3.4.05

Experiencia de Lee Shan Hwa - Penang

(publicado en “Cosmic”, Septiembre de 2001)
Traducido amablemente por Elizabeth Ryske

En 1973, contraje matrimonio con un malayo residente en Kaoshiong, Taiwan. Mi esposo, Tan Tiang Hock, es un hombre con los pies firmemente plantados en la tierra. De profesión veterinario, sus negocios eran en la industria ganadera.

A pesar de sus esfuerzos, los negocios no marchaban bien. Repetidos fracasos le causaron una pérdida de confianza en sí mismo como para seguir adelante. Algunos de sus mejores amigos solían decir: “Tiang Hock es un hombre bueno y honesto pero no tiene suerte! ”

En un tiempo mi esposo tuvo una granja de aves de corral donde criaba a miles de pollos. Necesitaba una gran cantidad de dinero para cubrir los costos de alimentarlos. El destino quiso que el precio de los pollos cayera abruptamente para entonces. No sólo fue incapaz de recuperar su inversión sino que además Tiang Hock terminó con grandes deudas. Fue muy desalentador escuchar de los amigos críticas tales como: “No tienes noción de cómo hacer las cosas adecuadas en el momento oportuno”.

Habiendo fracasado con las aves, mi esposo decidió criar cerdos. La crianza de estos animales requiere mucha atención, hay muchas tareas que atender y además es una labor sucia y maloliente. Sugerí a mi esposo cambiar hacia otra industria pero él se rehusó a escuchar.

En 1990, mi mejor amiga Chong Chooi Ngoh, me introdujo con gran entusiasmo al Budismo de Nichiren Daishonin. Me dio algunos ejemplares de la revista “Cosmic” y me alentó a tomar la fe, diciéndome con determinación: “Esta es una religión que responde a todas tus oraciones!”. Siendo ignorante y arrogante, rechacé sus buenas intenciones y silenciosamente hice un gesto de desprecio a sus “tonterías”. Incluso le dije que no fuera una tonta, haciendo propagación religiosa

Mientras tanto, yo estaba encerrada en mi pena. Me atormentaba ver cómo mi esposo adelgazaba día a día. Intentando resolver nuestra situación financiera, regresé a Taiwan para obtener algún dinero ayudando a mi familia en sus negocios de puestos de venta de comida. Le entregué ese dinero duramente ganado a mi esposo, para ser reinvertido en un nuevo emprendimiento. Pero éste se convirtió en un nuevo fracaso. Finalmente me pregunté: “¿Por qué la vida es tan dura conmigo?”

Un día, inconscientemente comencé a quejarme con una de mis amigas. Luego de escucharme, inmediatamente dijo: “Ambos están desperdiciando su buena fortuna en la vida. ¿Por qué no intentas invocar Nam - Myoho- Renge-Kyo?”

Ahora bien, ¿no fueron exactamente las mismas palabras que Chooi Ngoh me había dicho? Como esta muchacha conocía poco con respecto a la fe, le acerqué los ejemplares de “Cosmic” que Chooi Ngoh me había dado anteriormente, y comencé a estudiarlos seriamente. En uno de estos artículos (una orientación del Presidente Ikeda de SGI), encontré aquello que me dio aliento: “Basándose usted mismo en la Ley Mística, se manifiesta el ilimitado potencial de su vida, creando la energía que puede cambiar definitivamente su karma”.

Comencé a darme cuenta de lo único que es este Budismo. No habla de un poder que viene de afuera sino del poder que se encuentra en uno mismo para cambiar nuestro destino.

Esta repentina conciencia me hizo ver que el Budismo era realmente una gran filosofía de vida. Después de algunas consideraciones, decidí finalmente tomar la fe. Para sorprender a Chooi Ngoh, quien había sido mi primer contacto, le pedí a otra amiga que me llevara a una reunión donde pudiese aprender más acerca del Budismo de Nichiren Daishonin. Me llevaron al “Centro Budista Sutra del Loto”, donde la gente estaba entonando “Nam-Myoho-Renge-Kyo”, y no tuve dudas respecto a este lugar ni respecto a la práctica, y continué mis actividades durante medio año.

A los pocos meses desde que había comenzado a cantar daimoku, Chooi Ngoh me llamó nuevamente. Con excitación le conté las novedades: “ Chooi Ngoh, empecé a invocar Nam-Myoho-Renge-Kyo y además estoy participando en las actividades!”. Para mi sorpresa, quedó desconcertada y me preguntó “¿Dónde estás yendo? ¿Por qué no te he visto en las reuniones?” Cuando le dije el nombre del centro, ella me dijo exasperada: “Shan Hwa, has ido al lugar equivocado”.

¿Qué? ¿El lugar equivocado? Ellos invocan Nam-Myoho-Renge-Kyo, también!, le contesté. Fue allí cuando ella me hizo dar cuenta que existe una diferencia entre los centros administrados por la Secta Nikken y la Soka Gakkai. Le dije que me sería necesario saber algo más del tema, y prometí encontrarme con ella.

La búsqueda para discernir qué es el Bien y el Mal

Un día, solté una pregunta sobre mis dudas entre el Centro y la Soka Gakkai en el Centro Budista del Sutra del Loto de la Nichiren Shoshu. Las tres personas a cargo exclamaron: “Por supuesto, es diferente. El Gohonzon en la Soka Gakkai no procede del Sumo Sacerdote y es una falsificación que no tiene poder y no concede beneficio alguno”. “La Soka Gakkai no tiene Sumo Sacerdote ni monjes, el clero de la Nichiren Shoshu los excomulgó. No hay herencia, legado, ni el alma del Daishonin”. “La Soka Gakkai le rinde culto a Daisaku Ikeda como si él fuese su Buda”.
¿Podían ser ciertas estas explicaciones que me daban los seguidores de la Nichiren Shoshu?
Me sentí confundida y decidí tener una buena charla con Chooi Ngoh, y al encontrarnos le conté todo lo que había escuchado.

La persona de Soka Gakkai de Malasia que la acompañaba replicó directamente: “Shan Hwa, en el Gosho titulado “El verdadero aspecto del Gohonzon”, Nichiren Daishonin dice “nunca busque el Gohonzon fuera de usted mismo. El Gohonzon existe sólo en la carne mortal de nosotros, la gente ordinaria que abraza el Sutra del Loto e invoca Nam-Myoho-Renge-Kyo” (WND, pág. 832). En este Gosho, Nichiren Daishonin nos enseña que el Gohonzon no necesita provenir de un Sumo Prelado, en ningún lugar está escrito que podemos obtener la Budeidad sólo a través del Sumo Sacerdote o de los monjes”.
Luego compartieron conmigo muchas de sus conmovedoras experiencias y los beneficios que ellas recibieron, refutando el argumento de la secta Nikken de que “el Gohonzon de la Soka Gakkai es falso y no puede otorgar beneficios”.

Chooi Ngoh también me iluminó con respecto al abominable comportamiento del Sumo Prelado, Nikken Shonin, y la inmoralidad y vileza del clero, quienes se permiten satisfacer todo aquello a los que los lleva su búsqueda de placer y hedonismo. Ella me citó un extracto de “Las 26 Admoniciones de Nikko” donde se dice que: “No sigan ni siquiera al Sumo Prelado si éste va contra la Ley del Buda y propone sus propios puntos de vista “, y me dijo que la Soka Gakkai se mantiene resueltamente lejos de la secta Nikken y del clero actual de la Nichiren Shoshu para proteger y continuar el verdadero espíritu de Nichiren Daishonin. Y esto, dijo, es el espíritu eternamente invariable y la práctica correcta de la Soka Gakkai.

“¿Por qué no le preguntas a los seguidores de la secta Nikken si es que ellos hubiesen tenido la buena fortuna de abrazar la Ley, si el Presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, no se hubiera arriesgado adelantándose a hacer el kosen-rufu mundial? Sin la dedicación que puso el Sr. Ikeda durante 40 años en la propagación de la Ley Mística, ellos tal vez ni hubiesen tenido el chance de escuchar hablar de este gran Budismo. Todos los miembros de la Soka Gakkai y la SGI respetan al Sr. Ikeda, pero no le rendimos culto como a un “Buda” - dijo ella con vehemencia- Sus argumentaciones realmente muestran una carencia extrema de gratitud!”

Después de escuchar la firme explicación de Chooi Ngoh, me encontré en una encrucijada. No podía sentirme más aprensiva en aquel momento en que comprendí las espantosas consecuencias si seguía las enseñanzas equivocadas, y le dije a Chooi Ngoh: “Por la felicidad de mi familia, asistiré a los encuentros en ambos lugares para descubrir por mí misma la diferencia entre los dos”.

Así, a mediados de 1997, asistí a actividades de la SGM en el Centro Cultural de Penang, la primera vez junto con mi hermana que se había establecido en Malasia y había tomado la fe. Era una brillante tarde de sábado, soleada, y dos entusiastas miembros de la División de Damas nos llevaron al Centro Cultural de la SGM en Penang para participar de un grupo que estaba entonando daimoku.

Al llegar al centro, me impresionó qué ordenados y corteses eran, y esto me hizo pensar “Si la Soka Gakkai no es correcta en las enseñanzas del Budismo de Nichiren Daishonin, no sería capaz de atraer a tanta gente joven y entusiasta que voluntariamente ofrece su tiempo y su energía para desempeñar tareas bajo este ardiente sol”. Mentalmente comparé esta escena con aquella en el Centro del Sutra del Loto y me di cuenta de que había muy pocos jóvenes y que había poco entusiasmo y vitalidad en aquel centro.

Subiendo al hall del primer piso, me sorprendí al ver tanta gente. Y quedé aún más impresionada con la fuerza del vibrante daimoku que entonaban los miembros. Nunca había escuchado una fuerza vital como aquella en el daimoku! Me hizo comprender las palabras de Nichiren Daishonin “No hay mayor felicidad para los seres humanos que entonar Nam-Myoho-Renge-Kyo” (WND. pág. 681)

Mi hermana y yo teníamos en la mente la misma pregunta: “Si es el mismo Nam-Myoho-Renge-Kyo, ¿cómo puede haber tal diferencia?”

Mi segunda actividad en la SGI de Malasia fue asistir a un debate al día siguiente. En este encuentro, fui nuevamente sorprendida por la vitalidad y la energía que desplegaban los miembros de mayor edad. Sus discusiones sobre el Budismo de Nichiren Daishonin y las experiencias basadas en la fe estaban llenas de convicción y sabiduría. El entusiasmo y la sinceridad de los miembros nos impresionaron tanto a mí como a mi hermana.

En comparación al Centro del Sutra del Loto, me di cuenta de que la persona que allá estaba a cargo carecía de entusiasmo y energía vital como la que mostraban los líderes de la SGIM. Sus discusiones sonaban vacías, secas y teóricas, sin el “toque humano” de las experiencias personales. ¿Por qué había una diferencia tan grande? Es la prueba real, la cual confirma la validez de una religión correcta.

Lo que finalmente me alejó de la influencia de esta secta pervertida del clero, fue el modo en el que ellos me presionaron para hacer el peregrinaje a Japón. A pesar de mi dificultosa situación económica, mostraron no importarles nada que no fuera exhortarme a hacer el viaje “para cambiar mi karma!” ¿Cómo podía ser posible que me pidieran que tomara dinero prestado para hacer el viaje, sabiendo lo agobiada que estaba económicamente?

Con la sabiduría para diferenciar el bien y el mal entre los dos lados, finalmente le dije a mi hermana: “ la Soka Gakkai tiene razón y su práctica es la correcta”. Con esto, resolvimos salir del sendero del mal y elegir transitar el correcto camino de la fe.

Poco tiempo después, mi esposo también tomó la fe siendo alentados por la sinceridad y la calidez demostrada por los miembros de la SGIM. Junto a nuestros cuatro hijos, la familia ingresó como miembros y recibimos Gohonzon el 31 de Mayo de 1998.

Huyendo de la epidemia de Nipah

En 1997, cuando mi esposo estaba por negocios en China, una epidemia de fiebre aftosa brotó violentamente en Taiwan. Este incidente me hizo dar cuenta que podría haber sido un desastre para nuestra familia si nuestros cerdos hubieran sido atacados por la misma enfermedad, y esto fortaleció mi determinación de encontrar otra clase de negocios para nuestra manutención.
Pero muy pronto algunos de los cerdos de nuestra granja comenzaron a caer enfermos. Puntos rojos aparecían en sus cuerpos. Pensando que era una dolencia menor, creí que administrándoles algunos antibióticos inyectables se resolvería la cuestión. Más y más cerdos se fueron infectando. Los puntos rojos derivaron en otros síntomas tales como diarrea, falta de apetito, tos, problemas de piel y asma. Los veterinarios farmacéuticos eran de la opinión de que los cerdos estaban infectados de HIV y que no había cura, incluso mi esposo, veterinario de profesión, no podía hacer nada que ayude a nuestros cerdos.

Justo en esos momentos fue cuando Malasia fue golpeada por la crisis económica y los bancos empezaron a apretar con el dinero. Recibimos un ultimátum de pagar nuestro giro en descubierto de 40,000 RM en quince días. La única manera de pagar esta deuda era vender los pocos más de cien cerdos que no estaban infectados aún. Asumiendo que si nuestros cerdos podían ser vendidos a un precio de 400 RM por cabeza, pensamos que liquidando un cierto número de hembras podríamos hacer el pago al banco, pero, como siempre, estábamos muy equivocados. Mucha gente se negó a comprar a pesar de que bajamos el precio a 200 RM por cabeza, ya que temían que nuestros cerdos pudieran infectar también a sus ganados.

Bajo tales circunstancias, no hicimos ningún progreso hasta que al quinto día le dije a mi esposo: “Sólo podemos resolver esto a través del daimoku”. Con el objetivo de “obtener 40,000 RM en diez días”, mi esposo y yo invocamos con impávida determinación.

Al décimo día, un comprador miró a nuestros cerdos y ofreció comprar todas las hembras. ¡Esto nos daba la suma requerida para pagar al banco en la fecha tope! Nuestra apreciación hacia el Gohonzon luego de este beneficio está más allá de las palabras. La transacción fue efectuada inmediatamente y mi esposo fue al extranjero por negocios una vez más. Mirando a los pocos demacrados cerdos de nuestra granja, tomé la decisión de restablecer su salud basándome en la sabiduría proveniente de mi fuerte convicción en la fe. Los rocié con la medicina que mi esposo me había prohibido usar y al mismo tiempo cambié la estrategia de no alimentarlos más con los costosos antibióticos, vitaminas y otros minerales, sino solamente con su comida diaria.

Increíblemente para todos, los animales enfermos comenzaron a recuperar salud y vitalidad. Uno por uno, gradualmente se recobraron y tuvieron nuevamente apetito. Mi esposo no podía estar más asombrado al verlos a su regreso.

Logramos vender nuestros gordos y saludables cerdos a 220 RM por cabeza sin ninguna dificultad. Incluso pudimos subir el precio a 300 RM debido a la demanda que hubo por entonces. Además, con esto pude poner fin al negocio de la ganadería aunque la gente decía que no era lo indicado justamente cuando las cosas empezaban a mejorar. Pero yo tenía una profunda convicción de que mi decisión era la correcta.

A finales de 1998, justo un mes después de concluir con nuestro negocio, el país entero fue acosado por una epidemia del virus de la encefalitis japonesa (Japanese Encephalitis Nipah virus). Esta epidemia se extendió de modo amenazador causando la muerte de muchos criadores de cerdos, llevando a otros a la quiebra y destruyendo muchas familias.

Reflexionando, si no nos hubiésemos enfrentado anteriormente con la enfermedad de nuestros animales, el requerimiento del pago bancario y la decisión de concluir con el negocio, podríamos haber sido víctimas de esta epidemia. Rebosante de gratitud, me arrodillé rápidamente frente al Gohonzon para ofrecer mis oraciones de agradecimiento. Fue la protección del Gohonzon la que nos salvó de ser víctimas de esta fuerza destructiva. Fue la SGIM la que me enseñó a conducirme en la vida basada en la correcta fe en la Ley Mística y me guió para tener una absoluta confianza en el poder del Gohonzon y ofrecer una oración sincera con ichinen y sin ninguna vacilación, lo cual brinda protección a mi familia.

Con esta gran prueba real, comprendí que la SGIM es realmente una gran y correcta organización religiosa. Estoy contenta de tener la buena fortuna de haber hecho la elección correcta, eligiendo la SGIM como el faro de mi vida, mostrándome la ruta a seguir en el sendero de la vida y hacia la meta de la felicidad. Decidí ser más agradecida y dedicarme al kosen-rufu, y propagar las correctas enseñanzas de la SGM y la grandeza del Gohonzon.

Enfrentar el sufrimiento a través de nuestra práctica del Budismo de Nichiren Daishonin redundará en una gran buena fortuna considerando lo que sería el sufrimiento enfrentado a través de las creencias seculares. Basándome en el Gohonzon, no me sentiré intimidada aún si grandes dificultades y obstáculos se presentan en mi camino.

He determinado vivir como nos alienta nuestro mentor en la vida, el Presidente Ikeda de la SGI, y convertirme en “el sol de la familia, el sol del distrito”. Deseo una vida brillante no sólo para mí sino también para los demás, llevando una existencia plena de gratitud.