11.1.05

Acerca de mi madre con Cancer (EXPERIENCIA DEL SR. KORT JACKSON)

Kort Jackson. Responsable de Distrito de la Div. de Caballeros, San José, California, Estados Unidos
Tomado de la Pagina Web de la SGI-USA, septiembre de 1998.

Traducción: Ana Teresa Pérez
De los archivos de: Celia Prades

Mi madre pasó muchos anos sufriendo de una cosa y de la otra. Tuvo cáncer de seno y problemas de los oídos cuando tenía poco más de 40 años. Padecía de artritis, de problemas del corazón y de congestión pulmonar así como de osteoporosis después de cumplir los 50 años. Debido a la artritis tuvo que ser intervenida y ambas rodillas le fueron reemplazadas por huesos artificiales. En varias ocasiones estuvo recluida en la unidad de cuidados intensivos por complicaciones pulmonares o cardiacas. En resumen casi siempre estaba enferma. -mantenía una caja llena con las medicinas que debía tomar a diario. En casa nos preguntábamos si lo que estaba ocurriendo no era que, en realidad, ella se había acostumbrado tanto a tomar medicinas que las seguía tomando aun sin necesitarlas. Antes de que yo cornenzara la práctica había sido ingresada al hospital una y otra vez. Cada vez era por algo peor. Después de cada crisis lucia más y más débil. Yo estaba sumamente preocupado. No había nada que detestara tanto como verla sufrir. Ella nos decía que, debido a la artritis, el dolor en los tobillos le hacía sentir como si caminara sobre los pies en carne viva. Mi gran deseo era eliminarle todo eso. Quería verla sana y feliz.

Entonces encontré el budismo. Comencé a entonar Nam-miojo-rengue-kio y a hablarle de la fe a toda mi familia. Con el tiempo pude ver que los problemas de mamá comenzaron a aminorar. Sus estadías en el hospital pasaron a ser menos frecuentes y obedecían a razones menos graves, cuando era dada de alta ya no se veía tan débil. iEsto me hizo sentir tan bien!

Ella tuvo que enfrentar un conflicto de fe. Se debatía entre si -entonar daimoku o regresar a la religión que había practicado toda la vida. Quería entonar daimoku porque creía en mí, pero tenía fuertes dudas. Cada vez que tenía que volver al hospital papá nos decía que ella había estado haciendo por un tiempo los rezos de su religión anterior, en vez de daimoku. Con el tiempo se hizo totalmente evidente que cuando ella dejaba de entonar daimoku se volvía a enfermar y tenía que ser hospitalizada y que cuando yo estaba a su lado y entonaba daimoku con ella se recuperaba rápidamente. Este ciclo se repitió una y otra vez.

Pues bien, ella luchó y luchó y estaba saliendo bien de sus crisis, luego del transplante de rodilla, hasta que un día presentó un serio problema y papá la tuvo que llevar de nuevo al hospital. Le fueron diagnosticando cinco arterias y dos válvulas en mal estado en el corazón. Su cavidad torácica estaba llenándose de líquido, y éste ejercía una fuerte presión sobre el pecho. No estaba respondiendo a los medicamentos. El médico le dio pocas horas de vida, no más de dos días y nos dijo claramente: "ella no saldrá viva de este hospital".

Salí de mi trabajo y corrí al hospital donde estaba, a dos horas y media de camino. Cuando llegué mi padre y mi hermano estaban allí. Hice que nos pusiéramos a entonar daimoku al lado de su cama. Ella lucía muy mal allí, dormida con los ojos totalmente en blanco, a medio abrir. Los pulmones resonaban al compás de su respiración, el rostro pálido por la falta de sangre. Los pulmones estaban llenos de líquido y no respondían al tratamiento. El médico pensó que esto acabaría con su vida. Nosotros estábamos muy tristes. Hacíamos turnos entre orar y llorar. Era difícil de aceptar que ella se estuviera muriendo. Siempre había sido tan maravillosa. No merecía morir a los 61 años. Seguíamos orando a su lado con todas nuestras fuerzas, a pesar de nuestro estado emocional. A los pocos días mostró algunos signos de estabilidad. Ciertamente, el líquido en sus pulmones había comenzado a disminuir. Parecía estar bien. Entonces volví a mI trabajo por un día. Al día siguiente, sábado, volví al hospital y todos oramos juntos, de nuevo, con ella. Pero aún así, no me sentía satisfecho con su progreso. Ella parecía estar en el limbo. No se estaba muriendo pero tampoco mejoraba. Sabía que tenía que hacer algo.

Ese sábado yo tenía una actividad del Grupo Soka en la que quería participar. Fui y me quedé orando por mamá por el resto del día. Antes de comenzar mi daimoku llamé al responsable del territorio de San Francisco. Le pedí orientación sobre cómo concentrar mi oración. El me dijo que no fuera egoísta. Me dijo que tal vez ella sería más feliz si pudiera pasar a su nueva vida. Comprendí. No tenía que orar por su recuperación sí, después de todo, ella iba a seguir sufriendo.

Cuando comencé a entonar daimoku, lo primero que oré fue por saber, en lo más profundo de mi ser, cuál debía ser mi enfoque. Pensé mucho en la orientación de mi encargado... pensé en todo. Finalmente me di cuenta de que lo que tenía que hacer era orar por su Budeidad. Así, pasará lo que pasara, ella estaría feliz. Durante el resto del día entoné daimoku y la pensaba flotando sobre una flor de loto dorada. Ella irradiaba una luz blanca y sonreía mostrando agradecimiento en los ojos. Me hice una imagen de su rostro sonriente, sus ojos felices y su cuerpo perfecto pleno de alegría y bañado por un sol brillante. Estas imágenes se mantuvieron en mi mente así, todo el día. El daimoku salía de mi boca sin que yo pensara en ello. Mi mente estaba totalmente inmersa en su felicidad. Yo era completamente uno con el universo y con la Budeidad de mi madre.

Hacia la tarde, algo excepcional ocurrió. Cuando estaba entonado daimoku, de pronto, la habitación pareció haberse tornado en oro. Los ideogramas del Gojonzon, parecieron saltar hacia mí como fuego y un intenso pensamiento llenó totalmente mi mente. "NO HAY NADA QUE NO SEA MIOJO". El salón permaneció dorado por un rato. Oro brillante como mirar hacia el sol. Hasta me pellizqué la mejilla para ver si era real o si yo estaba en una especie de trance. Pero pude percatarme de que estaba totalmente despierto. Había oído a otros hablar de experiencias similares. Supongo que ese era mi momento. No había nadie más en el salón. Seguí entonando daimoku y seguí pensando en la Budeidad de mi madre.

Después, al continuar mi daimoku me sentí cada vez más y más feliz. Mi vida estaba tan llena de poder! Era algo increíble! Sabía que ella estaría bien. Pude realmente sentirlo. Al día siguiente hablé con mi padre. El me dijo que aproximadamente a la misma hora que yo estaba viviendo mi experiencia, mamá había empezado a perder el líquido que tenia en los pulmones. Había perdido el 50%. Al día siguiente perdió el resto y a los pocos días, el jueves, se fue a casa con papá. Los beneficios no pararon allí. Resultó ser que gracias a este incidente, mamá fue decretada oficialmente incapacitada y por ello recibió un suplemento a su pensión del seguro que les dio suficiente dinero extra para las medicines y el oxigeno que necesitaba. Mi padre, por otra parte, podía ahora pasar más tiempo con ella pues, gracias a ese dinero extra, ya no tenia que trabajar tanto. Ellos pasaron mucho más tiempo juntos a partir de allí.

Posteriormente también nos dimos cuenta de que todos los dolores que le causaba la artritis habían desaparecido completamente. Mamá caminaba por toda la casa con relativa facilidad, cosa que no había podido hacer en los últimos 10 años. Estaba feliz, cómoda, y pudo pasar muchos momentos de gran calidad con el hombre que tanto amaba. Yo estaba tan feliz con esto. Deseaba tanto que ellos pudieran celebrar su 40 aniversario de casados y, ese año, lo celebramos todos juntos. Les regalé un fin de semana de estadía en un hotel de su preferencia y todos los miembros de la familia pasamos el fin de semana junto con ellos. Fue algo tan importante para mí.

Pasado mas de un año después de mi "dorada experiencia" mi madre murió camino al hospital. Se había caído e íbamos a que le examinaran el brazo. Comenzó a respirar con dificultad. Papá y yo empezamos a entonar daimoku por su salud allí, en el auto. Mi hermano estaba en clases. Cinco minutos antes de llegar al hospital murió, con nosotros tomados de la mano, entonando daimoku. Creo que allí, en ese mismo momento, ella alcanzó la iluminación. Ella ha estado conmigo desde entonces.

A partir de allí, he sabido que NADA ES IMPOSIBLE con el Gojonzon. NO HAY NADA QUE NO SEA MIOJO. Esto significa que tenemos control absoluto, si es que decidimos asumir el control. Esta realidad está tan profundamente arraigada en mi conciencia que la confianza penetra absolutamente todo mi ser. Las fuertes adversidades hacen firme el carácter y lo hacen más poderoso. Aprendí a jamás tener miedo. Solamente puedo ganar. Tengo el Gojonzon.

Lo que mi madre me dio, su gran contribución a mi vida, fue mostrarme cómo dar amor. Es algo que siempre atesoraré.