25.7.05

Música del corazón: Un tesoro y un arma para la paz


Por Néstor Torres, SGI Estados Unidos.

"De modo que ocurrió lo impensable", pensé mientras veía caer las torres ese día.
Era un hermoso día en Beverly Hills, apenas comenzando lo que se suponía sería un gran día (y noche). Esa noche era el espectáculo de los Premios GRAMMY latinos, y yo estaba nominado en la categoría de Mejor CD Instrumental Pop.
Si bien por lo general no me entusiasmo con los premios, la nominación de ese año significaba mucho para mí. Verás, "This Side of Paradise"
(Este lado del paraíso), el disco compacto por el que estaba nominado, incluía "Paz Pa' Vieques" (Paz para Vieques), una canción que escribí y cuyo tema se refiere al uso de esa isla por la Armada estadounidense para ejercicios militares. [Vieques –con una población de 8.000 habitantes– es una pequeña isla a poca distancia de la costa este de la isla caribeña de Puerto Rico, mi tierra natal. Por 60 años la Armada ocupó la isla, causando grandes sufrimientos al pueblo y dañando gravemente el medio ambiente. Finalmente salieron en mayo de 2003].
La disquera no estaba interesada en la canción, así es que yo mismo pagué para que sea incluida, de modo que me sentía algo reivindicado con la nominación. Está de más decir que los GRAMMYs latinos no se realizaron esa noche.
Cuando golpea un desastre cambian las prioridades.
Lo que posiblemente hubiese sido una de las noches más importantes de mi carrera se convirtió en una fecha trágica que ha definido el comienzo del siglo XXI. Por esa razón, ganar el GRAMMY latino o cualquier otro premio se convirtió en algo sin sentido, sin significado. ¿Qué importaba si ganaba el más grande honor de la industria musical si mi trabajo no podía ayudar a detener esa barbaridad, esa crueldad? Yo estaba indignado, angustiado, pero había una horrible sensación de reconocimiento.
Es una triste verdad que vivir en un mundo donde la dignidad de la vida humana se viola como un hecho cotidiano nos hace a todos vulnerables a la desesperanza, la ira y la violencia que esto engendra. También engendra apatía e indiferencia, los sutiles pero letales males nacidos de esa crueldad.

Momento crucial
Y así fue que el día en que iba a ser un ganador, se convirtió en un dramático y crucial momento de la historia humana y de la historia de mis amados Estados Unidos de América. Personalmente, yo decidí que no tenía otra opción que descartar mi identidad superficial o transitoria como músico y revelar mi aspecto más profundo y verdadero como un "Guerrero de la paz". El 11 de setiembre repicó la campana de la revolución; de mi "revolución humana".
"Una gran revolución de carácter en una sola persona ayudará a alcanzar un cambio en el destino de una nación, y, más, originará un cambio en el destino de toda la humanidad".
Del prólogo de la épica novela del presidente de la SGI Daisaku Ikeda, La revolución humana, estas son palabras que resuenan eternamente como un llamado a las armas espirituales para muchos practicantes del Budismo de Nichiren en todo el mundo.
Yo he venido invocando Nam-myoho-renge-kyo por más de 20 años, y estas palabras funcionan como un importante factor motivador en mi vida y mi fe budista.
Antes de practicar el Budismo, mi visión respecto a mi propia vida y a mi rol como músico era muy diferente. Al comienzo, yo estaba buscando respuestas a preguntas fuertes: la vida y la muerte, la desigualdad, el sufrimiento... . Nunca pude encontrarlas. Simplemente no había alegría alguna en mi vida. Conforme desarrollaba mi talento musical, en todas partes me sentía fuera de lugar y me mantenía solo la mayor parte del tiempo. Después, cuando me mudé a la ciudad de Nueva York y comencé a tocar profesionalmente, la actitud de mis amigos músicos, especialmente algunos a quienes consideraba mis ídolos musicales, desacreditaron cualquier sensación de asombro por hacer música.
El descubrimiento y la práctica del Budismo de Nichiren cambió todo eso dramáticamente. Conseguí respuestas, la felicidad se hizo una experiencia más familiar y comencé a apreciar y a disfrutar haciendo música. Lo más importante es que desarrollé un sentido de propósito, un significado más profundo para mi música.
Poder recordar el ilimitado potencial de la vida individual; poder extraer, una y otra vez, las verdades más fundamentales: el poder absoluto e infinito de la vida de un ser humano –la mía incluida– para transformar el futuro de la humanidad, cada persona en su propia y peculiar manera. Esa es la razón por la que practico el Budismo de Nichiren. Y fue mi práctica budista la que me posibilitó superar mi frustración y consternación por los ataques terroristas del 11 de setiembre. Ese día decidí que mi obra, a partir de ese momento, tendría que hacer una mayor diferencia. Desde entonces, he utilizado mi música como una "arma para la paz".
Hablando francamente, esto no es fácil de hacer. Por eso las palabras y orientaciones del señor Ikeda son tan importantes para mí:
"Si, como creo, la mayor tarea de la humanidad conforme avanza del siglo XX al siglo XXI es eliminar de una vez por todas la hostilidad y el derramamiento de sangre que desfigura la Tierra hoy, entonces la música, que permite a las personas comunicar mutuamente sus más profundos sentimientos, con seguridad está destinada a jugar un importante rol. Ofrece los medios más poderosos y efectivos con los cuales atacar la búsqueda de esa tarea".
La música tiene poder –no, la música ES poder. La música es vida.
¿Pueden imaginar un mundo sin ella? Sin canciones, sin melodías, sin ritmo. Verdaderamente, donde no hay música, no hay vida, no hay humanidad.
Yo creo firmemente que el propósito de uno, su corazón, se expresa por todo el proceso creativo, está destinado a afectar los corazones e intenciones de la gente que está expuesta a la obra; en mi caso, la música que escribo y ejecuto.

De corazón a corazón
Mi disco compacto "Tesoros del corazón" fue inspirado por una declaración en uno de los escritos de Nichiren: "Más valiosos que los tesoros de los cofres son los tesoros del cuerpo, y los tesoros del corazón son los más valiosos de todos".
Con esto en mente, todos mis conciertos y grabaciones están basados en asegurar que cada persona involucrada –audiencia, músicos, técnicos, acomodadores y recaderos– sean tratados y se sientan como los participantes valiosos y dignos de respeto que son.
Además, mis actividades como disertante y educador tienen ahora una mayor prioridad, así como mi compromiso con los niños y las actividades de promoción de la paz con el ICAP (siglas en inglés de Comité de Artistas para la Paz), el GRAMMY en las escuelas, Artes para el aprendizaje, y otras.
El Sutra del Loto contiene la verdad clave de la enseñanza de Shakyamuni –que cada vida, todos los seres vivientes, son dignos de respeto. Transformar, crear y vivir en una sociedad donde el respeto y la reverencia por la santidad de la vida son primordiales es la única alternativa para nuestra especie, y en verdad, para nuestro planeta, si no sólo queremos sobrevivir sino prosperar.
Por lo tanto, he decidido que mi misión como artista, como artista y como ser humano, será tocar, revitalizar y rehumanizar el corazón de cada persona, uno a la vez.
En cuanto al GRAMMY latino...
Lo recibí en Los Ángeles, California, el 30 de octubre de 2001, en una modesta y sincera ceremonia, donde acepté este gran honor no como un reconocimiento por la obra ya realizada, sino más bien como un punto de partida y referencia desde la cual mi música y obra pudiera inspirar esperanza y humanidad en el corazón de cada oyente.