22.1.05

Experiencia: En el combate, no permanecer solo

Por Gwenael Colin. (originalmente publicado por Troisième Civilitation. Feb. 1997)
Tomado del Seikyo Criollo. Junio 1997

Gwenael Colin Después de muchos meses, he resuelto hablar de mis andanzas para relatar mi compromiso con el Budismo de Nichiren Daishonin. Ha sido el miedo lo que me ha detenido en esta iniciativa, porque el asunto aquí es, por una parte, el Sida y por la otra, mi homosexualidad. Lo que es claro, es que todas las diferencias pueden ser fuente de rechazo por parte de los demás, en mi caso, enfrentando esta situación, lo que obtuve fue amargura y miedo. “Haz de tu vida una aventura”, con frecuencia me viene a la memoria esa frase que había ronunciado Sor Emmanuelle.1

Esa toma de conciencia de que sólo yo podía escribir la historia de mi vida se produjo a través del Sida. El punto de partida fue el día en el que supe que era seropositivo. Me hizo decir “no” a ese destino e intentar actuar y preguntarme ¿el ser humano puede cambiar su destino?

Una fábula de J. La Fontaine
¿Cuál es en la vida la parte de determinación y de libre albedrío? Esos dos aspectos me remitieron con frecuencia a la fábula de La Fontaine. Cuenta la historia de dos ranas que habían caído en una vasija de leche. La primera intentó infructuosamente saltar el recipiente y se desalentó, perdió la esperanza, se dejó hundir y finalmente se ahogó. La segunda, por el contrario, se movió tanto que la leche terminó convirtiéndose en mantequilla y se salvó. Hoy, considero que el Budismo me permite darme la oportunidad para intentar ser la segunda rana, me ha permitido establecer la dignidad de mi vida y no encerrarme dentro de una jaula de desesperanza.

En tan sólo un instante, aquellas palabras...
27 de diciembre de 1990: Centro de despistaje anónimo y gratuito del hospital La Grave- Toulouse. Para confirmar, tras las puertas de la habitación en la que había entrado, escuché a la doctora decirme con voz clara: “El resultado es positivo”. Un huracán me atravesó el cráneo. En tan sólo un instante, aquellas palabras y todo en mi cabeza se derrumbó. Me quedé aterrado. Tengo 24 años. Comienzo mi vida activa. Soy seropositivo del virus HIV. Ahora sabía que los rodeos se habían terminado, que la barra es alta y me enfrento a un combate de larga duración. En verdad soy muy obstinado, pero este combate parece superior a mis fuerzas.

Vuelvo a recordar el Budismo
Llegué a Toulouse en Marzo de 1990 por razones profesionales, mi compañera de trabajo me había hablado del Budismo. Durante un tiempo había juzgado la filosofía muy interesante, muy buena para los demás, pero inútil para mí. Sin embargo, vista la situación presente, las nociones de combate y de “Victoria o derrota” volvieron a mi cabeza. Fue igualmente mi compañera, quien me incitó a hacerme el examen de HIV, hoy día me doy cuenta que a ella le debo mucho. Ese 27 diciembre de 1990, de regreso a mi lugar de trabajo, a las 2:00 de la tarde, mi compañera Jocelyne, que sabía de mi visita al hospital me preguntó las nuevas sobre la serología, vió el resultado positivo y su respuesta no se hizo esperar: “Practica Budismo Gwen o al menos inténtalo”. Le respondí: “Ok, en el punto donde yo estoy no me cuesta nada intentar”. Creo que tuve la oportunidad de poder hablar enseguida acerca de mi seropositividad a alguien cercano. (Conociéndome, esperar algunos días no hubiera favorecido a que se abriera mi caparazón de ostra, cerrado para no poder abrirse nuevamente) Los días que siguieron anduve como un zombie, errante por la vida.

El suicidio, compañero fiel
Aunque mis reflexiones con relación al Budismo me brindaban un poco de esperanza, el suicidio, compañero fiel de mis días de infierno, hizo su aparición con más fuerza. Pasadas las festividades de fin de año descubrí el Budismo, asistí a las prácticas y reuniones de discusión. Recuerdo bien a los practicantes, cómo se comportaban, sus relaciones entre ellos. La perspectiva de la muerte y la decadencia me habían debilitado psicológicamente. No me quiero comprometer con una organización y una filosofía que podría aprovecharse de esa fragilidad.


Decidí brindarme la oportunidad de combatir
Marzo de 1991: Decidí partir a Japón por 2 semanas para intentar darme cuenta por mi mismo qué era la Soka Gakkai. Trabajando en una línea aérea, el precio del billete es muy reducido. Un amigo japonés, Toshiaki, me recibiría en el seno de su familia. De regreso a Francia, decidí valientemente brindarme la oportunidad de combatir. Me sumergí más seriamente en la práctica, en la lectura y en asistir a las reuniones. El Budismo me atrapó más y más y se convirtió en un bastión muy sólido donde apoyarme para poder sacar la fuerza de levantarme y continuar el camino. Mis fórmulas sanguíneas se mantenían firmes: mis CD4 aumentaban pasando de 700 en enero del 91’ a 900 en junio de 91’2 . Pero sé que la tormenta que se avecina en el horizonte viene derecho sobre mí. Tengo que fortalecerme al máximo. Junio del 91’: Me mudé y decidí alquilar un apartamento compartido con un practicante. Eso me brindó paralelamente la posibilidad de practicar delante de un Gojonzon mañana y tarde.

Mi compañera viene al rescate
27 de enero de 1993: Mis resultados de los CD4 han caído:407 y sin aviso. Llamaron a mi trabajo, la doctora al teléfono me habla del tratamiento y de AZT. Estoy aterrado. Una vez más mi compañera viene al rescate. En los días que siguen ella me prestará las llaves de su apartamento con el fin de que pueda ir a hacer Daimoku entre las 12 del mediodía y las 2 de la tarde. Siento que cedo terreno al pánico y la desesperación.


Reaccionar, exponer la situación.
Por cierto, luego que me anunciaron que era seropositivo, sé que el rostro de la muerte está frente a mí, cuando antes lo veía a lo lejos, en el horizonte, en el anonimato. Pero de un solo golpe se acercó a mí en silencio y me sentí desprotegido. Me hizo reaccionar. Recuerdo al encargado de un seminario quien en el curso de éste, nos había dicho: “En el combate no permanezcan solos”. En los días que siguieron, me fui a visitar a los practicantes más allegados y les expuse la situación. Para entonces, percibí que necesitaba hablar con mis padres pero eso era superior a mis fuerzas. Por supuesto, cuando a los 19 años mi bachillerato técnico fracasó, me abrí las venas. Había necesitado decirle a mis padres de mi mala alimentación, de mi atracción por las mujeres pero también por los hombres y todo eso que me pasaba, pero que no comprendía. Sin embargo, al hablar con ellos, he visto por igual su dolor y su confusión.


Dormir, comer, practicar y trabajar
Lunes 8 de febrero de 1993: He sido convocado por mi director. Trabajo en el área de fletes de una compañía aérea. Me comunicó que él está descontento con la calidad de mi trabajo. Los resultados comerciales de la estación no son buenos. Me habla de un despido. El sentimiento de urgencia es total. Durante ese período mi vida se organiza en torno a cuatro polos: dormir, comer, practicar y trabajar.


Ganar una amplia ventaja sobre el virus HIV
Decidí poner todas mis fuerzas en la batalla: práctica, reuniones de discusión, estudios, seminarios, actividades en Trest son mis citas. Mes tras mes, combate tras combate, todo esto va a contribuir a que yo restablezca una amplia ventaja sobre el virus HIV. Mi situación laboral evolucionó favorablemente


La Familia
Domingo 14 de febrero de 1993: Acordé con mi hermano menor Yann de reunirme en su casa. Él es alumno de enfermería en el hospital. Creo que comprenderá. Esa tarde, le hablé de mi vida, de la homosexualidad, del Sida, de mis resultados anteriores. Martes, abril de 1993: Voy a pasar algunos días de vacaciones en compañía de mis padres. He decidido hablarles de mi seropositividad. Mi hermano Yann estará presente. Practico mucho, tengo que basar mis acciones en el Gojonzon.


Diálogo con mis padres
Miércoles 14 de abril de 1993: durante la cena, aguanté la respiración y recité las frases que había más o menos preparado en mi cabeza. Hice el máximo esfuerzo para mostrarme seguro de mí. Vi a mi madre sentarse en su silla y llorar. Mi padre no dijo palabra. Él tiene esa manera de callarse que tienen los bretones cuando se afligen por tanta emoción. Después les hablé del Budismo. Ellos comprendieron mejor en lo sucesivo el por qué de mi compromiso. Hablamos hasta tarde en la noche. Al día siguiente fui con mi padre a comprar madera. La víspera de la cena le había hecho partícipe de mi deseo de construir un pequeño altar budista en mi antiguo cuarto. Aprovechamos los tres días siguientes para hacerlo. El domingo 18 de abril de 1993, regresé a Toulouse. Antes de partir, mis padres me dijeron que siempre estarían conmigo, que no me dejarían caer jamás, que sería hasta que la muerte nos separe. Me agradecieron que les hablara de mi seropositividad. Ellos preferían saber. Mis dudas se atenuaron. Para entonces, había conocido una familia practicante que vivía a 50 metros de la casa de mis padres. Desde entonces, cada vez que visito a mis padres, más o menos una vez al mes, ellos siempre me abren su puerta para una práctica o un café. Yo les estoy infinitamente agradecido.


Yo recibí el Gojonzon
El 31 de marzo de 1993, me mudé a un apartamento. A finales de junio mi padre vino a pasar algunos días en Toulouse con el objeto de rehacer la tapicería. El 26 de junio recibí Gojonzon en Trest. Es para mi un período de compromiso más profundo. En su estancia en Toulouse mi padre me acompaña en el carro, percibo su contacto. El discurso del señor Yamasaki y la ceremonia lo conmueven. Finalmente, él guardará un recuerdo imperecedero. Nos hablamos a menudo.


Alguien con quien hablar verdaderamente en los momentos de tempestad
Durante el verano de 1993 conocí a Francoise, ella había dejado de practicar por siete años y empezaba poco a poco. Más que ser una amiga, ella se convirtió igualmente en mi responsable en las reuniones de discusión. Ese encuentro me hizo pensar en lo que describe Antoine de Saint-Exupéry en el Principito: “Así he vivido, sólo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que una avería en el desierto del Sahara, hace seis años...” Parafraseando al presidente Ikeda, yo diría que en esos momentos de tempestad, Francoise ha permanecido siempre a mi lado, bajo la lluvia, incluso hasta mojarse los huesos a fin de que encontráramos un medio de escapar juntos de la tormenta.


Estar cerca de la muerte para comenzar a vivir
Domingo 2 de enero de 1994: me he citado con el Dr. Yamasaki para una orientación. Siendo médico, su apreciación budista del Sida contribuye a reforzar mi decisión de avanzar lo más lejos posible. Miércoles 7 de junio de 1995: Nuevo resultado sanguíneo CD4 a 209. El AZT no hace más efecto, debemos cambiar la molécula. Siempre tengo miedo de morir pero la muerte me da mucho menos miedo. Leí un día que debíamos estar cerca de la muerte para comenzar a vivir. Estoy de acuerdo. Domingo 25 de junio de 1995: Me cité con el Sr. Hasegawa. Francoise me acompaña. Hablamos principalmente de la homosexualidad. Decidí entonces profundizar en ese aspecto de mi vida con una psicoterapia. Siendo miembro de AIDES, contacto a una
psicóloga que trabaja allí. La veré durante más o menos seis meses, después me volveré hacia el psicoanálisis, trabajo que perseguí siempre.


Hacer de una prueba dolorosa un cambio
Durante mi infancia y mi adolescencia me había acostumbrado a callarme. Ahora no hago sino hablar, hablar, hablar. Hacer que una prueba dolorosa, una crisis, no sea más un drama sino un cambio constituye, sin duda alguna, una parte de la Revolución Humana de una persona. Amo ese término, especialmente la palabra revolución. Escuché un día a André Malraux, citar al escritor Salmon hablando de la Revolución Bolchevique de 1917: “Los hombres habrán vivido según sus corazones”. Hacer Revolución Humana es para mi inseparable de esa palabra.


De un ser impotente a un ser activo
Hace algún tiempo, Francoise me prestó un texto publicado en un diario para la mujer, en el cual el autor hablaba de la importancia de educar el corazón. Enunciaba cinco ángulos de ataque.
• Llegar a ser uno mismo sin huir de la realidad presente (Confrontación)
• Llegar a apreciar aquello que no nos agrada (Aceptación)
• Llegar a comprender aquello que no se entiende (Desarrollo)
• Llegar a hacer aquello que no se es capaz de hacer (Progresión)
• Pasar de ser impotente a ser activo.

Intente aplicar esas recomendaciones en los diferentes aspectos de mi vida, siempre con un telón de fondo, un traje de Daimoku permanente.

Apreciar a los seres queridos
Hoy, continúo el combate. Después del AZT, el DDI, el DDC mis balances sanguíneos son nuevamente satisfactorios. Los tratamientos han sido detenidos por algunos meses. Profesionalmente, no hay muchos avances. Jocelyn y yo debemos mejorar sin cesar los resultados comerciales de la oficina. Afectivamente estoy siempre solo. Con relación a mis padres, poco a poco, el rencor que me cegaba fue reemplazado por mucha misericordia. Puedo, entre tanto, abrir mi corazón y así apreciar más a los seres queridos de mi familia.


NOTAS:
1 Se refiere a una religiosa católica que consagró su vida a los habitantes de los barrios de Egipto.
2 Se considera en general que el umbral entre 200 y 500 linfocitos CD4 prefigura la declaración de Sida.

21.1.05

LA FUERZA DE UN INSTANTE, PARA SIEMPRE

Tomado de: Il Nuovo Rinascimento, nº 110
Traducción: A.C.Revisión: E.L. / C.P. / B.G.

Experiencia de Elena Silvia Bonini
Roma

Empecé a practicar en 1980 en Roma. Después de quince días de práctica constante tuve el primer gran beneficio: vencer el miedo a la oscuridad que llevaba dentro desde siempre y por primera vez en mi vida, logré dormir sola y tranquila. En ese tiempo vivía una vida llena de confusión. Hacía varias actividades sin una meta precisa: modelo, actriz y hasta fotógrafa para revistas musicales, y de vez en cuando presentaba algunos exámenes en la universidad. Después de algunos meses se abrió lo que sería el camino de mi vida, preciso, seguro, sin duda alguna: terminar los estudios y trabajar después como geólogo.
Mis padres, dadas mis buenas intenciones, me compraron una casa muy cerca de la universidad. Practicaba bien para la salud de mi padre, ex-minero del carbón, gran fumador y poco cuidadoso de su salúd, o bien para superar un exámen dificilísimo en poco tiempo, sin haber asistido al curso específico, empresa prácticamente imposible. Para ello estudié mucho y con mayor organización y, gracias también a algunas coincidencias afortunadas, superé, al primer intento, el exámen escrito y obtuve la nota más alta de todos los candidatos. Empecé a pensar que nunca dejaría de prácticar este Budismo.

Mientras tanto mi padre empezó a cambiar su estilo de vida: era más tranquilo y fumaba menos y, lo más importante, había recuperado la relación con mi madre y yo la mía con ellos: finalmente el gran lazo afectivo había encontrado su justa y armoniosa dimensión. Entonces los objetivos por los cuales había empezado a prácticar se estaban haciendo realidad. El primero de Agosto de 1982 recibí el Gojonzon. La misma noche encontré un anillo que pensaba que me habían robado. Deben saber que en ese entonces yo era muy a menudo robada por personas que frecuentaban mi casa. Con la llegada del Gojonzon esa tendencia poco a poco empezó a cambiar y en poco tiempo se verificó un cambio casi total en relación a las personas que yo frecuentaba. El nivel de mis amistades se elevó sensiblemente, quedaron solo aquellas más verdaderas con las cuales mantengo todavía relaciones. En los meses siguientes la tendencia a sufrir robos tuvo un cambio determinante: por tres veces sorprendí al mismo ladrón mientras intentaba salir de mi casa con los brazos cargados de todo lo que había podido agarrar.
Estaba recibiendo grandes beneficios: a pesar de esto la calidad de mi vida cambiaba lentamente. En efecto, aun practicando todos los días, no lograba hacer actividades. Me parecía que nuestra organización era inútil y estorbante. Por eso mi práctica se hacía pesada y fatigosa. Se manifestaron algunas de mis tendencias negativas como la presunción, el egoísmo, la inseguridad y continuaba sin entender el profundo significado de Kosen Rufu.

En 1983 participé en el primer curso europeo en Trets como biakuren. Y allí fue el gran encuentro con el Presidente Ikeda. El último dia estábamos comenzando un gran almuerzo al aire libre y cientos de personas iban y venían entre las mesas llenas de frutas procedentes de todo el mundo, cuando el propio Presidente Ikeda parecía llamarme con amplios gestos y una gran sonrisa. Me acerqué con temor. Sí, me estaba llamando a mí. Me ofreció un paquetico diciendo que era el objeto más bello que había traído de Japón y que lo había traído para mí. Sonriendo me animó para que me sentara en la mesa frente a él. A lo largo del almuerzo me sonrió a menudo. Estaba sumergida en un halo de energía positiva y de felicidad. No entendía. ¿Porqué a mi entre tanta gente? Sólo después de muchos meses sentiré con profundidad el efecto de este encuentro y de la atmósfera de cálida humanidad que me transmitió.

Al regreso de Trets leí varias veces esta frase: «Lograr la Budeidad no es para nada más fácil que para los hombres de bajo rango acceder a los círculos de la Corte o para una carpa subir la Puerta del Dragón» (del Gosho La Puerta del Dragón). A los pocos días de mi regreso repentinamente mi padre murió. Yo caí en un terrible estado de postración. El sufrimiento me llevó a una grave inapetencia y poco a poco mi cuerpo empezó a debilitarse. Con fatiga continué entonando todos los días pero me aislé totalmente de los otros miembros. Cada vez que hacía Gonguio pedía llorando la fuerza y el coraje de seguir viviendo y practicando. Mi mamá y yo gozábamos de gran protección, estábamos rodeadas de personas que nos brindaban mucha ayuda y afecto.

Con la muerte de mi papá, faltó el único soporte económico de mi familia. Por lo tanto era absolutamente necesario que yo me graduara lo antes posible para poder trabajar, pero me faltaba todavía un año para terminar la tesis. Otra vez más experimenté la protección del Gojonzon porque algunos de mis compañeros de la universidad trabajaban conmigo hasta altas horas de la noche. A veces hacía Gonguio a las tres de la madrugada trastornada por el cansancio pero decidida a no rendirme. Hasta que llegó el día en que tuve que defender mi tesis con coraje, pero con dolor en mi corazón y me gradué con altas notas. Capté cuánto el Gojonzon me sostuvo en esa prueba y decidí así proyectar y construir yo misma un nuevo butsudan para el Gojonzon. El esfuerzo empleado para realizarlo hizo surtir efectos inmediatos: recibí propuestas de trabajo interesantes, ante el asombro de mis compañeros que se habían graduado antes que yo y que todavía estaban desempleados.

Sin embargo mi salud seguía empeorando. Continuaba practicando pero me encerraba siempre más en mí misma. No iba a las reuniones de dialogo, hablaba poco con los miembros y mi contrariedad hacia los responsables y las responsabilidades continuaba inexorablemente. Y así hasta Marzo del '84 cuando participé en la primera reunión de jóvenes en Italia. Había llegado ya al final de mis fuerzas. Los otros estaban llenos de vitalidad; quizás cada uno tenía sus problemas, pero en sus rostros no se veían. Mientras que en mí se podía leer todo mi sufrimiento. Una vez me habían dicho: «No existe un Buda infeliz, un Buda desafortunado, un Buda enfermo».

Decidí que al regreso a mi casa debía transformar mi sufrimiento. ¡Ya! Había llegado la hora de dar un salto cualitativo. Me hice examinar por un especialista: estaba enferma de una grave forma de tuberculosis y los exámenes de sangre arrojaron muchos valores alterados. Fui internada de emergencia. Ahora deseaba verdaderamente y con todas mis fuerzas sanarme. Pensaba en esta frase del Gosho: «NamMiojoRengueKio es como el rugido de un león; ¿Qué enfermedad puede ser un obstáculo?» del Gosho Respuesta a Kyo'o. Las terapias eran fortísimas y me obligaban a permanecer en cama. Empleaba una hora para hacer el Gonguio con un hilo de voz. Después de solo dieciocho días aparecieron los primeros resultados. Los médicos estaban sorprendidos: los exámenes de sangre estaban perfectos. La enfermedad había sido derrotada en muy poco tiempo, ahora había que restablecer el cuerpo debilitado. Hacían falta otros meses de hospital y dos años de convalescencia entre el mar y la montaña. El salto cualitativo interior que había pedido tuvo lugar. Deseaba profundamente ser una persona feliz y ayudar a los demás a serlo también. Decidí que habría transcurrido aquel período de tiempo practicando y profundizando la filosofía Budista para prepararme bien para hacer actividades con los demás miembros. Para mí ahora la organización tenía otro aspecto: personas que han experimentado la eficacia de NamMiojoRengueKio y la quieren transmitir a los demás.

Al regreso a Roma me designaron responsable de un grupo. Abrí la casa para reuniones. ¡Que felicidad me producía todo esto! Estaba descubriendo la profunda belleza de la vida. Me llovieron los beneficios. El Seguro Social me otorgó finalmente, después de dos años de Daimoku y de lucha, una indemnización de varios millones por la enfermedad que había tenido, aunque empleados y funcionarios me habían repetido durante meses que nunca lograría eso por causa de la burocrácia. Al culminar mi convalescencia me ofrecieron un trabajo en la universidad como colaboradora de un grupo de investigación en el campo de la geofísica. ¡Eso era mi sueño! Ahora, no sólo sané de aquella enfermedad sino que mi físico, antes frágil y con tendencia a perturbaciones en el aparato respiratorio, está fuerte y sano.
En 1988 participé en un curso en Trets donde se estudió el Gosho La Herencia de la ley Fundamental de la Vida y de la Muerte. Otro gran salto cualitativo en mi vida interior. Descubrí que todavía estoy sufriendo por la muerte de mi padre. Entiendo profundamente que en estos años he vivido con el remordimiento de no haber hecho nada por él. Pero lo más grande es que descubrí que ahora puedo hacer mucho más. Puedo llegar a él a través de mi vida: su tranquilidad se logra a través de mi Iluminación. Entiendo el profundo significado de la quinta oración. Capté profundamente mi encuentro con Daisaku Ikeda que tuvo lugar justo allí, en Trets, justo antes de la muerte de mi padre y sólo entonces percibí el efecto: un padre maestro de vida, podía tomar el puesto de un padre que había faltado dramáticamente. Este era otro paso hacia la plena conciencia del valor y de la profundidad del Budismo. Y no fué casualidad que a mi regreso de Trets resolví un problema relacionado con la muerte de mi padre.

De vez en cuando me pasaba algo raro: de repente empezaba a sentirme mal, me sentía desmayar, sentía nauseas, sudor frío, no podía razonar. Para mí era la muerte. Eran crisis de origen psicológico y se estaban haciendo cada vez más frecuentes. Una noche me pasó mientras estaba sóla en mi casa. Por primera vez no podía recurrir a la ayuda de nadie. Entré en pánico. Intenté hacer algunas llamadas por teléfono para pedir ayuda, pero nada. Por fin me recordé del Gojonzon. Me arrastré de rodillas hacia el Gojonzon. Lo abrí. Me coloqué en posición correcta, sentada sobre los talones, la colúmna derecha, las manos juntas en un esfuerzo sobrehumano. Empecé a recitar. «¡Ya!, pensé, esta historia tiene que terminar. Ahora yo, de aquí adelante, quiero sanarme para siempre». Cinco minutos, diez minutos, una eternidad. Estaba peor, pero no me rendía. Quince minutos, empecé a sentirme mejor, veinte minutos y todo el mal parecía haber desaparecido como por arte de magia. Desde entonces nunca tuve otra "crisis". ¡Pero cuanto Daimoku por detrás de aquellos veinte minutos! A veces arrastramos algunos problemas por años sólo porque no tenemos el coraje de enfrentarlos directamente con la fuerza de un león al ataque. En esos momentos, lo que no obtuve en tanto tiempo se obtuvo en un instante.

En Julio del '91 vuelve a presentarse el karma de la enfermedad en mi familia. Mi mamá que nunca tuvo problemas de salud, repentinamente se sintió mal y fue internada de emergencia en el hospital. El diagnóstico fue nefasto. Cáncer en el páncreas, no daban esperanza, podía vivir al máximo un año. Ví las fotos obtenidas por vía endoscópica que mostraban una masa informe entre el páncreas y el duodeno. Tomada por la desesperación fui a Roma, tomé el Gojonzon y lo llevé adonde vivía mi mamá y comencé a entonar Daimoku cuatro horas al día. Ella, que no sospechaba nada y que nunca quiso pronunciar NamMiojoRengueKio, me confesó que en el hospital estaba entonando una hora diaria, así, sin que yo le hubiera dicho nada.

Empezó un período frenético de investigaciones, análisis, controles de todo tipo a ritmo ultrarápido y sin interrupciones. El medio ambiente a nuestro alrededor nos protegía. Ella, aún en los primeros pasos de práctica, soportó todas las pruebas con gran paciencia y coraje mereciéndose las felicitaciones de los médicos. Estaba rodeada de mucho afecto y su cuarto estaba siempre alegre y adornado de flores. Después de tanto buscar los médicos decidieron operarla, pero se trataba de una operación dificilísima. Era la última posibilidad. Me informé sobre el mejor cirujano existente, pero ella, fuerte con su Daimoku, decidió no cambiar hospital. Luego se revelará que su elección fue correcta.
Yo entonaba horas y horas delante del Gojonzon, pero algo me impedía salir de una turba de pensamientos: «Mi mamá morirá, enfrentaré sus últimos meses con coraje, renunciaré a Roma, a todos, para estar cerca de ella». Externamente estaba fuerte y segura de mi lucha diaria pero adentro algo profundamente arraigado me bloqueaba. Deseaba leer muchos Gosho pero el único que tenía a disposición era La dificultad de mantener la fe. ¡Mantener la fe! Faltaban pocos días para la operación, tenía mucho miedo y sentía la necesidad de hablar con alguien. Llamé a un encargado. Las palabras que usó para darme coraje no fueron muchas, una sola: ICHINEN. Conozco el significado literal de este término, o sea la fuerza y la determinación contenidas en un sólo instante, pero profundamente no lo entendía. Entoné Daimoku. Todavía no entendía. Entoné más. Algo empezó a romperse adentro y algo empezó a abrirse. Una orientación del Presidente Ikeda que había leído en aquellos días decía: «Antes de teorizar, entonen, la teoría existe en función de la práctica, a través de la práctica de Ichinen Sanzen podrán abrir nuevas e inmensas realidades». Aquella palabra, Ichinen, había llegado adentro de mí y había dado en el blanco. ¡Pero cuanta preparación había sido necesaria! ¡Cuanto Daimoku! Yo seguí entonando. La horrible realidad que me oprimía no existía más. En frente del Gojonzon existían solo el Gojonzon y yo en un lazo fortísimo y el Daimoku no salía de mi boca sino de todo mi ser con una potencia indescriptible, nunca probada antes, era el rugido de un león al ataque. Nadie podía parar mi fuerza. Sentí que estaban en juego mi vida, mi karma, la vida de mi madre, la de mi padre, las enfermedades, el trabajo, los sentimientos y todos mis errores. Pedí disculpas. Clamé la ayuda de todas las fuerzas positivas dentro y fuera de mí, me recordé del Presidente Ikeda. Sentí que estaba tocando aquel sufrimiento interior que llevamos adentro toda la vida y que está muy en el fondo y no sabemos porqué. Yo lo llamo sufrimiento innato. Sentí: «Abriré nuevas y vastas realidades, para mi, para mi familia, para todos. Mi vida es igual al universo».

Llegó el día de la operación. Mi madre estaba serena, la saludé mientras entró al quirófano: «Chao mami, ¡Verás que lo lograremos!». Esperé y conmigo esperó mucha gente, amigos y familiares. Siempre mucha protección. Una hora, dos horas, cinco horas, diez horas. Ya no aguantaba más, pero de vez en cuando tenía explosiones de alegría que frenaba con dificultad por el miedo a que los demás me consideraran loca. Por fin se abrió la puerta. El cirujano salió con una cara rarísima y caminó hacia mí: «Mire yo no sé que decirle, la hemos abierto y no hemos encontrado nada. ¡Hemos hecho cinco biopsias y han resultado todas negativas!» ¡Habíamos ganado! Mi madre, yo y todos aquellos que habían creído en la vida y no en la muerte, y sobretodo aquella persona que me telefoneaba todos los dias de Roma con una gran fuerza y un gran optimismo: «Verás, tu mamá lo logrará y tu contarás esta experiencia en el curso de verano». Y así fue. Agradezco haberme transmitido ese coraje y por haber sentido una vez más cuan fuerte es el lazo con los demás y cuánto lo necesitamos todos. Hoy en dia mi mamá está bien y sigue practicando el Budismo.

¿Para que sirvió esta experiencia? «Para no rendirse», nunca, para no ceder frente al peligro, para descubrir lo que significa Ichinen. Pero ¿Esa palabra habría llegado así directamente a mí si no hubiera entonado tanto Daimoku? ¡Creo que no! Aplicaré esta fuerza a todo lo que todavía tengo que cambiar en mi vida y a todo lo que tengo que mejorar, para mí y para aquellos que todavía tienen que experimentar el poder de NamMiojoRengueKio. Estoy construyendo una felicidad interior indestructible y nada ni nadie podrá nunca detener este camino, ni siquiera yo misma. Siento que la Iluminación se conquista un pedacito cada día. Como dice el residente Ikeda: «¡Abran nuevas y vastas realidades!».

Experiencia sobre trabajo

Experiencia sobre trabajo enviada por CRISTINA VALARINO

Para los que no me conocen, mi nombre es Fabiana, tengo 37 años y estoy en el han La Paz. Recibí Gohonzon en diciembre del ’99 y la verdad es que conocer el budismo es lo mejor que me podía suceder.
Al igual que mucha gente en la actualidad, mi situación económica era desastrosa, no conseguía trabajo por ningún lado, y por supuesto, llegué a convencerme de que en realidad la culpa era del país, ¿acaso podría cambiar algo si invocaba?: sí y así fue. A mediados del año pasado me cansé de no tener dinero, de no tener trabajo, de pedir prestado y de vivir al día, por lo que comencé a invocar para transformar esta situación. Hablé con mi responsable de Hombu, y ella me dijo que, hasta conseguir trabajo, tendría que tomar el daimoku como si fuera un trabajo, o sea, invocar unas ocho horas diarias, lo cierto es que tengo que ser sincera: no invoqué tanto, pero los resultados fueron excelentes. En ese momento decidí presentarme a examen de primer nivel –que se rindió en octubre del 2002- y, a partir de esa decisión, junto con el daimoku, muchas cosas comenzaron a cambiar –en mi- y por supuesto, en mi entorno.

A punto de rendir el examen, un amigo se acercó un día y me dijo la frase que tanto había deseado escuchar: “tengo trabajo para vos”, así es que comencé a trabajar con él en su empresa de comunicaciones donde debía dedicarme a la venta –cosa que me disgustaba enormemente, ya que una de mis frases favoritotas era: “¿yo?, ¿vender? nunca!!-, pero había escuchado de mis antecesores algunos comentarios como por ejemplo: si te desafiás a realizar en forma excelente un trabajo que no te gusta y continuás invocando con una fe firme y sincera, en algún momento se manifestará lo que realmente deseás hacer, así es que mantuve abierto el corazón haciendo mi trabajo con amor, aprendiendo y tomándolo como un medio hábil para transmitir la Ley, de esta forma, en la oficina le hice shakubuku a casi todo el personal e incluso a uno de mis clientes, un sonen, que está invocando desde hace unos tres meses con maravillosas pruebas reales.

Gracias a este trabajo pude conectarme con una revista de bodas que recién se inicia en el mercado, comencé a trabajar con ellos y le trasmití la Ley al dueño, Alejandro, que la aceptó inmediatamente y ya comenzó a hacer shakubuku a su familia y amigos. Esta relación ha sido muy importante ya que soy docente en caligrafía y estoy a punto de recibirme de perito calígrafo por lo que me asocié con una compañera de la facultad (a quien también le transmití la ley e invoca desde hace un año) para comenzar una empresa de tarjetas artesanales para casamiento completadas con pluma y tinta. El dueño de la revista me ofreció publicar en ella dos avisos gratis que yo realmente no podía pagar ya que salen cerca de $130.- y además nos va a incluir en el compac disc que trae la revista recomendando nuestro servicio de tarjetería, para lo cual incluso nos hizo una producción fotográfica gratuita de mi, de mi socia y de nuestro trabajo; la revista tiene una tirada de 5.000 ejemplares, lo cual es una ayuda más que grande para mi emprendimiento.

Una de las frases que más me ayudó a tomar la decisión de cambiar mi mal karma financiero fue justamente un comentario de Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, que dice así: “La gente usualmente se queja de no tener suficiente dinero. El dinero está a nuestro alrededor, igual que el aire que respiramos. El verdadero problema es que así como hay personas asmáticas, también hay personas con problemas en su vida interna que restringen su habilidad de atraer dinero a sus vidas”. Me gustó tanto que comencé a invocar diciendo: “el dinero está en el aire y yo no soy asmática”.

También influyó mucho en mi la experiencia de Marcelo González, uno de nuestros responsables -y miembro de Sokadance-, que me hizo tomar conciencia sobre un principio budista: verdadera entidad; de su experiencia aprendí lo siguiente: uno puede ser fenómeno (si se deja arrastrar por las circunstancias externas) o verdadera entidad de la Ley Mística, donde se decide con fe y convicción las circunstancias que se desean para la propia vida.

Según palabras de Marcelo: “YO SOY VERDADERA ENTIDAD Y SI YO DECIDO, TODO LO QUE ME RODEA PASA A SER FENOMENO QUE ACTUA EN BASE A MI DECISION...”. Creo que esto lo dice todo ¿no?

Sería maravilloso contarles que me hice millonaria con mi trabajo pero no sería cierto –por ahora-, en realidad, cuando uno cuenta su experiencia, lo más importante son los cambios internos; hay un principio budista llamado beneficio que explica precisamente que toda persona, sea budista o no, puede concretar sus objetivos si se lo propone, pero la diferencia con nosotros que hacemos daimoku, es justamente la transformación interior que se produce en el camino hacia la concreción de ese objetivo.

Otro tema fundamental que aprendí de mis antecesores es a no quejarme, los budistas siempre decimos que la queja borra la buena fortuna, entonces cuando uno se queja, inmediatamente borra el daimoku que hizo, por lo tanto la queja es un factor importantísimo para que nuestra vida de trabajo no se transforme.
Nuestra actitud hacia el dinero es síntoma de nuestra actitud global hacia la vida. A veces nos resulta conveniente pensar que el tener o no suficiente dinero ejerce una importante influencia en nuestras vidas, cuando en realidad es el resultado de nuestras vidas.

Resumiendo, hoy puedo decir, con respecto a mi vida, que he triunfado, que la lucha continúa pero tengo en mi poder la mayor arma de la paz: la Ley Mística, y, basándome en ella, no hay nada que no pueda lograr. Gracias a todos por escucharme.

Mi experiencia en internet con otras sectas de Nichiren

Experiencia de Craig Fox (SGI USA)
Greensboro, NC. USA
Enviadas por Cristina Valarino y Palmyre Montiel

Nunca olvidaré un dia de Junio 1998, en que se me ocurrió buscar en internet alguna práctica espiritual que encajara con lo que ya creia acerca del mundo. Yo venía de ser un fundamentalista Cristiano quien, por muchas rezones, había abandonado la fe durante la infancia. Ahora era un humanista agnóstico sin una verdadera comunidad para explorar lo que significa ser una persona espiritual.
Recuerdo que estaba tipeando las palabras “Budismo/Carolina del Norte” en el motor de búsqueda. La primera página que apareció fue la de SGI-USA. Abri la página y lei “Nam Miojo Rengue Kio”. Fue como si yo tuviera una conexión mística con esta frase. Llame al Centro de Carolina del Norte y me puse en contacto con miembros budistas aqui en Greensboro.
Mi primer encuentro fue en un apartamento de una pareja de japoneses. Me enamoré totalmente de la práctica desde ese momento. Las personas eran maravillosas y el Budismo de Nichiren Daishonin que practicaba la SGI de Estados Unidos me servía perfectamente. Lo mas maravilloso es que era humanística. No dependía de factores esotéricos para funcionar. Yo estaba en el cielo!!. Recibí Gojonzon en Enero de 1999 durante el gonguio de año Nuevo de kosen rufu
Algunos meses mas tarde me reuni con un grupo de información en internet e hice algunos amigos de varias escuelas del Budismo de Nichiren. En la medida en que comenzamos a intercambiar, comencé a tener dudas acerca de la Gakkai y sus doctrinas. Comencé a alejarme de mi Distrito. No estaba preparado para discutir asuntos con una persona en vivo, prefería la seguridad de mi computadora que la de cara a cara, diálogo de corazón a corazón. Yo estaba siendo dominado sin ni siquiera saberlo
Comencé a explorar otros grupos Budistas que demandaban una conexión con Nichiren Daishonin. Contacté algunos de ellos, incluyendo un templo de la secta Nikken.Yo lei, observé y canté acerca de todo lo que estaba aprendiendo. Era fácil descartar muchos de estos grupos porque descansaban fuertemente en mezclas de budismo esotérico Zen, Nembusu, Tibetano, y otras enseñanzas provisionales Mahayana, con enseñanzas de Nichiren Daishonin
Esto me llevó a una posición entre escoger entre las personas del templo y las personas de la SGI. Me di cuenta que cuando tenía diálogos on line con los amigos del templo, siempre terminaba enojado. Ellos siempre atacaban a la SGI, no desde la perspectiva doctrinal, sino criticaban el liderazgo, especialmente a Ikeda Sensei. Parecía como si ellos no pudieran encontrar lagunas en los planteamientos de la SGI, asi que atacaban a las personas. Yo estaba interesado en la Ley mas que en las personas. “Siga a la Ley, no a la persona”.
Para este momento ocurrió algo horrible en mi vida. Murió mi maravilloso animal de compañía. No solo era un gato, sino uno de mis mejores amigos. El fin de semana posterior a su muerte, yo estaba en un café en Raleigh cuando me encontré con dos miembros de la SGI de Greensboro. Ambos mencionaron que me echaban de menos en las reuniones, pero estaban mas interesados en como estaba yo manejando la muerte de mi gato.
Algo de este encuentro me movilizó . Comencé a comprender que la Ley Mistica, cuando se practica correctamente, cambia a las personas. Hace que las personas se preocupen por los demás. Mientras mas estudiaba el Gosho y cantaba, mas sabía en mi corazón que la Soka Gakkai representaba el pensamiento correcto de practicar el Budismo de Nichiren Daishonin. Afortunadamente no había solicitado recibir Gojonzon de otro grupo. De nuevo, comencé a asistir a las reuniones y escuché de verdad lo que se decía en vez de proyectar mis ideas preconcebidas. Me di cuenta de que habia una comunidad que estaba experimentando la Ley Mística y estaba permitiendo a esta Ley, moldear sus vidas en forma positiva. Quiero ser una parte de esta comunidad que esta trabajando incansablemente por la revolución humana y el kosen rufu.Las dudas en mi corazón han desaparecido, su lugar ahora está ocupado por un amor centrado en esta práctica . Tengo gran respeto por aquellos que han luchado durante tanto tiempo para propagar la comprensión correcta de este Budismo.Juntos, podemos decidirnos a tener diálogos de corazón a corazón unos con otros y con aquellos que todavía tiene que ecuchar sobre las verdades del Budismo de Nichiren Daishonin. Juntos podemos cambiar el mundo, cambiando una persona a la vez.Gracias a mi familia de la SGI por su amor y apoyo a mi familia y a mi mismo y por mantenerse firmes, con amor, a la verdad de la Ley Mística.