14.12.06

Un corazon que canta de alegria

Un corazón que canta de alegría 
Extraído del sitio Gakkai Experiences Online
En una época tenía una casa vieja y grande que había sido dividida en cinco apartamentos. Yo vivía en uno  y los demás estaban alquilados. Los alquileres apenas  alcanzaban para cubrir los gastos, así que si alguien no pagaba me las tenía que ingeniar para pagar las facturas como pudiera. Una de mis determinaciones era que no  cortasen los servicios.
Mac, un inquilino grande y ruidoso  (tenía un viejo Chevi con el silenciador averiado) me debía cuatro meses y hacía algunos meses que no lo veía.
Estaba en quiebra  y  recibí un aviso de corte de  electricidad si no pagaba al día siguiente  
Como no sabia qué hacer, me remití a las “Orientaciones diarias” y leí: "Si usted invoca [Nam-mioho-rengue-kio (Daimoku)] con la resolución de  que su corazón cante con alegría, sus problemas se derretirán como el roció con el sol de la mañana." 
Me senté a cantar con esta determinación, pero lo que tenía en mente era  "la única manera de que mi corazón cante de alegría es que supere mis dificultades,  no al revés." De todas maneras seguí. ¿Qué más podía hacer? No me importaba que me tomara semanas, meses o años, no me iba a dar por vencido hasta que mi corazón cantase de alegría.
Después de 45 minutos de entonar daimoku totalmente enfocado en mi meta, comencé a invocar por la protección de mi gato albino. Casi me di una bofetada ¿Cómo podía perder  la concentración?, era importante que hiciera daimoku  seriamente,  no tenía tiempo para frivolidades.
En ese momento escuché el estruendo de un tubo de escape como el del Chevy.  Mi corazón comenzó a cantar de alegría pues Mac no  iba a aparecer  si no pensara pagarme el alquiler. 
Luego escuche a Mac subir torpemente las escaleras y llamar mi puerta. Cuando le abrí me tiró un fajo de billetes que se sacó del bolsillo de la camisa diciendo: "Disculpa que me haya atrasado en los pagos. Y encima, casi atropello a ese gato estúpido tuyo que confundí con una bolsa blanca en medio de la calle"

Los Cazadores de Pescado

Los Cazadores de Pescado
por Rosana Liera
Aunque crecí en Italia y soy hija de italianos, nací en Argentina durante la dictadura. A los veinte años rompí con mis padres por la violencia familiar y la falta de respeto a mi persona como artista y como mujer. Por poner un ejemplo, mis padres no incentivaban mi pasión artística al punto de no dejarme pintar, aludiendo que nunca me ganaría la vida con mi arte. Incluso, aseguraban que las mujeres no eran inteligentes ni para conducir un coche.
En vista de mi gran sufrimiento y buscando una vida mejor, decidí viajar por diferentes ciudades de Europa. A la par que enfrentaba la realidad y buscaba la manera de ganarme la vida,  ahogaba mi sueño de ser yo misma y de poner en uso mis habilidades artísticas. Entre un empleo y otro, trataba de liberarme de mi infelicidad trabajando como voluntaria en una organización dedicada a plantar árboles en África. Pero nada podía llenar mi vacío. La primera vez que pronuncié " Nam Mioho Rengue Kio" (Daimoku) fue con una amiga en Italia, pero no llegue a entonarlo, tan sólo lo repetí algunas veces.
En octubre de 1999 decidí escuchar mi corazón y luchar por mi sueño. Para mi esta era la última posibilidad de encontrar una escuela en cualquier parte del mundo que me ofreciera una oportunidad. Finalmente me gané una beca para estudiar cine de animación en Francia.
Y fue en Francia donde comencé a entonar daimoku día y noche frente a mi soledad y a las toneladas de dificultades que atravesaba. En aquel entonces no sabía nada de la práctica, de la filosofía budista, ni de la Soka Gakkai Internacional (SGI); así que pasé diez meses solucionando problemas completamente sola a fuerza de daimoku.
En agosto del 2000 regrese a Italia a buscar a la amiga que me había enseñado Nam Mioho Renge Kio para decirle que quería ser budista. Quería cantar por el resto de mi vida y quería preguntarle lo que necesitaba para recibir el Gohonzon. Quería saber dónde podía "comprar" uno.
Ella sonrió y me presento a la organización, y fue así como comencé a practicar en Italia el 22 de agosto del 2000 y en dos días aprendí  a recitar el Sutra (Gongyo) tal y como lo hago hoy.
En octubre del mismo año volví a Francia donde contacté a un grupo budista. En aquel entonces en Francia no se podía recibir Gohonzon sin tener al menos nueve meses de práctica correcta, pero mi determinación y mi fe eran tan fuertes que rompieron las reglas y el 10 de diciembre recibí Gohonzon después de dos meses de practicar en la Soka Gakkai de Francia (SGF).
Yo sabía que el Gohonzon era parte de mi vida tanto como lo era el aire que necesitaba para respirar. Esta es sin duda la razón por la qué Nichiren inscribió el Gohonzon para nosotros.
Por primera vez tenía la oportunidad de realizar mi sueño, pero el sufrimiento de siempre en lo profundo de mi vida no me dejaba abrazar esta posibilidad. Mi mejor amiga y orientadora de Kansas me decía para animarme: "Elegimos el lugar donde nacemos, a nuestros padres, y los sufrimientos que tenemos a fin de mejorar nuestra vida en esta existencia. Ya tienes todo lo que necesitas para ser feliz."
En realidad no entendía,  pero como confiaba en ella entonaba daimoku para poder captar la verdadera razón de mi sufrimiento…"Una mente nublada por las ilusiones que se originan en la oscuridad fundamental de la vida es como un espejo sin brillo, pero cuando se pule, se vuelve claro y refleja la naturaleza esencial de todos los fenómenos y el verdadero aspecto de la realidad." (del Gosho "Sobre el Logro de Budeidad en esta Existencia"; Escrituras del Nichiren Daishonin, volumen 1, p. 4). Finalmente, entendí profundamente todo lo que había vivido desde el momento de mi nacimiento. ¡Todo estaba claro, tenia que usar mi experiencia de vida y mi sufrimiento para hacer una película!
¿En que consistía mi sufrimiento?
De niña me impactaron profundamente todas las formas de violencia del ser humano; sobre todo las de Hiroshima, el Holocausto y la dictadura Argentina. Además me afectaba negativamente mi situación de eterna extranjera, siempre de un país a otro. No podía apreciar que en realidad era una ciudadana del mundo conocedora de otras culturas y capaz de hablar cinco idiomas.
¿Cómo superar mi sufrimiento?
Me inspire en una orientación del presidente Ikeda que recomendaba usar la propia capacidad artística para mejorase a uno mismo y al mundo. Y fue así como en octubre del 2000, al ritmo de un poderoso DAIMOKU, comencé a pintar y filmar diariamente dibujos animados. Llamé a Italia desde Francia y le hice shakubuku a mis padres. ¡Esta vez me apoyaron! (Recuerdo el disgusto de mi padre al no tener más razones para pelear. ¡Ahora tenía que acostumbrarse a mantener un diálogo pacifico conmigo!)
Paralelamente se manifestó mi karma negativo con los hombres. El músico que supuestamente debía crear la música de mi película (un tipo bastante famoso por cierto) se negó a verme y decidió no continuar en el proyecto, después de tres meses de intenso trabajo. Una noticia terrible si tienes tres días para finalizar una película y un productor pidiendo que la entregues.
Tenia que tomar una decisión. Entoné daimoku y encontré un estudio de grabación y una joven talentosa entusiasmada con la idea de trabajar en mi proyecto. Al día siguiente escribí la música y grabamos la percusión y las voces. El resultado fue extraordinario, la música salió magnífica y logré terminar la película en julio del 2001, justo a tiempo para la proyección.
La película se llama "The Fish Hunters" (los Cazadores de Pescado) -- Es una metáfora que expresa lo inútil de la guerra. ¿Hay algo más absurdo que buscar peces en el desierto, o pedirle a la gente pobre que de más y más?
Uso la película como puente de acercamiento y para entablar diálogos con la gente. Me han invitado a muchos festivales y conferencias para presentar la película y hablar sobre los procesos de paz. El film se ha exhibido por todo el mundo: Brasil, Teherán, Moscú, EE.UU. y Asia y ha ganado premios en Canadá, Inglaterra, e Italia. 
Pero el logro más sorprendente fue el premio que ganó como "nuevo talento en la animación" en Hiroshima el 22 de agosto del 2002, segundo aniversario de practicar con la SGI.
El presidente Ikeda tiene razón: podemos alcanzar el corazón de muchas personas a través de un diálogo sincero. Francamente no esperaba ganar premios o recibir ningún dinero por mi trabajo, sólo quería pronunciarme contra la violencia.
Hoy mi película está en la filmoteca de Hiroshima y pertenece a la colección de arte animado de mayor prestigio del Japón. Además, se la considera un documento artístico de acción contra la violencia.
Con este cortometraje de seis minutos agradezco, desde el fondo de mi corazón, a mi maestro Daisaku Ikeda por el intenso e incansable trabajo de diálogo de toda su vida para propiciar la felicidad  y la paz.
¡Gracias a la Soka Gakkai Internacional, sin su continuo apoyo no hubiera sido capaz de darme cuenta de que podía ganarme la vida con mi corazón!
Para terminar mi experiencia, me gustaría compartir con ustedes unas palabras de estímulo del presidente Ikeda:
"El éxito no consiste en acumular más de esto o de lo otro. No se mide en cantidades, significa cambiar la calidad de nuestra vida. La riqueza, el poder, la fama y el conocimiento por si solos no pueden hacerle feliz, no importa cuánto se posea. Tampoco podrá llevárselo consigo cuando muera. Sin embargo, al mejorar la calidad de su vida se habrá acercado finalmente a la verdadera felicidad."
(Traducida y editada por Maria Serrano-López y Angie Caperos)
Extraído del sitio Gakkai Experiences Online

El edificio que se ve desde los aviones

El edificio que se ve desde los aviones Extraído del sitio Gakkai Experiences Online Traducción: S. Oyola
Cuando no tengan muchas ganas de realizar gongyo o daimoku, suban al tren verde en Tokyo que circula el centro y busquen el edificio Sunshine (Sol Radiante) cerca de la estación K. Fue construído por alguien que no se salteó el gongyo y daimoku durante 30 años.
Había una vez un hombre quien estaba completamente mal y resolvió que iba a suicidarse. Estaba endeudado hasta las orejas, su esposa estaba ciega y su niño tenía problemas. Pero antes de morir, él quería tener como su última cena su plato favorito — un guiso de vegetales llamado “oden”.
Mientras estaba caminando por el centro, en las sombras de la noche, buscando un sitio donde vendieran guiso, él vio el resplandor de unos faroles en una esquina. Había un montón de gente amontonada. ¡Ah, un restaurante de guisos!  pensó deleitado y caminó vigorosamente hacia la luz.
Una vez que entró, empujó y se hizo un lugar entre la muchedumbre hasta que se dio cuenta que había cometido un error. Era una disertación. Y ya no podía salir. Cuando le preguntó a la persona que tenía al lado, le dijo que el disertante era el señor Toda. 
Después de escuchar la disertación le preguntó al señor Toda, “si este Nam-myoho-renge-kyo es tan poderoso, ¿se resolverán mis problemas financieros? ¿Mi esposa podrá ver? ¿Se resolverán los problemas de mi hijo?
A esto el señor Toda le respondió: “ ¡No sea ridículo! Si  todo esto se tratara de cosas tan insignificantes como esas, yo no estaría haciendo esto. Sus problemas financieros se resolverán! Su esposa podrá ver! Y los problemas de su hijo se resolverán! No sólo eso, usted se convertirá en un hombre rico! Usted construirá un edificio que podrá verse desde los aviones! Haga el gongyo de la mañana y de la noche y cante daimoku todos los días.”
No porque el hombre creía en algo de eso, sino porque fue movido por la poderosa convicción que el señor Toda tenía, él comenzó a practicar. Aunque fue muy difícil al principio, él, lleno de fe, siguió las instrucciones del presidente Toda. No falló en el gongyo. Hizo el gongyo de la mañana y de la noche y cantó una hora y media de daimoku todos los días.
Bastante seguro, los resultados comenzaron a suceder. Resolvió sus problemas financieros. Su esposa recobró la visión. Su hijo ya no tuvo problemas. El hombre se convirtió en vicepresidente de la empresa en la que trabajaba aunque no estaba tan “bien educado” (académicamente) como el resto de sus pares. Se hizo rico. Su hijo se convirtió en un activo miembro de la división de jóvenes. Las cosas excedieron sus expectativas.
Cuando cumplió sus 30 años de práctica, él fue visto parado en la cima de un edificio, murmurando entre lágrimas. El hombre estaba parado en la cima de un rascacielos que él había construido. Decía...” Todo se convirtió en realidad! Este edificio se ve desde los aviones! Después de 30 años....Gracias Sensei. Gracias Soka Gakkai!”
Algunos años después el hombre murió en sus 80 años, dejando un legado de práctica consistente. Pero antes de hacerlo, él muchas veces señalaba el rascacielo y decía: “¡Esto prueba el poder del daimoku! Estoy aquí para probarlo. Entonces, por favor hagan el gongyo de la mañana y de la noche y canten daimoku."
Entonces, cuando no tengan ganas de hacer el gongyo y cantar daimoku, miren el edificio Sol Radiante. Todavía está allí.
(Este edificio está situado en Tokyo, en la cuidad de Ikebukuro, y todavía es uno de los más altos edificios en Japón. Es muy conocido y famoso. Tiene de todo: oficinas, restaurants, tiendas de negocios y hasta un acuario. El edificio Sol Radiante fue construído en el sitio donde antes estaba la prisión de Suginamo, donde una vez estuvieron presos los señores Makiguchi y Toda.)  

Visualizacion energizada por un mantra

Visualización energizada por un mantra -- La oración como solemne promesa
Por Charles Atkins
No hay nada que pueda poner en tela de juicio a la prueba real. En 1987 superé un cáncer avanzado con la energía de la fe, oración y un excelente tratamiento médico. Orar es hacer una solemne promesa. Enfrentando los estragos del cáncer, su tratamiento y a mi propia muerte, prometí ante el Gohonzon que si sobrevivía contaría mi historia por todo lo ancho y largo de nuestro mundo en pro del kosen-rufu (Paz Mundial). Tomé la resolución de que compartiría la grandeza de Nam-mioho-rengue-kio (Daimoku) con los enfermos y con los que sufren, para darles esperanza. En mayo del 2002, después de 14 años de intenso esfuerzo, mi libro se publicó con el título de "Sanación budista moderna".
El camino que recorrí desde mi recuperación hasta lograr que me publicaran fue arduo y plagado de dolorosos obstáculos. Desde que el cáncer remitió, personas con cánceres incurables, diabetes, cardiopatías, SIDA, y enfermedades mentales han buscado mí consejo para superar sus padecimientos. Lo que yo sabía de medicina alopática o de terapias alternativas era apenas nada -Lo que sí conocía era del poder absoluto del daimoku y una técnica de visualización reforzada con un mantra que utilicé en mi sanación y que fue divulgada por el vice presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI) Takehisa Tsuji. El método consistía en entonar daimoku imaginándo los siete caracteres de Nam-mioho-rengue-kio sobre el cuerpo, en perfecta correspondencia con el esquema de los chakras del hinduismo y del budismo tántrico. Comencé a enseñar a otros a entonar de esa manera para combatir la enfermedad y paralelamente comenzó mi formación en medicina psicosomática. Mis grandes maestros eran la oración, la fe, el Gohonzon, el Sutra del Loto, el Gosho, las publicaciones de SGI-USA, la invencible relación de maestro-discípulo con el presidente Ikeda, y en especial, la gente que sufría.
La idea del libro surgió en 1995 cuando dos miembros pioneros de la SGI, Bill y Carolyn Thompson de Connecticut me buscaron para ayudar a un pariente suyo con linfoma. Esto hizo que me retara a escribir mi primer borrador. Pasé varios meses investigando, escribiendo, y entonando el máximo daimoku que podía. Escribir el libro terminó por ser lo más fácil, lo difícil llegó a la hora de comercializarlo. El primer año, tras contactar a un agente literario y revisar el original, recibí el rechazo de casi 200 editoriales. Mi agente y yo nos separamos, volví a revisar mi trabajo y me asocié con un agente especialista en el mercado asiático. Presentó mi libro a cientos de editoriales asiáticas sin ningún resultado. De nuevo, sin agente volví a revisar mi libro.
Durante la escritura y el proceso de marketing aparecieron, uno tras otro, desalentadores y dolorosos obstáculos que competían por interferir en la concreción de mi meta y ponían a prueba mi fe constantemente. Como ser humano, me sentía desalentado por la larga lista de fracasos y empecé a dudar de mi mismo. ¿A quién le iba a interesar un libro sobre sanación escrito por alguien sin apenas formación? La idea era absurda. No era ni médico ni erudito y toda mi educación superior consistía en el entrenamiento intensivo que recibí sobre el budismo de Nichiren Daishonin en la división juvenil de la SGI-USA. No obstante, ese mismo entrenamiento básico en la fe me llevó una vez más a entonar abundante daimoku al Gohonzon .
En 1995, me enteré de que la SGI-USA iba a participar en una conferencia interreligiosa en la Universidad DePaul de Chicago. Les propuse a mis encargados de Chicago escribir un ensayo sobre sanación budista para presentarlo en la conferencia. Oré ante el Gohonzon para poder absorber todo que leía y para contactar el depósito ilimitado de conocimiento que está dentro del ser humano. Cuando me puse a trabajar, la escritura del ensayo fluía como un río caudaloso. La víspera de la presentación de mi ensayo mi padre murió de un ataque al corazón. Era un Sansho-shima (gran obstáculo) para frustrar mis esfuerzos. Gracias a la sabiduría y la fortaleza de la cantidad de daimoku entonado, inmediatamente me di cuenta de la importancia de mi misión.
Con renovada determinación, revisé el manuscrito otra vez, compaginando el ensayo académico con mi experiencia personal. Después de mucho orar, decidí elegir un solo editor a quien enviárselo. Además contravine deliberadamente todas las reglas de la industria editorial. Si anteriormente enviaba capítulos-muestra a doble espacio en papel de alta calidad, con cartas de presentación meticulosamente elaboradas y el franqueo de reenvió incluido, esta vez mandé el libro completo, con margen simple línea, en papel barato escrito por ambas caras y con una escueta carta de presentación. La idea era que si el libro no le interesaba a nadie, ahorraba dinero para publicarlo yo mismo.
Poco después de enviar el manuscrito, supe que mi hermano se estaba muriendo. Un año más tarde murió mi madre. Había orado para que ellos me vieran triunfar como escritor, así que estaba desolado. Para colmo, mi matrimonio se desmoronó. Pensé que me iba a volver loco, pero continué recurriendo al Gohonzon. Casi dos años después de la muerte de mi madre el editor me hizo una oferta. Ahí comenzó un verdadero trabajo de investigación y revisión del manuscrito que duró 15 meses. Después de terminar de escribir la segunda versión, según las indicaciones de mi editora, recibí la noticia de la muerte de ésta.
Valerie Cooper, la protegida de mi editora, se hizo cargo del proyecto. Desde el principio establecimos una conexión maravillosa. Me impresionó mucho su entendimiento del budismo y del mensaje que yo quería transmitir. Sus recomendaciones transformaron mí manuscrito en un libro de gran calidad y valor para ayudar a los que más lo necesitaban. Valerie sugirió un subtítulo que considero exponente de la ley mística : "Estrategia espiritual para transformar el dolor, la enfermedad y la muerte."
Ahora, surgen -como respondiendo al daimoku que entoné durante tanto tiempo- personas de todo el mundo dispuestas a defender la causa de la sanación budista moderna. Son personas por quienes he orado y que me han ayudado en el pasado. Ahora mi oración consiste en utilizar mi libro para sembrar la preciosa semilla de Nam-mioho-rengue-kio en la vida de 100 millones de personas en pro del kosen-rufu y para erradicar el sufrimiento.