5.2.05

Experiencia de Lai Tek Kim – Selangor

Enviada por Ricardo Del Rio
Traducida amablemente por Elizabeth Ryske (SGI Argentina)

Soy el menor de una familia de doce hermanos. Cuando era niño, mi comportamiento era terrible. Mis amigos y yo solíamos robar cosas de los supermercados y actuábamos como truhanes en la escuela. No es necesario decir que difícilmente prestaba atención a los estudios. A pesar de ser un niño “difícil”, siempre amé y respeté mucho a mis padres, especialmente a mi madre, que siempre estuvo atenta a cada cosa relacionada con sus doce hijos. Podía sentir el amor que ella me brindaba en todo momento.


Tal vez haya sido por este amor que cambié para mejor. Aún recuerdo vívidamente aquel fatídico Día de los Padres cuando estaba en el segundo año. Mis padres y yo fuimos a la escuela para encontrarnos con mi maestra, quien le dijo a mi madre que ella era responsable por mi mala conducta y los pobres resultados en mi aprendizaje. Después de escuchar aquello, en apenas un instante volé de cólera. No estaba enojado con la maestra sino conmigo mismo, por causarle semejante disgusto a mi madre. Sintiendo remordimiento, determiné mejorar en el estudio, especialmente porque se aproximaba el examen de nivel tres Sijil Rendah Pelajaran (SRP).

Sabía que no sería fácil. Había fracasado en todos los temas escolares y creo que incluso mis maestros habían perdido las esperanzas respecto a mí. Ni siquiera podía deletrear correctamente muchas palabras. Me sentía descorazonado! En ese momento de desesperación, la cuarta de mis hermanas mayores me alentó a invocar Nam-Myoho-Renge-Kyo. Mis dos hermanos mayores (varón y mujer) habían entrado en la fe unos pocos años antes. Yo tenía mis dudas respecto al poder del Gohonzon pero aún así cantaba daimoku 30 minutos cada día, en el viaje, mientras iba y venía de la escuela.

En una ocasión, asistí a una reunión de la SGM y escuché a alguien que decía: “Todas las oraciones son respondidas. Aquellos que hacen realmente un gran esfuerzo definitivamente triunfarán”. Comencé a realizar el máximo esfuerzo que me era posible y oré seriamente para obtener la sabiduría que me permitiera mejorar en los estudios. Por primera vez en la vida comencé a comprender los temas que estudiaba. Tuve también la buena fortuna de que mi cuñado, maestro de Bahasa Malaysia, me enseñó y me ayudó a mejorar notablemente. Logré tres distinciones en examen SRP! Y desde entonces, en cuanto a lo que concierne a los estudios, nunca he vuelto a retroceder.


Después de obtener el nivel 6 de mis exámenes (STPM), me ofrecieron un lugar en una universidad local pero decliné el ofrecimiento pues no quería seguir siendo una carga financiera para mis padres, y además ya no quedaba nadie en casa que pudiera cuidar de ellos que ya tenían una edad avanzada. Opté por tomar un curso profesional de medio tiempo que me permitiera financiar mis estudios, y ardía en la determinación de completarlos en el menor tiempo posible.


La fuerza de mi fe fue puesta a prueba durante el semestre final de mi curso en Marzo de 1996, justo tres meses antes de los exámenes. A mi hermano mayor le diagnosticaron una hepatitis B crónica, y los doctores dijeron que no esperaban que pudiese vivir más allá de otros seis meses. Me entristecí profundamente ante estas noticias. En un intento por rescatar a la empresa de mi hermano mayor del cierre, mi familia sugirió que fuese yo quien me hiciera cargo del negocio en aquellos momentos. La compañía era, después de todo, su sangre, sudor y lágrimas, y no era posible considerar el cierre de la misma como una opción, pero las noticias no podían ser peores en cuanto al deterioro de la salud de mi hermano, y sin dudar demasiado decidí aceptar hacerme cargo de la compañía en Junio de 1996.

Una vez allí, comprobé que mi hermano tenía dos empresas, y que la principal de ellas no estaba en un buen estado financiero. El gasto mensual de ciertas maquinarias superaba los veinte mil ringgit (unidad de moneda). Le debíamos a nuestros clientes, bancos y proveedores poco más de 100.000 ringgit. La compañía subsidiaria no estaba mucho mejor .Mi hermano había adquirido algunas maquinarias pero estaban en desuso y no teníamos a nadie que las operase, y ocasionaban una pérdida mensual de más de 10,000 ringgit. Una de mis hermanas, contadora, analizó la difícil situación y era evidente que las compañías no podrían sobrevivir. Pero a pesar de los obstáculos, determiné salvar las empresas para que fueran el sustento que pagara los gastos médicos de mi hermano. Dos de mis hermanos mayores y también una de mis hermanas trabajaban en la compañía. Debíamos salir adelante sin importar cómo!

El primer problema a enfrentar entonces, fue lograr que las máquinas computarizadas funcionaran nuevamente. Siendo un graduado en negocios, mi experiencia en cuanto a las máquinas era cero, y se agregaba a mi frustración el hecho de que no fui capaz de obtener mucha ayuda de los asistentes técnicos. Me vi forzado a estudiar el manual renglón por renglón y testear las máquinas por mí mismo a través del método de prueba y error. Permanecía hasta la medianoche para encontrar el procedimiento correcto. Continuaba orando diligentemente al Gohonzon. Luego de un mes, finalmente tuve éxito y logré operar las máquinas! Al mismo tiempo, tuve dificultades para lograr la colaboración de parte del personal. Siendo un recién llegado e inexperto, algunos me veían como un extraño y pensaban que reemplazaría sólo temporalmente a mi hermano. Pero él nunca podría regresar a la empresa.

En Septiembre de 1996, apenas tres meses después de que me hiciera cargo de la compañía, mi hermanó falleció. Quedé extremadamente angustiado. En el mismo mes me enteré que por primera vez desde aquella en mi examen de nivel tres, había fracasado en mis exámenes.

Antes de morir, mi hermano me había confiado la mayor parte de las acciones en la compañía. A los 24 años, me convertí el director de Managing y heredé una deuda de aproximadamente un millón de ringgit! En su lecho de muerte, había prometido a mi hermano que cuidaría de mis padres y que reviviría la empresa. Me puse el plazo de 1 año y medio para reflotar la empresa. Tenía que tomar sabias decisiones de negocios para que la compañía resurgiera y pasé muchas noches sin dormir pensando de dónde sacaría el dinero para pagar a mis empleados. Hubo veces en que realmente pensé abandonar todo. Afortunadamente, esta situación encontraba el modo de ser resuelta cada vez, y sentía que era debido a la Ley Mística. Mi persistencia hizo que al cabo de un año la compañía comenzara a mostrar señales de una mejoría en los negocios y en el aspecto financiero.

Justo cuando las cosas lucían mucho mejor, nuestro país sufrió una crisis económica hacia finales de 1997, que afectó fuertemente a nuestra empresa y nos ocasionó pérdidas de un 40%, por lo cual nuevamente nos vimos en problemas financieros, fracasé otra vez en un examen, y si no estaba preparado para noticias chocantes como estas, se sumó a ello que los doctores me dijeron que mi madre estaba muriendo, padecía de un cáncer terminal. Fue quizás el momento de prueba emocional más grande de mi vida.
En lo profundo de mi corazón, sabía que enfrentaba el mayor desafío para mi fe. Hice un voto de triunfo. Aprendí de los líderes mayores que yo, que uno debe trabajar generosamente por el kosen-rufu para pagar una deuda de gratitud.

Mi determinación se vio alentada por la actual prueba que veía en mi madre, que no parecía estar como alguien que padeciera cáncer. Por su abundante daimoku, se la veía fuerte y llena de fuerza vital. Su estado me hizo comprobar la importancia de la buena fortuna.

A pesar de mis muchas ocupaciones, comencé a dedicar más tiempo a las actividades de la SGM. Me uní a los Gajokai, un grupo de la División Juvenil Masculina a cargo de la seguridad en nuestros centros. Estaba convencido de que a través de mi práctica sincera y mi dedicación a las actividades por el kosen-rufu, sería capaz de transformar mi situación adversa en una nueva oportunidad, así como el invierno se convierte en primavera. También recibí el aliento de mis responsables en la SGM para participar en un esquema de gráficos humanos durante la ceremonia de apertura de los Juegos de la Commonwealth. Fue un gran desafío, pero yo había determinado dar lo mejor de mí y vencer!
Me propuse ir cada vez más adelante y estaba bajo una gran presión, en una ocasión estuve cerca de colapsar por dificultades respiratorias mientras conducía en la autopista. El consecuente chequeo médico reveló que sufría de un agrandamiento del corazón debido al cansancio excesivo, pero yo perseveré en mis esfuerzos.

Aunque estaba muy cansado después de cada ensayo del esquema gimnástico para los Juegos, iba a ver a mi madre al hospital y ella estaba muy entusiasmada con mi participación en un evento de tal importancia. Y para mi satisfacción, mis esfuerzos en el estudio también mostraban sus frutos ya que finalmente aprobé los exámenes. Mi madre estaba muy feliz por mí y me prometió asistir a la ceremonia de graduación. Desafortunadamente, no tuvo la chance de esperar hasta ese día.

Una semana antes de la presentación del esquema, mi madre entró en coma. Falleció el 10 de Septiembre de 1998, el día anterior a la presentación. Mis hermanos y hermanas me dejaron decidir si quería participar del evento. Mi cuarta hermana mayor me alentó diciendo “mamá siempre estuvo cantando daimoku para estar mejor y poder ver la presentación”. Aún la mañana del evento yo permanecía indeciso, pensé acerca de las palabras de mi hermana y del último deseo de mi madre, y finalmente decidí participar. Dedicaría esta actuación a la memoria de mi madre. La presentación fue un enorme éxito no sólo para la organización de la SGM sino para cada uno de los que tomamos parte en ella. Fue el epítome de mi triunfo personal para emerger victorioso de las dificultades.

Desde entonces, mi compañía se ha ido recobrando lentamente de la caída durante la crisis económica. Mirando hacia atrás, siento una profunda gratitud al Gohonzon que me ayudó a reunir el coraje para superar cada obstáculo. Lo más importante es recordar siempre la importancia de pagar la deuda de gratitud, este ha sido siempre mi credo.

Extraño mucho a mi madre, pero en lo profundo de mi corazón orgullosamente proclamo: “Mamá, por favor no te preocupes, seré fuerte, venceré!”

(Cosmic, Febrero 2002)