2.2.05

Experiencia de Yong Ah Heng – Kuala Lumpur (Malasia)

Enviada por Ricardo Del Rio
Traducida gentilmente por Elizabeth Rysk (SGI Argentina)

Mi padre murió cuando yo tenía seis años. Crecí en la pobreza y en difíciles circunstancias. Nunca había conocido el significado de la palabra “felicidad”.
A los 15 años comencé a trabajar. Debido a la pobreza que había experimentado, determiné llegar a ser rico cuando comenzara a trabajar. Consecuentemente, me esforcé duramente y a los 4 años de ardua labor había logrado ahorrar el dinero suficiente para empezar con una pequeña fábrica de ropa junto a un amigo.
Desafortunadamente, debido a nuestra inexperiencia, nuestra empresa quedó fuera del negocio poco tiempo después. De hecho, por mi falta de competencia en la materia, continué fracasando seis veces más en el negocio de la moda.

Extrañamente, a pesar de tan numerosos fracasos, nunca pensé en darme por vencido. Impávido ante la quiebras, nuevamente me embarqué en un nuevo emprendimiento con un amigo para realizar un suministro de indumentaria. Increíblemente, volví a fracasar! Y esta vez quedé con una deuda de RM 700,000.

Para empeorar la situación, también estaba atravesando problemas en mi vida conyugal. Mi ex esposa, que ya no podía tolerar más mi promiscuo comportamiento, me abandonó llevándose consigo a mi hija mayor y dejándome a los dos niños más pequeños. Yo sólo tenía 30 años entonces pero ya había experimentado amargos fracasos tanto en los negocios como en el matrimonio.
La gente a mi alrededor me despreciaba, y yo me sentía rechazado e inferior cuando estaba con mis amigos. Mi vida era un infierno.

UNA NUEVA DIRECCIÓN EN LA VIDA

1991 fue el punto de inflexión en mi vida. Fue el año en el que conocí a mi actual esposa, Lily Phang, quien también trabajaba en el negocio de la moda. Para entonces yo no tenía un empleo seguro y me sentía de lo peor. Lily fue siempre una persona muy comprensiva. No solamente no me criticó sino que aceptó mi despreciable pasado. En poco tiempo, yo había encontrado nuevamente el encanto de la vida conyugal.
Lily es miembro de la SGM. Después de casarnos, empezó a hablarme del Budismo de Nichiren Daishonin en un intento por convertirme a la práctica. También me alentó a colaborar con ella en su boutique. Admito que entonces yo tenía una actitud chauvinista y no quería ser visto como un hombre sometido a los deseos de su mujer. Sentía que si la escuchaba y accedía a ingresar en la fe, esto sería muy humillante para mí.

Continué soñando despierto, pensando siempre cuál era el modo más rápido de hacerme rico. Perdí completamente la capacidad de razonar y me volví muy supersticioso. Durante mis ensueños en los disparates llegué a querer viajar a Tailandia para orar ante una deidad de la que se decía era muy “poderosa”. En esa época colgaban de mi cuello 12 amuletos y llevaba 10 talismanes en los bolsillos. Rezaba ante las piedras y a pesar de cuán “sincero” parecía ser, no recibí la ansiada protección de las así llamadas “deidades”. Mi vida se tornó miserable. Empecé a beber a diario, para huir de la realidad. A veces, cuando regresaba ebrio a casa, le gritaba a mi familia y hasta llegué a golpear a mis hijos, causándole una indecible pena y sufrimiento a mi familia.

Fui extremadamente afortunado porque mi esposa era una firme creyente en el Budismo de Nichiren Daishonin. Ella aceptó todos estos sucesos como una manifestación de su mal karma y resolvió ser constante en su práctica. Ella creía firmemente que algún día yo cambiaría. Cada vez que se le presentaba la oportunidad, me alentaba y gentilmente intentaba despertarme al Budismo del Daishonin y la SGM.
Lily cantaba daimoku cada día, esperando que yo “despertara” de mi errónea manera de vivir y mirase hacia delante, hacia el día en que fuera capaz de marchar junto a ella en el camino del kosen-rufu.
La sinceridad de una persona nunca falla al tocar la vida de otros. Aún así, yo le puse a mi esposa una ridícula condición. Le dije: “Si eres capaz de comprar una Pajero con tracción en las cuatro ruedas con el esfuerzo de tu invocación, te seguiré en la práctica de la fe.”

A pesar de que estábamos enfrentando dificultades financieras, mi esposa se esforzó duramente para probar el poder del Gohonzon. El 13 de febrero de 1995, convirtió lo imposible en posible y compró el vehículo con tracción en las cuatro ruedas .La noche siguiente Lily y yo tuvimos una larga discusión. En un tono firme, ella me dijo: “Fuera del Gohonzon y de la SGM, nada más en el mundo puede hacer que cambies y salvarte!”.

Ella me hizo un simple pedido: “Sólo canta daimoku tres veces, una vez por la mañana y otra por la noche”. También me dijo que ninguna oración queda sin respuesta y que yo prosperaría definitivamente. Siempre recuerdo aquellas palabras de mi esposa, y me pregunté a mí mismo: “¿quiero continuar con esta vida sin sentido?”. Después de contemplar el hecho, finalmente tomé la decisión de arrodillarme frente al Gohonzon y canté Nam-Myoho-Renge-Kyo! Fue el 14 de febrero de 1995 un día que jamás olvidaré por el resto de mi vida.

ACUMULANDO UNA GRAN BUENA FORTUNA

A medida que transcurría el tiempo, incrementé gradualmente mi invocación de daimoku. Recordé todas las calumnias cometidas en el pasado y oré para erradicar mi retribución kármica. Decidí frente al Gohonzon elevar mi estado de vida, manifestar sabiduría y fuerza vital desde las profundidades de mi vida. Determiné también practicar de corazón para lograr mi revolución humana y alejarme de las malas influencias y construir una familia armoniosa.

Después de errar sin propósito durante 3 años, finalmente regresé al negocio de modas de mi esposa para comenzar nuevamente y al mismo tiempo me dediqué activamente a las actividades de Gakkai, uniéndome a los grupos Jardineros, Puro Corazón y Gran Muralla. Respondí a cada llamada de asistencia de la organización sin dudar y sin esperar nada a cambio. Esta seria determinación contribuyó a la acumulación de gran buena fortuna en mi vida.
El Daimoku del Sutra del Loto dice: “Myo significa revivir, es el retorno a la vida” (WND, pág. 149). Sentí que le había dado un nuevo sentido a mi vida. A través de mi práctica diligente y sincera, pude resolver los problemas de trabajo enfrentándolos uno por uno, incluso tuve la capacidad para pagar mis deudas. Después de haber sido testigos de tantos inmensos cambios en mi vida, los miembros de mi familia ingresaron en la fe uno tras otro, incluyendo a mi madre, de 72 años, mi hermano mayor, el menor, tías, sobrinas y sobrinos, y mis tres hijos. Nuestra casa está siempre llena del sonoro canto del daimoku, del sonido de la alegría y las risas.
El Sr. Toda, segundo Presidente de la Soka Gakkai, dijo una vez que: “el shakubuku es el mayor acto de compasión, es el acto que puede acumular una buena fortuna sin fin y es el camino más rápido para transformar el mal karma”. Asiduamente hago shakubukus y les hablo de la grandeza del Budismo a las personas que me rodean. Incluso cuando viajo al exterior por motivos laborales, no dejo de pensar en hacer shakubukus, y entre ellos se cuentan dos de mis antiguos acreedores.
Antes de entrar en al fe, solía visitar a representantes extranjeros de negocios en clubes nocturnos y karaokes, y ahora los insto a participar de las actividades de la SGM. Antes cantábamos espeluznantes o siniestras canciones y nos enredábamos en conversaciones vacías y sin sentido, ahora cantamos daimoku, relatamos y compartimos las experiencias en la fe.

Aunque hace sólo 5 años que practico, ha habido un tremendo cambio en mi vida. He logrado pagar todas mis deudas, mi negocio de provisión de indumentaria de otros países del sudeste asiático, se ha expandido por todo el país. He logrado tener una familia armoniosa en la que cada uno de sus miembros está avanzando alegremente hacia el objetivo común del gran sendero del kosen-rufu.
A los 39 años, me siento lleno de esperanza y renovada fe para el futuro. Con una fuerte determinación y sentido de gratitud al Gohonzon, decidí comprometerme más activamente en el movimiento del kosen-rufu. Deseo llegar a todas aquellas personas desafortunadas para ayudarles a construir una vida significativa y valiosa.

(Cosmic, Noviembre de 2001)