22.12.05

UN AÑO CON GOHONZON

Experiencia de Elizabeth Ryske

El 5 de diciembre de 2004 recibí Gohonzon.
Comencé a practicar a fines del 2003, de manera discontinua y con escasa convicción, pero el 7 de julio de 2004 llegué a este han, al día siguiente fui al algarrobo, y desde allí hasta hoy sólo he sentido cómo se fortalecía mi fe y cómo surge día a día el agradecimiento.
¿Obstáculos? Muchos. Problemas para conseguir trabajo, problemas de pareja, algún susto con mi salud, y las dificultades económicas a la orden del día.
O sea … lo de siempre.
Pero diferente!!!
¿Por qué? Porque ante situaciones que parecían ser las mismas lo que estaba cambiando era YO, el cambio está en la manera de enfrentar el problema, incrementando el daimoku cuando no encuentro la solución y poniendo en la oración al Gohonzon una fe profunda, que a veces me cuesta más y otras menos, pero entendiendo que cada día es una nueva oportunidad de crecer y de hacer mi revolución humana.
A través del daimoku empecé a verme de otra manera, empecé a identificar mis tendencias y a aceptarme tal como soy, con todos los defectos que tengo que corregir y con todas las cosas buenas que también hay en mí, comprendí que no apreciaba el valor de mi propia vida, y estoy aprendiendo “que la victoria no es llegar sino hacer el camino, cueste lo que costare, sin traicionarse, sin hacerse concesiones, sin renunciar a los principios ni a los sueños” , como alguien me escribió hace unos meses.
Agradezco los seres especiales que fueron apareciendo, los nuevos amigos, los compañeros de lucha, la posibilidad de compartir este tramo del camino con la presencia de todos ustedes, con Diana y Luis que más allá de haber sido los responsables que apoyaran el algarrobo al que concurrí son, junto a su hija Georgina, quienes me brindan el afecto de familia que tanto necesitaba . Agradezco haber tenido un lujo de hancho como Sebastián, que creció tanto en este tiempo y que ahora empieza su nuevo camino en otra zona pero que tanto hizo por sacar adelante y levantar este grupo, agradezco su confianza durante todo el tiempo que me dio las llaves de su casa para hacer la hora completa de daimoku que propuse. Agradezco la solidaridad de Susana, que siempre está dispuesta a compartir las tareas del Seikyo más allá de lo estrictamente necesario, agradezco el desafío de Carolina que abrió su casa para nuestras reuniones, el apoyo de Marcela , la sabiduría y la ternura que Charo y Nelva regalan a manos llenas y su constante aliento , agradezco la claridad, serenidad y calidez que aporta Gabriela, el aporte reflexivo e inteligente de Luis, la presencia esporádica pero valiosa de Martín , que me acompaña tanto en los momentos tristes como en los alegres y que es sin dudas el hijo que me hubiera gustado tener. Agradezco el regreso de Javier que espero se quede otra vez con nosotros ahora que volvió al barrio, agradezco a mis responsables de algarrobo, que me acompañaron en las crisis previas a la decisión de recibir Gohonzon, alentándome desde la fe, y especialmente a Teddy y Osky que siempre están ahí cuando los necesito, con su fuerza, su sincera amistad y su amor de hermanos. A mis compañeras de los daimoku domingueros de los que me quedó la valiosísima amistad de Mónica, ahora integrante de nuestro grupo, de Fabiana con su frescura y su espontaneidad, de Fedora que comparte conmigo la música y los proyectos y tantas horas de daimoku para concretarlos. Agradezco a los amigos venezolanos de las listas, como Yosmir que siempre acerca un mensaje lleno de ternura, Ricardo que confió en mí para las traducciones de experiencias y artículos, el uruguayo Ariel que desde Brasil nos da coraje a todos con su maravillosa postura, su desopilante humor y su pelea contra el cáncer.
Agradezco la “causalidad” que a través de Internet me regaló la inefable amistad de Eduardo, que no sólo acerca los muy valiosos materiales con los cuales hemos armado tantas reuniones de diálogo y de algarrobo, sino que constantemente me ayuda a entender, fundamentalmente a entenderme, a corregir el timón del daimoku , y que una vez me escribiera que “el sólo hecho de que un ser humano pueda decidir que va a cumplir su misión, es prueba de la posesión mutua de los diez estados y es prueba de que el corazón de la Budeidad palpita en nosotros ; abrir el corazón ante el Gohonzon es abrir el corazón para la lucha hacia la gente ; la postura de una persona es invisible pero se manifiesta en el momento crucial” , frases que pertenecen a un largo e-mail que tengo pegado en la pared debajo de mi butsudan y que releo cada día cuando me siento a invocar.
Agradezco la buena fortuna de que Lidia esté en la zona y de tener los jueves de daimoku en su casa, agradezco su sabiduría y su confianza en mí, sus orientaciones, su capacidad de llegar a lo más profundo del corazón con sus palabras cálidas y sinceras.
Agradezco a Nelva por los viernes de daimoku y por ese lazo maravilloso de amistad que estamos creando junto a su hija Erika y la pequeña Maite, por las largas charlas que tenemos y por todo lo que aprendo a través de su ejemplo de vida.

Todo esto es mi primer año con Gohonzon.
Un agradecimiento inmenso e intenso a la Vida, a la Música que es el pilar que me sostiene, al amor de mi hermano, a la salud que me permite trabajar en la escuela y aprender cada día más de de mis chicos, disfrutando de la enseñanza y teniendo además la buena fortuna de los excelentes compañeros de trabajo que tengo en San Andrés, agradecimiento por las puertas que se abren continuamente para hacer trabajos de filmación, espectáculos, nuevos cursos de arte, por el libro que editaré en el 2006 y que obviamente estará dedicado a Sensei, agradecimiento por mi participación en la última ceremonia de ingreso, por estar en la comisión de algarrobo y por ser colaboradora del Seikyo, por mi reciente ingreso al grupo Fortaleza, por poder devolver a través de estas actividades apenas un poco de lo mucho que recibo de la hermosa gente que entró durante este año a mi vida.
“No por azar” es el título de mi unipersonal de poemas y cuentos, y no por azar llegué enferma y casi sin esperanzas a un han que se llamaba “Gratitud” . Ahora nuestro grupo se llama “Bambú”, y está echando raíces que sostienen y afirman la tierra del Buda, para que podamos crecer en ella y convertirnos en un bosque donde semana a semana nos seguiremos fortaleciendo en la fe, con alegría y en auténtico itai doshin.
Gracias, a todos ustedes, queridos bodhisattvas!!!

LIZZIE