6.8.05

Experiencia de Violencia Familiar de George Stapchuk

Traducción tentativa de Violeta Antonetti.
Tomado del folleto Pionners for Peace Our Stories
Recopilación de Experiencias durante los años 1960-1975 de los miembros de la SGI-USA Orange County California.
George Stapchuk vivió junto a su esposa Mariko en Santa Ana, California. Ellos tienen tres hijos, un varón y dos hembras. Su maravillosa buena fortuna fue haber podido practicar junto a su familia. Esta experiencia fue narrada por él seis años atrás cuando expresó su gratitud al Gojonzon, a la SGI y al Presidente Ikeda. El Sr. Stapchuk falleció apaciblemente el 28 de Abril del 2005, rodeado de sus familiares y de aquellos que lo amaban.

Soy de Orange County California donde se concluirá la construcción del nuevo campus de la Universidad Soka en el 2001. He practicado por 26 años. Tengo una hermosa esposa y tres maravillosos hijos. Todos practicamos. Gracias al Gojonzon, a la SGI y al Presidente Ikeda he podido transformar mi vida en un 100%.

Primero me gustaría contarles acerca de mí antes de comenzar a practicar. Mi esposa, Mariko, se hizo miembro de la SGI siete años antes que yo. Antes de pertenecer a la SGI ella practicaba otro tipo de Budismo. Yo la apoyaba totalmente. La acompañaba al templo e incluso oraba a su Dios. Aunque yo era Católico en ese momento, no me importaba acompañarla porque sabía que eso la hacía feliz. Cuando nació mi primer hijo y mi esposa estaba aún en el hospital me fui al templo, yo solo, y oré por ella y por la salud de mi hijo..

Para ese momento yo pertenecía a la Marina y estaba asignado en Iwakuni, Japón. Tenía un empleo nocturno de tiempo parcial como gerente del club de los reclutas. Una de las mujeres que trabajaba allí me hablo de la Soka Gakkai. Le dije que no me interesaba ya que yo era Católico pero que se lo comentaría a mi esposa. Cuando le comenté a Mariko acerca de la Soka Gakkai, ella replico: “Estas loco? Las únicas personas que se unen a la Soka Gakkai son los pobres y los enfermos y yo no quiero tener nada que ver con ese tipo de personas.”

Para ese entonces, yo no era ni buen esposo ni buen padre. Debido a mi trabajo en el Club, me dedicaba a tomar mucho y jugar con mis amigos de parranda. Había muchas mujeres que frecuentaban el club, por tanto tenía muchas novias en Iwakuni. Muchas noches me quedaba de farra en la calle y ni siquiera iba a mi casa. La relación con mi esposa e hijos se distanciaba cada vez más. Cada vez iba menos a la casa y cuando iba no le dirigía la palabra a mi esposa ni tampoco le daba dinero alguno. Mientras esto transcurría, una amiga de mi esposa vino de visita y le habló acerca del Gojonzon. Mi esposa se encontraba tan infeliz y desesperada por cambiar su vida que estaba dispuesta a hacer lo que fuese, de tal manera que recibió Gojonzon sin decirme nada a mí. Llegué a la casa un día y mi esposa me dijo que había ingresado a la SGI y que había entronizado el Gojonzon en nuestra casa. No se que ocurrió, pero en lo que vi el Gojonzon me volví loco. Comencé a gritarle a ella. La tiré al piso y comencé a patearla, pero ella todo lo que hizo fue quedarse tirada en el piso mientras entonaba Nam-miojo-rengue-kio. Eso me enfureció aún más así que comencé a patearla de nuevo. Mientras más la pateaba, ella más entonaba daimoku. Le dije que no quería ver más al Gojonzon en mi casa y que más valía que lo sacase antes de que yo volviese a la casa. Me fui y regresé al cabo de una semana. Cuando llegué mi esposa no estaba en casa. Fui a buscarla a casa de sus amigas donde la encontré entonando daimoku junto con ellas. Me puse furioso, la tome de los cabellos y la arrastré por toda la calle hasta nuestra casa. Cuando llegamos estaba completamente enfurecido, comencé a golpearla mientras ella yacía en el suelo y lo único que ella hacía era entonar daimoku. Para ese momento no lograba comprender porque estaba tan opuesto a su práctica si en el pasado, cuando ella pertenecía a otra secta budista, incluso había orado junto a ella. Hoy se que es debido a la grandiosidad y al poder del Gojonzon y que la otra secta no tenía ningún significado. Aunque le había advertido a mi esposa que dejará de practicar sabía que ella lo seguía haciendo, por ello me aparecía más temprano o a la hora del almuerzo para capturarla entonando daimoku. Llegaba a la casa y percibía el olor del incienso y esto me enloquecía. Destrozaba la casa tratando de encontrar al Gojonzon.

En una ocasión, por trabajo, tuve que ir a los Estados Unidos por dos semanas. A propósito retorné al Japón tres días antes de lo previsto y encontré a mi esposa entonando daimoku frente al Gojonzon; estaba tan enfurecido que perdí la razón. La tiré al piso y comencé a golpearla y a patearla. Encendí un cigarrillo y se lo puse en la cara y comencé a quemarle los cachetes mientras le decía que si el Gojonzon era tan poderoso eso no le dolería. Mientras le quemaba la cara ella continuaba entonando Nam-miojo-rengue-kio. Yo me enfurecí aún más. No me podía controlar. Puse mis manos alrededor de su cuello mientras la ahorcaba sin control. Aun así ella continuaba entonando daimoku y yo no soportaba escucharla más. Su cara comenzó a tornarse morada y ya no podía respirar. De repente la solté y deje de ahorcarla. Salí huyendo de la casa y me dirigí al hospital militar donde ellos me admitieron y dijeron que era presa de un colapso nervioso. Estuve allí por una semana.

Cuando salí del hospital me veía y me sentía horrible. Tuve que ponerme anteojos oscuros para ocultar mis ojos que lucían muy mal. Llegue a la casa y mi esposa se veía espectacular como si nada hubiese ocurrido, ni siquiera tenía huellas de las quemaduras en la cara; yo era el único que me veía enfermo. La primera cosa que ella me dijo fue: “Observa la diferencia entre tu aspecto y el mío. Ves, el Gojonzon es grandioso”

Entonces noté el altar que mi esposa había comprado mientras yo estaba en el hospital. Lo agarré y me lo lleve afuera y lo pique en pedacitos e incluso lo utilicé como leña para calentar mi baño. Mi esposa se fue y compró otro mejor y más grande. Luego de que ella compró el cuarto altar, el cual fue realmente costoso, me di cuenta que no había caso que solo estaba desperdiciando más y más dinero cada vez. Así que deje de destruir los altares.

Dejé la Marina en 1967 y conseguí un trabajo en New Jersey. Un año más tarde mi esposa Mariko, mi hijo George y mi hija mayor Kathy se reunieron conmigo. En 1969 nos mudamos a California. Yo todavía era una terrible persona. Creo que mi esposa decidió que había llegado el momento de que yo me transformara en una persona diferente. Con mucha convicción ella me dijo que si yo no cambiaba ella se divorciaría de mí. Para ese momento yo acababa de comprar una casa nueva, un carro ultimo modelo y estaba ganando muy bien en mi trabajo. En California, cuando alguien se divorcia, la esposa se lleva, mínimo, la mitad de todo, y por ello pensé: si ella se divorcia de mi perderé la mitad de todo….

Yo sabía que mi esposa realmente quería que yo practicara. Entonces le dije que comenzaría a practicar si ella se olvidaba de la idea del divorcio. El 31 de Mayo de 1971 recibí Gollukai. Mi esposa estaba muy feliz. Yo todavía no creía en el Gojonzon; y solo le dije a ella que practicaría para que olvidara la idea del divorcio. Cuando comencé a practicar solo entonaba Nam-miojo-rengue-kio tres veces en la mañana, antes de irme al trabajo y luego otra vez al regresar a casa. Mi esposa me insistía que debía aprender gonguio y entonar más daimoku, pero le replicaba que había prometido practicar pero que jamás dije con que intensidad lo haría.

Aunque estaba entonado poco daimoku, comencé a ver cambios en mi mismo y en la forma que me sentía con respecto a mi familia. Al principio pensé que era coincidencia o que era yo mismo que estaba realizando cambios pero finalmente ya no pude negar más el poder del Gojonzon. Tres meses después de haber recibido Gollukai, decidí que si iba a practicar, debería hacerlo correctamente para así poder ver cuanto realmente funcionaba la práctica. Aprendí Gonguio, entoné daimoku y asistí a las reuniones. Comencé a practicar con mucha intensidad.

En Mayo de 1972, Presidente Ikeda vino a Los Angeles para participar de una asamblea. Durante el tiempo previo a la asamblea, asistí todas las noches y ayudé a construir el escenario para el show, y entone montones de daimoku para el éxito del evento. Durante ese tiempo, Sensei nos animó con un verso del Kaimoku Sho (La Apertura de los Ojos) el cual yo recitaba cada mañana después del Gonguio y todavía hoy por hoy lo repito cada mañana. (Nota: Aunque yo y mis discípulos encontremos diversas dificultades, si no albergamos dudas en nuestros corazones, lograremos en consecuencia la budeidad. No duden simplemente porque el cielo no les brinda su protección. No desistan simplemente porque no disfrutan de una vida fácil y segura en esta existencia. Esto es lo que he enseñado a mis discípulos mañana y noche y aún así ellos comienzan a albergar dudas y abandonan su fe)

En la mañana que Sensei estaría en Los Angeles Sport Arena para la convención, mi familia y yo estábamos entonando daimoku. De repente mi hija Kathy comenzó a llorar. Le pregunté porque lloraba y me dijo que se sentía muy mal porque no podría ver a Presidente Ikeda. Mi hijo iba a llevarle flores en representación del grupo de niños y niñas y mi esposa y yo participaríamos de la reunión, pero Kathy era muy pequeña. Le dije: “No te preocupes que todo saldrá bien” continuamos entonando daimoku media hora más. Terminamos de entonar daimoku alrededor de las 10 a.m. Al concluir les pedí a mi hijo y a mi hija que se alistaran porque íbamos a ver a Sensei. Mi esposa me dijo: “Estas loco? Como esperas ver a Sensei, solo has estado practicando por un , año y además has hecho muy malas causas? ”

Por alguna razón, realmente sentía en mi corazón que veríamos a Sensei. Lleve a mis hijos al Sport Arena, lugar de la convención. Llegamos allá a las 11 a.m. y entonamos daimoku y esperamos para ver a Sensei. Estaba programado que el estuviese para la apertura de la exhibición de arte a la 1 p.m.Dieron las 2 p.m. y nos enteramos que él ya había estado allí. Estábamos muy tristes, pero le dije a mis hijos que no se preocuparan y continuamos entonando daimoku. Lo veremos cuando regrese a las 6 p.m. Esperamos hasta las 5 p.m. El grupo Soka comenzó a impartir instrucciones para que todos entraran al Sports Arena, yo tomé a mis hijos y comencé a retroceder hacia las afueras del lugar. El grupo Soka no trato de detenernos, así que continuamos caminando. Para ese momento todos se encontraban dentro excepto el grupo Soka y nosotros. Permanecimos afuera por otra hora más, justo hasta las 6 p.m. En ese entonces, mi hijo George tenía solo 10 año s y mi hija Kathy 5. Ya habíamos esperado cerca de siete horas, sin embargo nadie se quejo o dijo tener hambre o ganas de ir al baño. Aproximadamente a las 6:15 p.m. un gran carro negro se estaciono frente a la arena. Presidente Ikeda se bajó del carro: cargué a mi hija para que esta pudiese verlo. Era difícil verlo porque se encontraba lejos, sin embargo les dije a mi hija e hijo que al menos podríamos verlo aunque fuese en la distancia.

En ese momento, justo cuando Presidente Ikeda iba a entrar al lugar, se volteo y nos miró y comenzó a caminar hacia nosotros. Cuando llego adonde estábamos, tomó a Kathy en sus brazos y estrecho la mano de mi hijo y la mía. Se disculpo por habernos hecho esperar tanto tiempo. Jamás olvidaré ese momento ni el tremendo agradecimiento que sentí hacia Presidente Ikeda! Aún cuando era un miembro nuevo, sentí una tremenda conexión con él. Me conmovió profundamente su calidez y su misericordia. Ese día supe que deseaba dedicar mi vida a Kosen Rufo junto a Sensei. A partir de ese momento jamás he perdido ese sentimiento y desde entonces he dedicado mi vida a la felicidad de mi familia y de los miembros.

En 1990, Presidente Ikeda vino a los Estados Unidos, y tuve la oportunidad de asistir a reuniones con él y escuchar sus orientaciones. Esto consolido mi determinación de hacer todo lo que pudiese aún con mayor intensidad. Sentí que era el momento de que la División de Caballeros creciese y desarrollará su fe, por ello decidí llevar a cabo reuniones de caballeros todos los sábados a las 8:00 a.m. La mayor parte de las veces éramos dos o tres caballeros en la reunión y muchas veces yo era el único asistente, pero sin vacilar yo realizaba las reuniones todos los sábados en la mañana, sabía que debía hacer algo para que estas reuniones fuesen un éxito. Comencé a entonar daimoku mínimo una hora al día y visité a tanto caballeros como me fue posible. Esta fue mi campaña para dar respuesta a Presidente Ikeda.

Ahora los sábados, tenemos entre 60 y70 caballeros en nuestras reuniones. Estudiamos los escritos de Nichiren Daishonin (Gosho), la Nueva Revolución Humana y las orientaciones del Presidente Ikeda. Nuestra división de caballeros es muy afortunada porque casi todos los sábados contamos con la presencia de un encargado mayor de la SGI-USA en nuestra reunión. Lo más grandioso es que la división de caballeros no solo crece en número sino también en la fe.

Al final de 1990, nos enteramos de que Nikken le informó a Presidente Ikeda que ya los miembros no podríamos asistir al templo. Yo estaba sorprendido: no podía creer que el sumo prelado hubiese hecho eso. Me enfurecí mucho y me sentí muy triste por Sensei. Me di cuenta que no había otra cosa que hacer sino entonar daimoku para apoyar a Sensei. Comencé a tener sesiones de daimoku en mi casa luego de las actividades de 9 a10 p.m. de lunes a viernes. Esto lo inicié en 1991 y hoy por hoy todavía continuo. Presidente Ikeda siempre ha dicho que desea que nos convirtamos en verdaderos líderes del Kosen Rufu dando prueba real de la grandeza del Gojonzon en nuestra vida diaria, y nos convirtamos en maravillosos ejemplos de una feliz familia Gakkai. Mi familia y yo entonamos daimoku diariamente para convertirnos en esa clase de miembros de los que habla Sensei.

Me siento muy orgulloso de mi familia. Todo ellos luchan fuertemente por Kosen Rufu. Mi hijo George esta casado y tiene una hija. Tiene su propia empresa de importación y exportación y le va muy bien. Kathy y Kimie, mis dos hijas, desde muy jóvenes tuvieron la fuerte determinación de algún día trabajar junto a Presidente Ikeda por Kosen Rufu. Ambas han hecho sus sueños realidad. Mi hija Kathy ha estado trabajando para la Universidad Soka de America en Aliso Viejo y Kim comenzó a trabajar en las oficinas de la SGI-USA.

He recibido muchos beneficios de esta práctica y mi vida ha cambiado enormemente. Me tomaría muchos días compartir mis beneficios y experiencias con ustedes. Me gustaría concluir expresando cuanto agradezco a mi esposa por su fe firme y por no haberse rendido ni por un momento. También agradezco a mis hijos por haber entonado daimoku para que yo me convirtiese en un buen padre y haberme ayudado en mi práctica. Especialmente le agradezco a Presidente Ikeda por legarnos esta maravillosa organización y por siempre alentarme con sus orientaciones las cuales me han ayudado a practicar correctamente y a convertirme en la persona que soy hoy.