. Volví a la clínica y fue colocada otro tipo de sonda, permanente.
El día 13, tanto de mañana como a la tarde, hice los exámenes prescriptos en la mejor clínica urológica de la ciudad, gratuitamente.
La mañana del día 18 de Abril, con los resultados de los exámenes, el médico diagnosticó lo que ya me imaginaba: cáncer. Pero en la vejiga y no en la próstata.

El tratamiento debería ser realizado a través del sistema de salud pública.
A la tarde, llamaron de la clínica a mi esposa informando que se habían olvidado de entregarnos el resultado de un examen. Cuando Marly fue a retirar el resultado, se encontró con otro de los socios de la clínica, también un conceptuado especialista en vías urinarias y cirujano, que le preguntó qué estaba haciendo ahí. Informado de mi enfermedad, le dijo para que fuéramos a la mañana siguiente al Puesto Municipal de Salud Pública que él mismo nos atendería!
En ese mismo día, escribí para tres grupos budistas que integro a través de la internet (uno en portugués y dos en castellano) lo siguiente:
Mi cáncer, mi victoria!
Ayer, 18 de abril de 2005, recibí la noticia de que estoy con cáncer en la vejiga y que tendría que ser operado y posteriormente hacer tratamiento.
El motivo de estar escribiendo para Uds. es para contar mi decisión de lucha y tratar de alentar a quienes están sufriendo la maldad de la enfermedad.
En el instante que recibí el diagnóstico del médico, acrediten, sentí una sincera y profunda alegría.
En un instante, volví a mi punto primordial, a Kuon Ganjo.

Mentalmente, agradecí al Gohonzon por darme la oportunidad de enfrentar este desafío, con la certeza de que, como en otras ocasiones, también conseguiré manifestar, a través de mi lucha, de mi fe, de mi daimoku, la prueba real de esta práctica maravillosa.

Conocí el Budismo, en esta existencia, en 1995. Con menos de tres semanas de práctica, comprendí en lo más profundo de mi vida que soy un Buda y supe cual es mi misión en esta existencia. Luego enseguida, mi vida recordó uno de los principios fundamentales del Budismo: como Bodhisattva de la Tierra, vengo propagando la Ley existencia trás existencia, lo que nos permite, cada vez que vamos a renacer, crear a propósito el karma adecuado para cumplir nuestra misión.

Es por eso que Ikeda Sensei siempre nos enseña que no debemos pensar en karma y sí en misión.
Por eso, si hoy estoy con cáncer es porque yo escogí nacer con esas circunstancias y a través de mi victoria mostrar la grandiosidad de la Ley.
Eso, sinceramente, y haber acumulado mucha buena fortuna en las existencias pasadas! Por eso mi felicidad frente al desafío que ya comencé a enfrentar.
Cuando llegué en casa, abrí el butsudan para ofrecer al Gohonzon mi más poderoso daimoku de agradecimiento. Y la primera cosa que vino a mi mente fue la lucha de Pascual Olivera contra el cáncer. Muchos de Uds. se acordarán de cuanto, en aquella época, me identifiqué con su lucha, incluso traduciendo al portugués su lucha y sus palabras de aliento. Nunca entendí la profunda causa que me unía a Pascual. Hasta hoy. Poder enfrentar el mismo desafío que Pascual es, para mi, un gran privilegio.
Pueden estar seguros que estaré a altura de él.

Pero, vivir mucho para qué? Cómo vivir?
Algunos años atrás, hice un juramento de vivir hasta 10 años después de la muerte de Sensei para, como discípulo, luchar para mantener la pureza de sus enseñanzas.
Determiné vencer la maldad. Determiné vencer el cáncer. Y cuando un Buda determina la victoria delante del Gohonzon, crea la causa para la victoria. Sólo falta mi daimoku para hacer manifestar el efecto de esta causa.
Para eso, cuento con el poder del Gohonzon, el poder de la Ley y el poder de mi práctica y de mi fe. Y principalmente, cuento con las orientaciones de Nichiren Daishonin y de Ikeda Sensei.
A él ofrezco mi lucha y mi victoria.
Nam-myojo-rengue-kyo.

El día 19, fuimos al Puesto de Salud Pública Municipal en el horario indicado por el médico, a las 7:30 hs. Había pocas personas aguardando, algo raro en Brasil (lo común son largas colas) y fui el primero en ser atendido por el especialista en vías urinarias. Analizando los resultados de los exámenes, confirmó el diagnóstico de cáncer e informó las diferentes opciones de tratamiento. Todas pasaban por procedimientos quirúrgicos y, en última instancia, dependería del cuadro que se encontrase en la primera opción, que sería la tentativa de retirada total del tumor a través de la uretra, sin necesidad de corte.

Pero, como ese cáncer ya estaba en mi organismo por aproximadamente dos años, no se descartaba la retirada total de la vejiga o de otros órganos que pudiesen estar afectados. Como todos sabemos, la peor hipótesis en un cáncer es que se haya extendido de tal manera que sea imposible su cura.
Al final de la consulta, el médico solicitó mi internación en el Hospital Regional, de la red pública.

Ese mismo día, determiné acabar con la sangre en la orina, porque ya había cumplido con la función de alertarme respecto de la enfermedad.
El día 20, viajé para São Paulo e hice shakubuku a dos funcionarias del Consulado del Uruguay que conozco hace más de 20 años.
Después del almuerzo, conversé con mi antiguo dirigente, un veterano en la práctica, que una vez más fue riguroso y me dijo que yo no podía morir ahora porque tenía que cuidar de mi papá de 85 años y, así, cumplir mi función de hijo.
Volviendo para mi ciudad, hice shakubuku a una joven madre desesperada por problemas de desarmonía familiar.
El día 21, ya no había ningún rastro de sangre en mi orina!
El 26 de Abril, escribí el siguiente mensaje para mis compañeros budistas de internet:

La Gran Victoria
La mayor victoria, la verdadera victoria, ya fue conquistada.
Esa victoria se llama "volver al punto primordial".

Había dejado que mi mente dominase mi vida, filosofando y cuestionando (cosa de seudo-intelectual), lo que yo llamo de "síndrome de Sharihotsu".
Así, mi fe fue abalada y, como reflejo, mi práctica también.
Por ese motivo, no veo esta enfermedad como un sufrimiento sino como un beneficio. Fue necesario un hecho tan grave para retornar al juramento que hice en Kuon Ganjo junto al Buda Original.

Cuando escuché el diagnóstico, sentí que esta existencia toda estuve esperando por ese momento. Me acordé de la respuesta de Nichiren a Shijo Kingo cuando iba a ser decapitado...
Mi daimoku volvió a surgir desde lo más profundo de mi vida. Un daimoku sin cuestionamientos. Un daimoku vivo, libre, espontáneo, alegre, vibrante, al punto de estremecer el Universo. Ese es el beneficio! Esa es la verdadera victoria!

Y esa es la manifestación de la benevolencia del Gohonzon!
Al mismo tiempo, no existe la posibilidad de lamentarse. Es vencer o vencer!
Entonces, nos deparamos con nuestra esencia. Es en momentos así cuando se hace más viva aquella enseñanza de Sensei en el sentido de que "no importa el cargo dentro de la organización o la posición social"... No existe nada más allá de la fe, del Gohonzon y del daimoku. Es en ese instante que nuestra vida determina cumplir la misión o ser derrotado. Nadie puede vencer esa batalla por nosotros.
Es evidente que en el momento que estoy viviendo, acabamos reflexionando mucho. Eliminamos lo superfluo y ahondamos en lo esencial. Otro beneficio.

Nos acordamos que somos Budas de Kuon Ganjo. Nos acordamos que no somos diferentes en nada de Nichiren Daishonin y de Ikeda Sensei, que podemos lograr la sabiduría, determinación y coraje de ellos. Sólo depende de nuestro daimoku.
Qué hacer, entonces?
Mostrar a la gente como vive, como lucha y como vence un discípulo de Ikeda Sensei, un budista!
Esa es nuestra función, realizar el shakubuku.
No existe otro motivo, a no ser el shakubuku, para estar enfrentando este desafío!
La gente tiene que mirar en nosotros y percibir que somos "diferentes"... Por la manera corajosa como encaramos la adversidad, por nuestro aspecto radiante frente a la situación que es "terrible" para el mortal común. La gente tiene que sentir "admiración" por nuestra tranquilidad, por nuestra determinación, por nuestra capacidad de alentarlos con nuestra lucha, con nuestra vida. La gente tiene que sentir el deseo de saber de dónde surge esa energía vital que nos lleva a vencer esas circunstancias. Como resultado de esa lucha, de ese daimoku, la vida de esas personas "pide" para que hagamos shakubuku!

Cómo no sentirme feliz! Cómo no sentirme victorioso!
El día 02 de Mayo, fue retirada, definitivamente la sonda, volviendo a orinar normalmente.
Enseguida, llamaron del hospital informando que debía comparecer al día siguiente porque había sido marcada la cirugía para el día 11 de Mayo.
Al día siguiente, 03 de Mayo, llamaron nuevamente del hospital informando que había acontecido una oportunidad y preguntando si no gustaría de anticipar la cirugía en una semana y realizarla al día siguiente 04 de Mayo!
Eso pasaba al mismo tiempo que todos los medios brasileros estaban denunciando la muerte de jubilados por falta de atención en la red de salud pública!!!

Como explicar mi buena fortuna sino como el resultado de nuestro daimoku!
Decidí no anticipar la cirugía, porque no quería desperdiciar una semana de daimoku por el éxito de la misma.
No me sentía enfermo.
Mi organismo ya no manifestaba ningún síntoma de la enfermedad y llevaba una vida absolutamente normal.
Las personas que sabían de mi enfermedad, y se encontraban conmigo, se sorprendían con mi aspecto y buena disposición. Simplemente no creían que estuviese con cáncer.
El día 06 de Mayo, escribí otro mensaje a los compañeros budistas por internet:

El Gran Beneficio
Una compañera de Venezuela, se acordó del objetivo que yo había lanzado para el día 03 de Mayo de 2005 y me preguntó a ese respecto. Debo confesar que, analizando como mortal común, no llegué ni cerca de lograr ese objetivo. Y la causa es muy simple: yo fui flojo.
Pero, si analizo mi situación del día 03 de Mayo de 2005, como budista, la victoria fue estruendosa, mucho más allá de lo imaginado en la época que lancé el objetivo!
Dejando de lado los detalles, el objetivo era demostrar como, a través de la práctica del Budismo de Nichiren Daishonin, nada es imposible. Mostrar que toda y cualquier victoria está a nuestro alcance.
Conversando sobre ese tema con mi esposa Marly, una profunda conocedora del Gosho (en su sentido más profundo), supe que ella también había llegado a la misma conclusión. Y, para definir mi victoria, me dijo:
"También pensé sobre eso, y me acordé de la "Carta a Abutsu-bo"...
Perfecto!
Existe beneficio mayor que comprender, con la propia vida, que "yo soy la propia Torre de Tesoros"?
Eso es realmente maravilloso!
Comprobar con la propia vida aquello que ya sabíamos en la teoría...
El mensaje que deseo pasar para cada uno de Uds. es el siguiente:

Paren de pensar como mortales comunes!
Mientras enfrenten sus actuales circunstancias negativas como "karma", estarán pensando, sintiendo y actuando como mortales comunes. Esas circunstancias, se transforman así en un sufrimiento y nuestro daimoku en un lamento, un "pedido" al Gohonzon consagrado en el oratorio.
Por otro lado, si vemos esas mismas circunstancias como beneficio, como un medio para profundizar nuestra revolución humana, como algo que nosotros mismos elegimos con el propósito de cumplir nuestra misión, intransferible, de demostrar la veracidad del Budismo de Nichiren Daishonin, de demostrar con nuestra propia vida la veracidad de las palabras de nuestro Mentor, entonces, estaremos pensando, sintiendo y actuando como Budas.
Eso es "abrazar el Sutra del Loto".

Eso es haber conquistado la Libertad para nuestra práctica y para nuestra vida.
Un Bodhisattva de la Tierra que piensa como mortal común es una calumnia a la Ley.

Hoy, puedo encontrarme con mi Maestro, y mirándolo a los ojos, con una sonrisa decirle: "Gracias, Sensei! Yo vencí!".
El domingo 08 de Mayo, hicimos shakubuku a un matrimonio amigo. La esposa estaba con problemas de salud.
El lunes 09 de Mayo, alenté a una vecina, shakubuku de Marly, para venir a casa e iniciar su práctica y conocer mejor el Budismo de Nichiren.

El 11 de Mayo, me desperté pensando: "Un Buda se levanta para ir al hospital. Hoy es un día maravilloso en la vida de este Buda. Este Buda será operado y manifestará la prueba real. Hoy, una vez más este Buda será victorioso!".
Mi esposa y yo invocamos un profundo daimoku de agradecimiento.

Me interné en el hospital, a las 6:00 hs.
A las once menos cuarto de la mañana, entré en el centro quirúrgico e invoqué daimoku sansho.
Una hora y media después, mientras el médico terminaba el procedimiento quirúrgico, fui informado que la cirugía había sido un éxito y que el cáncer había sido totalmente removido!
La previsión de alta para ese procedimiento es de 48 hs., pero, yo tuve alta ya al día siguiente. Todas las enfermeras que hablaron conmigo durante el post-operatorio, no creían que no sintiese ningún dolor o que no hubiese sufrido ninguna reacción por la anestesia.

Al final de la tarde del día 12 de Mayo tuve el alta y volví para casa.
Después de algunos minutos, le pedí a mi esposa para que me acompañase a un pequeño paseo por las calles del barrio...
Al día siguiente, pasé por la panadería del matrimonio al que le habíamos pasado la Ley el domingo anterior para mostrarles "mi prueba real".
Perplejo con el hecho de estar andando y con un óptimo aspecto, el marido me dijo: "A pesar de no conocer bien la palabra que Uds. nos enseñaron (Nam-myojo-rengue-kyo), nosotros oramos por tu salud y queremos hacerles una visita para conocer mejor el budismo".

A la tarde, me entregaron en casa la nueva computadora que compramos de una empresa de São Paulo. Durante su instalación, hicimos shakubuku al técnico de la empresa que se manifestó muy interesado al saber que somos budistas. Antes de irse, hizo daimoku sansho delante de nuestro Gohonzon y determinó que haría daimoku durante los próximos 90 días, decidido a obtener su propia prueba real.

Al final de la tarde, fui a buscar a mi esposa en la clínica donde trabaja.
Hicimos shakubuku a la médico que había marcado la primera consulta con su padre y que diagnosticó el cáncer. Cuando su padre llegó para buscarla, no creyó, siendo uno de los mejores especialistas de la ciudad, que ya hubiese sido operado y estuviese en esas condiciones de salud! La próxima semana, ella y su novio, vendrán a nuestra casa para conocer el Budismo de Nichiren Daishonin y el Gohonzon. Existe retribución mayor que pasarle la Ley Mística a una persona con la que tenemos una deuda de gratitud?

En 22 días, desde que fue diagnosticado el cáncer, hasta hoy, realizamos 9 shakubukus y estoy alentando 2 shakubukus que me contactaron por internet en función de mi enfermedad.
Más, se engaña quien piensa que fue una victoria personal mía.
Se engaña quien piensa que realicé algo excepcional.
Mi único mérito fue mi fe en la Ley Mística y la comprensión de que mi lucha no era por mi vida y sí una lucha por el kosen-rufu. En ningún momento invoqué por mi vida, o para no morirme, y sí para manifestar, una vez más, la prueba real. Fue una batalla más de un Buda por el kosen-rufu.

Y, por este motivo, manifesté un gran poder de convocatoria, una poderosa cadena de daimoku, llegada de las diez direcciones, que pasó por lugares tan distantes como Noruega, Alemania, España, Francia, Japón, Canadá, Estados Unidos, México, Panamá, Venezuela, Argentina y de los cuatro rincones del Brasil...
Cómo esa oración podría no tener respuesta?
Por eso, mi victoria es la victoria de ustedes!
En última instancia, es la victoria de Ikeda Sensei que fue quien convocó a cada uno de ustedes para luchar en esta época por el kosen-rufu!
Mi eterno agradecimiento, por las tres existencias, a cada uno de ustedes que están construyendo el kosen-rufu.

3.4.05

Experiencia de Lee Shan Hwa - Penang

(publicado en “Cosmic”, Septiembre de 2001)
Traducido amablemente por Elizabeth Ryske

En 1973, contraje matrimonio con un malayo residente en Kaoshiong, Taiwan. Mi esposo, Tan Tiang Hock, es un hombre con los pies firmemente plantados en la tierra. De profesión veterinario, sus negocios eran en la industria ganadera.

A pesar de sus esfuerzos, los negocios no marchaban bien. Repetidos fracasos le causaron una pérdida de confianza en sí mismo como para seguir adelante. Algunos de sus mejores amigos solían decir: “Tiang Hock es un hombre bueno y honesto pero no tiene suerte! ”

En un tiempo mi esposo tuvo una granja de aves de corral donde criaba a miles de pollos. Necesitaba una gran cantidad de dinero para cubrir los costos de alimentarlos. El destino quiso que el precio de los pollos cayera abruptamente para entonces. No sólo fue incapaz de recuperar su inversión sino que además Tiang Hock terminó con grandes deudas. Fue muy desalentador escuchar de los amigos críticas tales como: “No tienes noción de cómo hacer las cosas adecuadas en el momento oportuno”.

Habiendo fracasado con las aves, mi esposo decidió criar cerdos. La crianza de estos animales requiere mucha atención, hay muchas tareas que atender y además es una labor sucia y maloliente. Sugerí a mi esposo cambiar hacia otra industria pero él se rehusó a escuchar.

En 1990, mi mejor amiga Chong Chooi Ngoh, me introdujo con gran entusiasmo al Budismo de Nichiren Daishonin. Me dio algunos ejemplares de la revista “Cosmic” y me alentó a tomar la fe, diciéndome con determinación: “Esta es una religión que responde a todas tus oraciones!”. Siendo ignorante y arrogante, rechacé sus buenas intenciones y silenciosamente hice un gesto de desprecio a sus “tonterías”. Incluso le dije que no fuera una tonta, haciendo propagación religiosa

Mientras tanto, yo estaba encerrada en mi pena. Me atormentaba ver cómo mi esposo adelgazaba día a día. Intentando resolver nuestra situación financiera, regresé a Taiwan para obtener algún dinero ayudando a mi familia en sus negocios de puestos de venta de comida. Le entregué ese dinero duramente ganado a mi esposo, para ser reinvertido en un nuevo emprendimiento. Pero éste se convirtió en un nuevo fracaso. Finalmente me pregunté: “¿Por qué la vida es tan dura conmigo?”

Un día, inconscientemente comencé a quejarme con una de mis amigas. Luego de escucharme, inmediatamente dijo: “Ambos están desperdiciando su buena fortuna en la vida. ¿Por qué no intentas invocar Nam - Myoho- Renge-Kyo?”

Ahora bien, ¿no fueron exactamente las mismas palabras que Chooi Ngoh me había dicho? Como esta muchacha conocía poco con respecto a la fe, le acerqué los ejemplares de “Cosmic” que Chooi Ngoh me había dado anteriormente, y comencé a estudiarlos seriamente. En uno de estos artículos (una orientación del Presidente Ikeda de SGI), encontré aquello que me dio aliento: “Basándose usted mismo en la Ley Mística, se manifiesta el ilimitado potencial de su vida, creando la energía que puede cambiar definitivamente su karma”.

Comencé a darme cuenta de lo único que es este Budismo. No habla de un poder que viene de afuera sino del poder que se encuentra en uno mismo para cambiar nuestro destino.

Esta repentina conciencia me hizo ver que el Budismo era realmente una gran filosofía de vida. Después de algunas consideraciones, decidí finalmente tomar la fe. Para sorprender a Chooi Ngoh, quien había sido mi primer contacto, le pedí a otra amiga que me llevara a una reunión donde pudiese aprender más acerca del Budismo de Nichiren Daishonin. Me llevaron al “Centro Budista Sutra del Loto”, donde la gente estaba entonando “Nam-Myoho-Renge-Kyo”, y no tuve dudas respecto a este lugar ni respecto a la práctica, y continué mis actividades durante medio año.

A los pocos meses desde que había comenzado a cantar daimoku, Chooi Ngoh me llamó nuevamente. Con excitación le conté las novedades: “ Chooi Ngoh, empecé a invocar Nam-Myoho-Renge-Kyo y además estoy participando en las actividades!”. Para mi sorpresa, quedó desconcertada y me preguntó “¿Dónde estás yendo? ¿Por qué no te he visto en las reuniones?” Cuando le dije el nombre del centro, ella me dijo exasperada: “Shan Hwa, has ido al lugar equivocado”.

¿Qué? ¿El lugar equivocado? Ellos invocan Nam-Myoho-Renge-Kyo, también!, le contesté. Fue allí cuando ella me hizo dar cuenta que existe una diferencia entre los centros administrados por la Secta Nikken y la Soka Gakkai. Le dije que me sería necesario saber algo más del tema, y prometí encontrarme con ella.

La búsqueda para discernir qué es el Bien y el Mal

Un día, solté una pregunta sobre mis dudas entre el Centro y la Soka Gakkai en el Centro Budista del Sutra del Loto de la Nichiren Shoshu. Las tres personas a cargo exclamaron: “Por supuesto, es diferente. El Gohonzon en la Soka Gakkai no procede del Sumo Sacerdote y es una falsificación que no tiene poder y no concede beneficio alguno”. “La Soka Gakkai no tiene Sumo Sacerdote ni monjes, el clero de la Nichiren Shoshu los excomulgó. No hay herencia, legado, ni el alma del Daishonin”. “La Soka Gakkai le rinde culto a Daisaku Ikeda como si él fuese su Buda”.
¿Podían ser ciertas estas explicaciones que me daban los seguidores de la Nichiren Shoshu?
Me sentí confundida y decidí tener una buena charla con Chooi Ngoh, y al encontrarnos le conté todo lo que había escuchado.

La persona de Soka Gakkai de Malasia que la acompañaba replicó directamente: “Shan Hwa, en el Gosho titulado “El verdadero aspecto del Gohonzon”, Nichiren Daishonin dice “nunca busque el Gohonzon fuera de usted mismo. El Gohonzon existe sólo en la carne mortal de nosotros, la gente ordinaria que abraza el Sutra del Loto e invoca Nam-Myoho-Renge-Kyo” (WND, pág. 832). En este Gosho, Nichiren Daishonin nos enseña que el Gohonzon no necesita provenir de un Sumo Prelado, en ningún lugar está escrito que podemos obtener la Budeidad sólo a través del Sumo Sacerdote o de los monjes”.
Luego compartieron conmigo muchas de sus conmovedoras experiencias y los beneficios que ellas recibieron, refutando el argumento de la secta Nikken de que “el Gohonzon de la Soka Gakkai es falso y no puede otorgar beneficios”.

Chooi Ngoh también me iluminó con respecto al abominable comportamiento del Sumo Prelado, Nikken Shonin, y la inmoralidad y vileza del clero, quienes se permiten satisfacer todo aquello a los que los lleva su búsqueda de placer y hedonismo. Ella me citó un extracto de “Las 26 Admoniciones de Nikko” donde se dice que: “No sigan ni siquiera al Sumo Prelado si éste va contra la Ley del Buda y propone sus propios puntos de vista “, y me dijo que la Soka Gakkai se mantiene resueltamente lejos de la secta Nikken y del clero actual de la Nichiren Shoshu para proteger y continuar el verdadero espíritu de Nichiren Daishonin. Y esto, dijo, es el espíritu eternamente invariable y la práctica correcta de la Soka Gakkai.

“¿Por qué no le preguntas a los seguidores de la secta Nikken si es que ellos hubiesen tenido la buena fortuna de abrazar la Ley, si el Presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, no se hubiera arriesgado adelantándose a hacer el kosen-rufu mundial? Sin la dedicación que puso el Sr. Ikeda durante 40 años en la propagación de la Ley Mística, ellos tal vez ni hubiesen tenido el chance de escuchar hablar de este gran Budismo. Todos los miembros de la Soka Gakkai y la SGI respetan al Sr. Ikeda, pero no le rendimos culto como a un “Buda” - dijo ella con vehemencia- Sus argumentaciones realmente muestran una carencia extrema de gratitud!”

Después de escuchar la firme explicación de Chooi Ngoh, me encontré en una encrucijada. No podía sentirme más aprensiva en aquel momento en que comprendí las espantosas consecuencias si seguía las enseñanzas equivocadas, y le dije a Chooi Ngoh: “Por la felicidad de mi familia, asistiré a los encuentros en ambos lugares para descubrir por mí misma la diferencia entre los dos”.

Así, a mediados de 1997, asistí a actividades de la SGM en el Centro Cultural de Penang, la primera vez junto con mi hermana que se había establecido en Malasia y había tomado la fe. Era una brillante tarde de sábado, soleada, y dos entusiastas miembros de la División de Damas nos llevaron al Centro Cultural de la SGM en Penang para participar de un grupo que estaba entonando daimoku.

Al llegar al centro, me impresionó qué ordenados y corteses eran, y esto me hizo pensar “Si la Soka Gakkai no es correcta en las enseñanzas del Budismo de Nichiren Daishonin, no sería capaz de atraer a tanta gente joven y entusiasta que voluntariamente ofrece su tiempo y su energía para desempeñar tareas bajo este ardiente sol”. Mentalmente comparé esta escena con aquella en el Centro del Sutra del Loto y me di cuenta de que había muy pocos jóvenes y que había poco entusiasmo y vitalidad en aquel centro.

Subiendo al hall del primer piso, me sorprendí al ver tanta gente. Y quedé aún más impresionada con la fuerza del vibrante daimoku que entonaban los miembros. Nunca había escuchado una fuerza vital como aquella en el daimoku! Me hizo comprender las palabras de Nichiren Daishonin “No hay mayor felicidad para los seres humanos que entonar Nam-Myoho-Renge-Kyo” (WND. pág. 681)

Mi hermana y yo teníamos en la mente la misma pregunta: “Si es el mismo Nam-Myoho-Renge-Kyo, ¿cómo puede haber tal diferencia?”

Mi segunda actividad en la SGI de Malasia fue asistir a un debate al día siguiente. En este encuentro, fui nuevamente sorprendida por la vitalidad y la energía que desplegaban los miembros de mayor edad. Sus discusiones sobre el Budismo de Nichiren Daishonin y las experiencias basadas en la fe estaban llenas de convicción y sabiduría. El entusiasmo y la sinceridad de los miembros nos impresionaron tanto a mí como a mi hermana.

En comparación al Centro del Sutra del Loto, me di cuenta de que la persona que allá estaba a cargo carecía de entusiasmo y energía vital como la que mostraban los líderes de la SGIM. Sus discusiones sonaban vacías, secas y teóricas, sin el “toque humano” de las experiencias personales. ¿Por qué había una diferencia tan grande? Es la prueba real, la cual confirma la validez de una religión correcta.

Lo que finalmente me alejó de la influencia de esta secta pervertida del clero, fue el modo en el que ellos me presionaron para hacer el peregrinaje a Japón. A pesar de mi dificultosa situación económica, mostraron no importarles nada que no fuera exhortarme a hacer el viaje “para cambiar mi karma!” ¿Cómo podía ser posible que me pidieran que tomara dinero prestado para hacer el viaje, sabiendo lo agobiada que estaba económicamente?

Con la sabiduría para diferenciar el bien y el mal entre los dos lados, finalmente le dije a mi hermana: “ la Soka Gakkai tiene razón y su práctica es la correcta”. Con esto, resolvimos salir del sendero del mal y elegir transitar el correcto camino de la fe.

Poco tiempo después, mi esposo también tomó la fe siendo alentados por la sinceridad y la calidez demostrada por los miembros de la SGIM. Junto a nuestros cuatro hijos, la familia ingresó como miembros y recibimos Gohonzon el 31 de Mayo de 1998.

Huyendo de la epidemia de Nipah

En 1997, cuando mi esposo estaba por negocios en China, una epidemia de fiebre aftosa brotó violentamente en Taiwan. Este incidente me hizo dar cuenta que podría haber sido un desastre para nuestra familia si nuestros cerdos hubieran sido atacados por la misma enfermedad, y esto fortaleció mi determinación de encontrar otra clase de negocios para nuestra manutención.
Pero muy pronto algunos de los cerdos de nuestra granja comenzaron a caer enfermos. Puntos rojos aparecían en sus cuerpos. Pensando que era una dolencia menor, creí que administrándoles algunos antibióticos inyectables se resolvería la cuestión. Más y más cerdos se fueron infectando. Los puntos rojos derivaron en otros síntomas tales como diarrea, falta de apetito, tos, problemas de piel y asma. Los veterinarios farmacéuticos eran de la opinión de que los cerdos estaban infectados de HIV y que no había cura, incluso mi esposo, veterinario de profesión, no podía hacer nada que ayude a nuestros cerdos.

Justo en esos momentos fue cuando Malasia fue golpeada por la crisis económica y los bancos empezaron a apretar con el dinero. Recibimos un ultimátum de pagar nuestro giro en descubierto de 40,000 RM en quince días. La única manera de pagar esta deuda era vender los pocos más de cien cerdos que no estaban infectados aún. Asumiendo que si nuestros cerdos podían ser vendidos a un precio de 400 RM por cabeza, pensamos que liquidando un cierto número de hembras podríamos hacer el pago al banco, pero, como siempre, estábamos muy equivocados. Mucha gente se negó a comprar a pesar de que bajamos el precio a 200 RM por cabeza, ya que temían que nuestros cerdos pudieran infectar también a sus ganados.

Bajo tales circunstancias, no hicimos ningún progreso hasta que al quinto día le dije a mi esposo: “Sólo podemos resolver esto a través del daimoku”. Con el objetivo de “obtener 40,000 RM en diez días”, mi esposo y yo invocamos con impávida determinación.

Al décimo día, un comprador miró a nuestros cerdos y ofreció comprar todas las hembras. ¡Esto nos daba la suma requerida para pagar al banco en la fecha tope! Nuestra apreciación hacia el Gohonzon luego de este beneficio está más allá de las palabras. La transacción fue efectuada inmediatamente y mi esposo fue al extranjero por negocios una vez más. Mirando a los pocos demacrados cerdos de nuestra granja, tomé la decisión de restablecer su salud basándome en la sabiduría proveniente de mi fuerte convicción en la fe. Los rocié con la medicina que mi esposo me había prohibido usar y al mismo tiempo cambié la estrategia de no alimentarlos más con los costosos antibióticos, vitaminas y otros minerales, sino solamente con su comida diaria.

Increíblemente para todos, los animales enfermos comenzaron a recuperar salud y vitalidad. Uno por uno, gradualmente se recobraron y tuvieron nuevamente apetito. Mi esposo no podía estar más asombrado al verlos a su regreso.

Logramos vender nuestros gordos y saludables cerdos a 220 RM por cabeza sin ninguna dificultad. Incluso pudimos subir el precio a 300 RM debido a la demanda que hubo por entonces. Además, con esto pude poner fin al negocio de la ganadería aunque la gente decía que no era lo indicado justamente cuando las cosas empezaban a mejorar. Pero yo tenía una profunda convicción de que mi decisión era la correcta.

A finales de 1998, justo un mes después de concluir con nuestro negocio, el país entero fue acosado por una epidemia del virus de la encefalitis japonesa (Japanese Encephalitis Nipah virus). Esta epidemia se extendió de modo amenazador causando la muerte de muchos criadores de cerdos, llevando a otros a la quiebra y destruyendo muchas familias.

Reflexionando, si no nos hubiésemos enfrentado anteriormente con la enfermedad de nuestros animales, el requerimiento del pago bancario y la decisión de concluir con el negocio, podríamos haber sido víctimas de esta epidemia. Rebosante de gratitud, me arrodillé rápidamente frente al Gohonzon para ofrecer mis oraciones de agradecimiento. Fue la protección del Gohonzon la que nos salvó de ser víctimas de esta fuerza destructiva. Fue la SGIM la que me enseñó a conducirme en la vida basada en la correcta fe en la Ley Mística y me guió para tener una absoluta confianza en el poder del Gohonzon y ofrecer una oración sincera con ichinen y sin ninguna vacilación, lo cual brinda protección a mi familia.

Con esta gran prueba real, comprendí que la SGIM es realmente una gran y correcta organización religiosa. Estoy contenta de tener la buena fortuna de haber hecho la elección correcta, eligiendo la SGIM como el faro de mi vida, mostrándome la ruta a seguir en el sendero de la vida y hacia la meta de la felicidad. Decidí ser más agradecida y dedicarme al kosen-rufu, y propagar las correctas enseñanzas de la SGM y la grandeza del Gohonzon.

Enfrentar el sufrimiento a través de nuestra práctica del Budismo de Nichiren Daishonin redundará en una gran buena fortuna considerando lo que sería el sufrimiento enfrentado a través de las creencias seculares. Basándome en el Gohonzon, no me sentiré intimidada aún si grandes dificultades y obstáculos se presentan en mi camino.

He determinado vivir como nos alienta nuestro mentor en la vida, el Presidente Ikeda de la SGI, y convertirme en “el sol de la familia, el sol del distrito”. Deseo una vida brillante no sólo para mí sino también para los demás, llevando una existencia plena de gratitud.

19.3.05

Experiencia de Angie Ng Foong Chan - Kuala Lumpur

Tomado de “Cosmic”, Enero 2002
Traducido amablemente por Elizabeth Ryske

En mis 30 años de práctica del Budismo de Nichiren Daishonin, luché con muchas dificultades pero mi experiencia durante 1996- 1997 fue el desafío más inesperado que enfrenté.

“Cuando uno está limpiando el propio karma, experimenta grandes dificultades”, así me dijo un antecesor, un pionero, cuando yo era miembro de la División Juvenil Femenina hace muchos años, antes de mudarme a Hong Kong en 1986. Mi experiencia en combatir el karma de enfermedad cuando estuve en Hong Kong me recordó justamente qué difícil puede ser limpiar un pesado karma. Me ayudó a comprender que es fácil hablar de fortaleza y coraje hasta que uno tiene que vivir una situación así.

La primera valla

Los primeros síntomas de mi enfermedad aparecieron a fines de 1995. Para entonces, sufría de un bloqueo nasal que me deparaba muchas noches de insomnio. Finalmente, en abril de 1996 los doctores encontraron un tumor justo detrás de mis cejas. Su crecimiento bloqueaba el pasaje de aire, y desafortunadamente, era maligno, o sea que lo que yo tenía era un carcinoma naso-faríngeo.

Fue una “sentencia de muerte” para mí. Las noticias eran shockeantes , increíbles y amedrentadoras.
Inmediatamente me sentí indefensa, y me la pasaba preguntando cómo podía sucederme algo así.

El tratamiento de radiación comenzó poco después. Las primeras dos semanas fueron indoloras. A la tercera comencé a sentir un intenso dolor en la garganta. Comencé una dieta líquida e inmediatamente empecé a perder mucho peso. No podía dormir por las noches y me la pasaba tragando saliva para atenuar el intenso dolor. Con el apoyo de los miembros logré completar las 6 semanas de radiación. El tratamiento prometía una chance de recuperación del 90%. Pensé que lo peor ya había pasado, e incluso planifiqué una fiesta para Acción de Gracias, para lo que no faltaba mucho.

El segundo golpe

Subsecuentes exámenes en la octava semana confirmaron que el tumor estaba aún allí y que era necesaria más radiación. Me sentí devastada y llena de temor. Comencé a hacer 6 horas diarias de daimoku e insistí para que mi esposo invocara también por mí. Tenazmente invocaba para manifestar mi Budeidad y poder así sobreponerme al temor que me tenía atrapada.

Al sexto día de mi régimen de 6 horas de daimoku, entré al estudio y tomé un libro de Richard Causton: “A Buddha in daily life” (“Un Buda en la vida diaria”). Al ver la palabra “Buda” inmediatamente comprendí que yo era un Buda, y recordé que siendo un Buda está en mí el coraje inherente para afrontarlo todo. Pronto se desvanecieron los temores y nuevamente me sentí llena de valor y alegría..Esto me ayudó a enfrentar la segunda etapa de radiación.

Ocho semanas después, el siguiente examen mostró que el tumor aún estaba presente, y que si no era erradicado en 4 semanas, sería necesaria una operación. Pasaron las 4 semanas y el tumor no se había ido. La operación era inevitable y fue programada para finales de enero de 1997.

Un estudio pre-quirúrgico también reveló que mi riñón estaba perdiendo valiosas proteínas. Mi sistema inmunológico estaba muy débil y la circulación de líquidos estaba siendo bloqueada, lo cual produjo hinchazón en los tejidos. A pesar del estado de mi riñón, la operación debía llevarse a cabo. Así que antes de poder tratar de lleno mi cáncer, otra enfermedad había aparecido.

Una terrible recuperación

La operación salió bien y el tumor fue extirpado exitosamente. Como siempre, yo no estaba preparada para el tratamiento pos-operatorio.

Tenía vías de suero en ambos brazos y respiraba a través de tubos insertados dentro de los pulmones. Al mismo tiempo, empeoró el estado de mi riñón, me empecé a hinchar y a retener orina. Los doctores me administraron diuréticos (drogas para tratar la retención de líquido), para ayudarme a eliminar los fluidos de mi cuerpo. Siendo una persona muy activa antes de esto, me sentí indefensa, miserable e incapaz de mover algo tal como lo hacía antes. Entendí que mientras uno puede huir de un jefe difícil, un trabajo, una pareja, familiares e incluso los propios padres, uno no puede escapar del propio entorno: el cuerpo.

Debido a mi reciente operación, los doctores decidieron que no era indicado administrarme esteroides para tratar el riñón. Luego de pasar 6 semanas en el hospital, me permitieron regresar a casa, pero llevando a cabo una dieta alta en proteínas y limitando la ingestión de líquidos a un litro por día.

Cuando estuve en casa, me sentí deprimida y casi suicida. No podía aceptar la nueva dieta y la limitación de líquido. El futuro se mostraba sombrío. Afortunadamente, mi esposo me recordó lo fuerte que yo solía ser e insistió en que superase mi depresión. Me di cuenta de que estaba siendo influenciada por la función demoníaca de la enfermedad y resolví no permitir que este demonio me sobrepasara.

Mi sistema inmunológico estaba muy débil y me volví susceptible a las infecciones, en los siguientes ocho meses fui admitida en el hospital mensualmente. Mi estado de vida subía y bajaba.

También sufría de severos dolores en el pecho, lo cual derivó en dolorosos métodos para chequear la posibilidad de tuberculosis o un cáncer de pulmón, y necesité la administración de antibióticos debido a unas líneas de fiebre. Recuerdo haberle dicho a mi esposo que si el cáncer se expandía a los pulmones, me rehusaría a cualquier otro tratamiento y dejaría que la naturaleza siguiera su curso. En los momentos de depresión, preguntaba al Gohonzon cuánto sufrimiento debería experimentar aún para limpiar mi karma.

Pero no todo durante este período fue doloroso. Cada estadía en el hospital fue diferente, según mi estado. En una ocasión, ingresé con hipertermia (temperatura corporal muy inferior a la normal) y severas dificultades respiratorias, y tuve la buena fortuna de entrar a través de la guardia para emergencias, lo cual permitió a los doctores administrarme oxígeno de manera inmediata y hacer una urgente revisión de mis pulmones que mostró una significativa coagulación como consecuencia de los diuréticos. Un retraso sería mortal para mí.

Durante esta etapa en particular, las cosas salieron muy bien. Tuve maravillosos médicos y enfermeras, e incluso hice shakubuku a un paciente que había intentado matarse. Por primera vez en tantos años de práctica estaba tan llena de compasión y podía hablar con un extraño del Budismo del Daishonin.

Para entonces los doctores decidieron que ya era tiempo de tratar mi riñón con esteroides. Me preocupaba el efecto colateral de los mismos pero sabía que era el último recurso. Me sentí con un gran stress y sentí que no podía darme tregua.

Un tiempo deprimente

Antes había tenido una crisis nerviosa y fui hospitalizada por 23 días. Durante esta horrible fase pensé en suicidarme y de hecho intenté matarme tomando el detergente del baño. Ignoré la recomendación del médico en cuanto a una dieta baja en sal. Hubo momentos en los que me negué a comer, o a hablar con las visitas. Miraba a los compañeros que intentaban hacer que me alimente y ejercite como a demonios enviados por el Gohonzon para castigarme por mis malas causas. Incluso le dije al psicólogo que todo lo que deseaba era comer una enorme cantidad de cosas saladas y morir en los brazos de mi esposo.

Las cosas fueron mucho peor cuando mi esposo trajo a mis dos adorables hijas para recordarme lo mucho que ellas me necesitaban. Los análisis mostraron que el nivel de proteínas había mejorado desde el inicio del tratamiento con esteroides, pero en mi estado de depresión sólo pude ver que aún estaba lejos del valor considerado como normal. Mi esposo también se contactó con altos responsables de la SGI-Hong Kong para que me alentaran. Permanecí inmóvil y les dije que sólo deseaba morir porque ya había estado enferma demasiado tiempo. Estaba cansada, débil, y ya no sabía cómo seguir luchando.

Finalmente, un día, al ver la cuenta del hospital, me impactó descubrir que había permanecido allí por 16 días. Había perdido la noción del tiempo. Pregunté si podía ir a casa, y pocos días después, me enviaron a mi hogar con 19 clases de medicamentos.

Llegué en estado de shock acompañado de una crisis nerviosa. La primera semana me sentí como en un mal sueño del cual no podía despertar. Invocaba daimoku en silencio frente al Gohonzon sin sentimientos ni convicción y no tenía ningún deseo de leer las orientaciones del Presidente Ikeda.
Sentí que estaba perdiendo el control de mi vida. Físicamente estaba muy débil por el largo tiempo que pasé en la cama y no tenía ganas de hacer ejercicio o dejar esa inercia.

Me decía a mí misma que no podría abandonar después de todos esos años de práctica. Creía que debía hacer algo para hacerme responsable de mi propio karma.

El punto de inflexión

Este punto llegó cuando la Sra. Yanagiya, titular de la SGI Hong Kong, vino a visitarme. Fue estricta al recordarme qué afortunada era por tener 26 años de práctica detrás de esta situación, por los numerosos miembros que me alentaban y cantaban daimoku para mí, por ser visitada por tantos miembros y amigos, por tener un esposo que me apoyó siempre y dos hermosas hijas, tres mucamas y un excelente y amplio departamento en el cual vivir. No pasaba tampoco penurias económicas.

“Basta de auto conmiseración”, dijo la Sra. Yanagiya. “Cante daimoku en la mañana para el valor, la sabiduría y la fuerza vital para enfrentar cada día. Y agradezca en el gongyo vespertino al Gohonzon por haber vencido en ese día”.

Abracé esta orientación y decidí que remontaría nuevamente en mi fe y mi práctica. Comencé a disfrutar de mis alimentos, me ejercité, invocando todo lo que podía pero sin hacer nada que pudiese agotarme de modo innecesario. Miré hacia atrás la totalidad de la experiencia y hondamente comprendí qué profundo era mi karma y cómo tenía que hacerme responsable por transformarlo y más aún: sentir gratitud por haber tenido esta enfermedad.

La experiencia me enseñó que no importa cuán sombrío y desesperanzado pueda parecer el “invierno”, el Gohonzon estuvo protegiéndome todo el tiempo. La enfermedad llegó en el momento “correcto”, cuando estaba en el lugar adecuado como si hubiera sido planeado de antemano.

Ante todo, no tenía preocupaciones financieras y siendo residente permanente de Hong Kong pude acceder a los mejores y más costosos tratamientos efectuando pagos mínimos. Además, había logrado vender una propiedad en Malasia y transferir el dinero a Hong Kong apenas unos días antes de que la crisis de Asia golpeara a Malasia. Al mismo tiempo mi esposo había logrado vender sus empresas a muy buen precio y en ambas instancias el dinero llegó en el momento justo en el que tuve que pagar caros medicamentos y consultas referentes al tratamiento del riñón.

Fui también afortunada porque el Hospital “Queen Mary” tenía los mayores adelantos para el tratamiento del carcinoma naso-faríngeo. El cirujano que llevó a cabo la operación era uno de las más importantes del mundo para tales intervenciones. No dejó orificio en mi paladar, de hecho, nadie puede decir que que he pasado por una operación tan complicada y peligrosa. Mi enfermedad llegó en una época en que estas intervenciones recién se comenzaban a realizar, fui la 36ª paciente que operó este cirujano. Si este cáncer hubiese ocurrido antes, los médicos me hubieran enviado a casa para prepararme para mi funeral.

Perseverar hasta la Victoria

Desde esta experiencia, insto a los miembros a permanecer con la organización no importa lo que suceda, porque solamente los miembros tienen la sinceridad y la perseverancia de mantenerse alentándonos hasta que uno finalmente vence.

Nunca tome su fe como algo otorgado. La fe no depende de cuánto sepa de Budismo o de la cantidad de años que tenga de práctica o la posición que ocupe dentro de la organización. No espere a tener un problema para comenzar a cantar daimoku, porque cuando el problema lo golpee quizás usted no sea capaz de invocar.

Por último, como dice el Gosho “Sufra lo que tenga que sufrir, goce lo que tenga que gozar. Considere ambos, sufrimiento y alegría, como hechos de la vida, y continúe invocando Nam-Myoho-Renge-Kyo pase lo que pase” (WND, pág. 681 / MW-I-161)

Estar vivos es en sí misma una causa de felicidad.