12.3.05

Experiencia de Cancer de la Sra Inatomi (japón)

Enviado amablemente por Lidya Salas (SGIV) y traducido del japones por Tomoko Uejo
Capítulo XVIII del Sutra del loto: “El beneficio de responder con alegría”

La Persona es el venerable Shakyamuni, el digno Buda de gohyaku jintengo. La Ley es Nam-myoho-renge-kyo del capítulo Duración de la vida. Responder con alegría [como indica el título del capítulo] significa seguir esta enseñanza y sentir alegría de ello”

“[Entonar] Nam-myoho-renge-kyo es la máxima alegría dentro de las alegrías.;
Es una frase que tantas veces había repetido...Yo creía tenerlo claro, al menos como concepto, sin embargo, me pregunto hasta qué punto era conciente en mi fuero interno de lo que en realidad implicaba.

Por mucho que hable de alegría no tiene ningún sentido si la dejo relegada al mundo de las ideas o de las concepciones teóricas. Mi enfermedad me permitió comprender cabalmente que el Sutra del loto es una enseñanza cuya finalidad es hacer surgir en el plano de la realidad palpable, la alegría de nuestro interior.

La enfermedad que tenía se llamaba linfosarcoma. Yo era titular de una de las regiones de Yokohama.

¿Porqué cáncer? ¿Por qué me tiene que tocar a mí? Me preguntaba...
El miedo de morir y los sufrimientos me abatían sin miramientos. Sentía terror cuando pensaba que ya no existiría, y vivía los días deseando que todo fuese solo un mal sueño, que no fuese cierto. Pero, de hecho me estaba acercando, paso a paso hacia mi muerte ineludible.

Sabía que solo el daimoku podría sacarme adelante. Lo pensaba, pero me sentía inerte. Fue entonces, cuando me llegó un mensaje de sensei con palabras de aliento que decía: “Vive y pervive dignamente. Barre el mal de la enfermedad con una carcajada optimista y conviértete en una reina en el arte del largo vivir.”

¡Cuánta energía me transmitieron estas palabras!. ¡Qué feliz me sentí de tener un mentor como sensei! Sentí como una descarga eléctrica en todo mi cuerpo.

Desde aquél día comencé a orar a conciencia. Oraba cinco a seis horas diarias mientras seguía luchando contra mi enfermedad.
La quimioterapia me provocaba la caída de mi cabello y muchos efectos indeseables. Pero sabía que sensei estaba orando por mí. Y yo todavía tenía el daimoku como recurso. Cuando me percaté de esto, por primera vez sentí que una inmensa emoción en lo más íntimo de mi ser. Sin embargo, mi temor a la muerte seguía permanentemente junto a mí. Pero había una diferencia. Ya no me sentía ahogada por el sufrimiento y podía ver tanto mi enfermedad como la posibilidad de la muerte desde un plano superior. Gracias al daimoku, me sentía como envuelta por una suerte de espíritu positivo que más allá del temor que me provocaba la muerte, me permitía verla como un hecho de la vida por el cual todos debemos pasar un día.

Recuerdo que sensei nos orientó en una ocasión: “Más allá de lo que pueda acontecer, cuando uno tiene una auténtica fe, sigue teniendo una alegría esencial en la profundidad de su vida. Todos los acontecimientos se convierten en motivos de esperanza y en factores que afianzan nuestra convicción. La fe es lo que nos lleva a ir hacia las personas que viven acongojadas para poder compartir la condición de alegría infinita que surge de la fe.”

Lo que sensei me enseñó a través de mi experiencia de enfermedad fue esto.

Estuve internada dos meses y durante un año estuve con tratamiento estricto. Cada vez que escuchaba de alguien que sufría por alguna enfermedad, corría hacia ella y le llevaba aliento. En una ocasión, fui al hospital donde estaba internada una integrante de la División de Damas. Yo la alenté con toda mi vida, le dije que lucháramos juntas y que no fuera vencida por su enfermedad. La gran sorpresa fue cuando una señora que estaba internada en el mismo piso –que había escuchado nuestra conversación—se nos acercó para decir que ella también quería practicar el Budismo. También hubo una señora que recibió tal impacto con mi experiencia que decidió practicar.

En el Gosho dice: “[Uno] se regocija al escuchar la voz de alguien que también se regocija escuchando [el daimoku]”.

Yo creo que la alegría/ el regocijo se transmite como una corriente, que se contagia de una vida a otra. Por primera vez pude comprobar cuán cierto era el principio que expone el Sutra del loto y que dice una persona que invoca daimoku solo una vez por día o solo una vez en el transcurso de una existencia, o que escucha a alguien invocar solo una vez en una existencia y se regocija, y así, hasta la quincuagésima persona, obtendrá beneficios, cien, mil, diez mil, cien mil veces mayores”.

Se dice que nosotros podemos llegar a ser entidades pletóricas de regocijos, y podemos transmitir este regocijo a nuestros semejantes. Así nos orienta sensei, pero siento que si puedo tener esa sensación como vivencia fue solo gracias a la SG que lleva a cabo el espíritu de la Ley mística.